Gràcia, el distrito de moda en Barcelona
Tradicional, pero moderno, con variada oferta gastronómica, de diseños y actividad social, busca destronar al Born mientras se afianza como uno de los nuevos favoritos de la capital catalana; en agosto y enero es sede de grandes fiestas populares
"El Gràcia es el nuevo Born", dicen los vecinos de uno de los distritos de Barcelona, muy de moda entre los argentinos. Con esa costumbre catalana de poner artículos a los nombres propios y separarse o destacarse del resto, esta antigua vila, originalmente independiente, alberga hoy a más de 50.000 habitantes en cinco barrios contenidos en tan solo 1,3 km2 de trama irregular, especial para perderse y descubrir. Con calles estrechas, más de una docena de plazas de las llamadas secas con mucha actividad social y cultural, y gracias a gran cantidad de bares y vermuterías, en los que a diario se reúnen vecinos, sobre todo jóvenes, a tapear y tomar una caña.
Corridos por los alquileres y el costo de una habitación de hotel, no son pocos los que prefieren instalarse en esta zona en vez de otras más turísticas como las de más allá de L'Eixample, Raval, Gótico o uno de los distritos más antiguos y concurridos de esta ciudad, el Born, del que Gràcia pretende su fama y desplazarlo como favorito. No está tan atestado de turistas, aunque no faltan los busca argentinos. Gràcia es considerada una de las mejores zonas para vivir, porque se consigue alojamiento desde 30 euros la noche por persona en una habitación doble.
Tiene el encanto de la Barcelona antigua, "un pueblo dentro de la ciudad". Cruzando la avenida Diagonal, hacia el norte, la movida está a la derecha de Gran de Gràcia. Una zona bien comunicada por las líneas verde y amarilla del metro, que en 15 minutos acercan las playas de Barcelona; o por colectivos que recorren el Paseo de Gracia y llevan al centro de la ciudad en cerca de 10.
Bohemio, tranquilo, tradicional, pero con gente modernosa, que prefiere los buenos precios y divertirse, congrega a muchos diseñadores, joyeros contemporáneos y artistas, que se instalan en las inmediaciones de la calle Verdi, donde hasta hay un cine en el que se proyectan películas en sus versiones originales. Fanáticos y de fuertes convicciones, no es extraño que lo demuestren en carteles callejeros y leyendas en las que se reza: "República Catalana".
¿Qué tiene o por qué se dice que ahora es el barrio más elegido por vecinos y turistas? Las recientes fiestas de Gràcia, una tradición que se repite a mediados de agosto de cada año, celebran la vida en las calles que se decoran a full y se activan con música en vivo que atrae a cientos de curiosos que desafiaron el calor de la mano de pintas y vermús.
Otra oportunidad para ver cómo sigue vigente la verbena española es el último fin de semana de enero durante la fiesta popular Foguerons de Sa Pobla, una celebración mallorquí importada por un vecino hace más de 25 años, que conmemora a San Antonio Abad con hogueras, fuegos artificiales, carrozas con dragones, gente disfrazada de aquí para allá, mucho diablo, cabezudos y personajes que muestran la habilidad manual y la capacidad creativa del barrio.
El corazón de la vila está alrededor de la plaza de la Vila de Gràcia, que se destaca por su antigua Torre del Reloj con gran campanario, el mismo que no dejó de sonar durante los seis días de la revuelta de 1870 en la que los vecinos se resistieron a que sus hijos fueran reclutados para la guerra de Cuba. En diagonal está Amaranto Joies, Sant Domènec 23, al que, a pesar de la onda de su dueña, vale la pena entrar para ver originales piezas de diseño, representativas de la joyería contemporánea local e internacional, argentina incluida.
Similar, o mejor, a la izquierda del Paseo de Gràcia está bueno detenerse en la galería de arte Klimt02, La Riera de Sant Miquel 26, que exhibe destacadas colecciones de joyería contemporánea como las interesantes piezas minimalistas de la creativa Teresa Estapé.
Otra de las emblemáticas de Gràcia es Plaza del Sol. Como en las 15 restantes que tiene el barrio, los bares extienden sus mesas bajo sombrillas, al amparo de tapas y tragos que ponen en valor el buen paladar barcelonés.
En sus cercanías, calle del Planeta 17, está la Tuuulibreri, una librería imperdible donde se consiguen interesantes libros de uno a tres euros. A pasos está la sede de la asociación Moda Sostenible de Barcelona, calle del Torrent de l'Olla 95, que promueve la producción de ropa y accesorios que respetan el medio ambiente, la salud de los trabajadores y potencia el uso de materiales sostenibles y la reutilización de los existentes. Su tienda es Greenlifestyle, con prendas de moda ecológica certificada hecha y fabricada por diseñadores independientes.
En sintonía, Velvet BCN, Rabassa 37, es un local multimarca de comercio justo de ropa eco. Lo mismo que Colmillo de Morsa, una tienda taller que sostiene la bandera del slow fashion, en la calle de Vic 25.
En las inmediaciones de la Plaza de la Revolución, se descubren espacios curiosos: Végere, en Ramón y Cajal 32, es un spa de belleza vegana con productos "lo más orgánicos posibles, distinguidos con el sello cruelty free", aseguran; o Pódame, Bonavista 25, un local que rompe con el concepto tradicional de peluquería y ofrece cortes trendies en colores vibrantes para los que se animan a cambiar el look.
Hacia el Paseo de San Juan, cerca de la estación de metro Joanic, está Prints Workers Barcelona, en Quevedo 28, una galería de arte y coworking de ilustradores y diseñadores con taller de serigrafía a la vista.
A pasos de la Plaza de En Joanic se destaca una de las vermuterías más características del barrio, La Vermutería del Tano. Un bodegón catalán, Joan Blanques 17, con buen trato y de ambiente familiar que ofrece picadas de berberechos, anchoas, boquerones y otras opciones acompañadas de aperitivos servidos junto a viejos sifones, especial para dejar correr el tiempo. Como se sabe, los aperitivos forman parte de los hábitos más arraigados en este país.
Más pintoresco es sentarse en los bancos frente a los mercados de l'Abaceria y de la Llibertat, y saborear frutas, frutos secos, algunas verduras, pescados o mariscos que se venden en bandeja, cubiertos incluidos, acompañados de vasos de jugo y más, mientras un músico callejero hace sonar su guitarra.
La ópera prima
Si bien el principal atractivo de Gràcia siempre fue el Parc Güell, el destacado parque naturalista y ornamental de Antoni Gaudí, últimamente otra de sus obras se convirtió en una visita obligada en la ruta del modernismo. Es que en noviembre pasado abrió sus puertas al público, tras 130 años de estar en manos privadas la Casa Vicens, la primera hecha por este gran artista ubicada en Les Carolines 20, hacia el este de la avenida Gran Gràcia, a dos cuadras de la estación Fontana de la línea verde del metro.
De clara influencia mozárabe, exhibe un comedor con mobiliario original y una colección de pinturas de escenas mediterráneas del barcelonés Francesc Torrescassana, con cúpulas con trencadís, esa técnica de cerámica quebrada con la que el maestro de arquitectos se lucía al revestir cuanta pared estaba a su alcance. Se destaca la sala fumador, en la que como en el resto supo integrar elementos naturales para convertirlo en un espacio funcional; reservado para los fumadores de entonces. Si hasta dicen que el humo lograba esfumarse y no se sentía.
Otro de sus logrados espacios es la tