Alemania: los mercados navideños se volvieron a encender
Sin que el frío amedrente, una gira por las ferias más tradicionales del país, para comer salchichas, tomar vino caliente y sumergirse en un ritual centenario
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El olor de las salchichas que se asan lentamente invade el aire. A unos pocos pasos se vuelve protagonista el azúcar quemado de las garrapiñadas de almendras, nueces y castañas. Camino guiada por los diferentes aromas, de puesto en puesto, mirando las artesanías típicas, los dulces, los juegos infantiles, las luces de la decoración que se prenden y apagan, e invadida por el espíritu navideño que derrochan los mercados alemanes, especialmente el de la pequeña ciudad de Núremberg. No importa que el termómetro marque varios grados bajo cero, que prácticamente no se puedan sacar las manos de los bolsillos y que la llovizna poco a poco se transforme en nieve. Nadie se mueve. Una taza de glühwein, el vino caliente con especias típico en estas fechas, ayuda a calentar el cuerpo.
El año pasado fueron triste noticia cuando el terrorismo de EI atentó contra uno de los mercados de Berlín, frente a la iglesia Memorial Kaiser Wilhelm. Pero, como siempre, el país se levanta y sigue, fiel a su historia. Y los mercados vuelven a ser el punto de encuentro, el lugar por el que hay que pasar. Durante diciembre, los mercados navideños presentes en prácticamente todas las ciudades de Alemania, son una tradición que se fomenta desde hace siglos. Una cita, que comienza los últimos días de noviembre y se extiende hasta el 24 de diciembre. Y un buen plan para encontrarse con amigos, hacer compras o simplemente pasear, desde la mañana en que abren hasta la noche, fría, que cierran.
Un invierno crudo, de días muy cortos, paisajes usualmente nevados, que invitan a estar adentro. Pero no. Todos salen con gorro, guantes y camperones a pasear sin apuro, a comprar adornos para el arbolito y el pesebre, a comer un sándwich de salchichas al aire libre, a escuchar villancicos navideños y claro también a hacer viajes imaginarios varios siglos atrás. Porque aseguran que todo se ve como en aquel entonces, siglo XV, XVI, cuando empezaron a organizarse estos mercados generalmente en la plaza central de cada ciudad.
Hay mercados grandes, pequeños, más o menos antiguos y más o menos ornamentados, pero todos mantienen una misma esencia: lo que venden y producen tiene que ser artesanal y originario de cada lugar. El made in Germany incluye bolas de vidrio pintadas a mano y carísimas (las más grandes cuestan 25 euros), adornos de madera y hasta muñecos hechos con nueces y pasas de uva. Comida regional de todo tipo y sabor y también tejidos a mano y muchas otras artesanías. Suele haber música en vivo, espectáculos y atracciones como en un parque de diversiones para los chicos, con calesitas antiguas, y vueltas al mundo.
Si el espíritu navideño se apodera del visitante, se puede seguir una ruta por los mercados de Navidad más importantes de Alemania, como los de Núremberg, Dresden y Berlín, descubrir el país por medio de una de las tradiciones más arraigadas y desterrar un poco eso de que es mejor evitar el crudo invierno alemán. A pesar que a las 17 ya es prácticamente de noche y que el frío se siente en serio, los mercados lo valen.
Nuremberg: como en tiempos medievales
En el ranking de los mejores mercados navideños alemanes, el de Núremberg, la ciudad del estado de Baviera, a dos horas y media de tren de Fráncfort, seguramente está entre los primeros puestos. En el sur de Alemania, la ciudad es recordada porque aquí se hicieron los juicios contra los dirigentes del régimen nazi, cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial.
El mercado no es el más antiguo ni el más grande, pero el Christkindlmarkt es uno de los más famosos y recibe cada invierno más de dos millones de visitantes.
El mercado transporta a los tiempos medievales en un abrir y cerrar de ojos. La próspera ciudad de la región más rica del país, donde hasta incluso el subte funciona de manera automatizada sin conductor, se olvidan durante la visita. La feria de Navidad se organiza en la plaza central de la ciudad, donde habitualmente venden frutas y verduras y está rodeado de restaurantes, y de la iglesia Frauenkirche (Nuestra Señora).
Un mercado con más de 100 puestos, un sector de chicos, con calesita y vuelta al mundo y otro mercadito con artesanías de ciudades del mundo, hermanas de Núremberg.
Aquí el plato típico e irresistible es el sándwich 3 im Weggla, con tres salchichas típicas de Núremberg.
Las salchichas de esta ciudad son finitas como un dedo y cortas. Cada ciudad tiene su variedad, una marca registrada alemana.
Cuenta la leyenda, que en la Edad Media, en momentos de hambruna y pestes las tabernas tenían un horario restringido, para cuidar las provisiones. Entonces los cantineros inventaron estas salchichas tan finas que pasaban por la cerradura y las podían vender de contrabando a los clientes hambrientos fuera de horario.
También hay que probar gingerbread, una clase de galletitas especiadas con 600 años de historia. Aunque hay muchas, las originales son las Lebkuchen, que las venden en un comercio a pasos de los puestos del mercado. Y acompañar, claro, con el glühwein, que lo sirven en unas tacitas conmemorativas de los mercados, un buen suvenir.
Entre los puestos del mercado llama la atención el espacio donde venden Playmobil. Sí, son originales de la región, por eso pueden estar, a pesar de que se consiguen en las jugueterías de todo el mundo. Los fanáticos de los pequeños muñecos pueden visitar el Núremberg Fun Park, en la vecina ciudad de Zirndorf, a media hora de Núremberg, donde está la gran colección de Playmobil, pero a gran escala, para subirse al barco pirata, la casa del árbol y otros íconos de la marca.
El mercado, en el centro de la ciudad es un buen punto de partida para descubrir Núremberg. Lo mejor se concentra en el interior de la muralla, donde está el casco histórico y recorre en unas horas.
La ciudad luce impecable y a la vista, las construcciones parecen muy antiguas. En realidad la mayoría son reconstrucciones a imagen y semejanza de las originales, porque Núremberg fue destruida en un 90%, la segunda ciudad más destruida después de Dresden durante la Segunda Guerra Mundial.
Se destaca el castillo imperial, en lo alto de una colina, desde donde se tienen vistas panorámicas de la ciudad y el mercado navideño. Fue una de las más importantes fortificaciones, donde vivieron los emperadores del sacro imperio germánico como Carlos IV.
El casco histórico tiene 9 iglesias para visitar, como St. Sebald, que se comenzó a construir en 1220 y St. Elisabeth, donde impresiona la gran cúpula.
Dreden: donde nació el stollen
Otra ciudad que merece una escala en la ruta de los mercados navideños es Dresden, en la antigua Alemania Oriental, muy cerca de la frontera con República Checa. Desde Núremberg demanda cinco horas de tren con conexión en Leipzig y apenas tres si se llega de Berlín.
El mercado Striezelmarkt, en la plaza Altmarkt, en el centro, es uno de los más antiguos de Alemania: este año es la edición 583. Un gran espacio repleto de puestos de comida y artesanías, espacios para niños, miniparque de diversiones, todo muy bien acompañado por villancicos que suenan uno tras otro.
Y la gran estrella es el stollen, una especie de pan dulce que hasta tiene fiesta propia, con reina y donde se baten récords de tamaño del famoso dulce, que puede llegar a los 1800 kilos. Hay diferentes variedades para elegir, el kilo cuesta 13,40 euros.
Como recuerdo, se venden la famosas estrellas de Herrnhut, (un pueblo cercano), que tienen 25 puntas. Fueron creadas hace más de 160 años por un profesor de matemáticas y se convirtieron en un símbolo mundial de la Navidad.
Pero no es el único mercado. En Dresden hay varios, como el medieval, que recrea oficios antiguos y espectáculos de antes, como shows de tragasables.
El río Elba divide a la ciudad en dos, de un lado la histórica, donde están los mercados, y del otro, la modera, con bares y comercios. La ciudad se destaca por construcciones de estilo barroco, que fueron reconstruidas en los últimos años y por sus bajos precios hoteleros en relación con otras ciudades alemanas.
Dresden fue prácticamente destruida durante los bombardeos de 1945. Todavía recuerdan como el fuego entraba por las ventanas de los edificios. La gran catedral Frauenkirche, una joya barroca levantada en el siglo XVIII, se derrumbó después de dos días de arder entre las llamas. Y allí quedaron los escombros del horror durante 45 años.
No sólo de la iglesia, sino de muchas otras construcciones de la ciudad.
La reconstrucción fue lenta y comenzó después de la Reunificación en 1990, como sucedió en casi todo el lado soviético.
La gran catedral luterana se reinauguró en 2004 después de un trabajo artesanal para que vuelva a lucir tal como la original y con donaciones internacionales. También se usaron los grandes ladrillos que se rescataron entre los escombros y se destacan de los más claros, los nuevos.
Ahora, además de visita el templo, se puede subir a la cúpula para una vista panorámica de la ciudad.
Berlín: un mercado por barrio
En Berlín, lo que sobra son mercados navideños. Se cuentan más de 50 y prácticamente hay uno por barrio, algunos muy pequeños y al paso y otros grandes y multitudinarios.
Pero el más famoso es el mercado de Gendarmenmarkt, en el Mitte, en la plaza donde está la catedral francesa y alemana y a pasos de las Galerías Lafayette. Es tan alta la concurrencia que se paga entrada (1 euro) y hay que abrirse paso entre la multitud, especialmente a la nochecita cuando hay recitales y espectáculos.
Como en todos, la misma tradición, un vino caliente, variedad de salchichas y adornos. Hay puestos en con artesanías y negocios más sofisticados. También un restaurante, para tomarse un respiro del frío.
Otro de los mercados que merecen una visita es el de Alexanderplatz, una zona con varios paseos comerciales que fue el centro neurálgico de Berlín Oriental en los tiempos del muro. Allí está la Torre de la Televisión, uno de los íconos de la ciudad, de 368 metros de altura (se puede subir al mirador, a 203 metros).
Además del vino caliente hay que probar el currywurst, una salchicha cortada en rebanas que sirven con salsa de tomate y curry (3,50 euros).
A pasos de Alexanderplatz hay otro mercado navideño, el Berliner Weihnachtszeit, que se destaca por una gran pista de patinaje sobre hielo y una vuelta al mundo gigante con vistas panorámicas de la ciudad.
Otro para visitar es el Winterwelt, en Potsdamer Platz, la zona que quedó destruida durante la Segunda Guerra Mundial, dividida por el muro u olvidada durante años. Desde la caída del muro se reurbanizó con nuevos edificios emblemáticos, como el Sony Center de la Berlín unificada
El mercado recrea como un minicentro de esquí, DJ en vivo y fiestas nocturnas.
Datos útiles
Traslados. La mejor manera de viajar por Alemania es en tren, con buenas formaciones y estaciones que merecen una visita como la central de Berlín. Para tener una idea, de Fráncfort a Núremberg, el pasaje cuesta desde 25 euros. Núremberg-Dresden, desde 45. Dresden Berlín, desde 25.
Mercados. Aunque con ligeras variantes entre uno y otro, están abiertos desde fines de noviembre hasta el 24 de diciembre, todos los días desde las 10 hasta las 21.
Núremberg. Lo más recomendable es alojarse en la zona interior de la muralla. La estación de trenes está enfrente. El hotel Viktoria, es pequeño, pero está estratégicamente ubicado. Desde 118 euros. Para comer comida típica de la región de Franconia un buen lugar es Bohm’s Herrenkeller (Theatergasse 19). Precios accesibles.
Dresden. La hotelería es accesible en Dresden. Por ejemplo, el Hotel Am Terrassenufer (Terrassenufer 12) a 200 metros de la catedral, un gran edificio de aspecto soviético muy confortable. Habitación doble, desde 65 euros. En Pizza Nova, frente a la catedral, una pizza individual cuesta desde 7,50 euros. Una cerveza, 5. Pulventrum, un gran restaurante de varios niveles al lado de la catedral, con comidas típicas alemanas, los platos cuestan entre 10 y 20 euros.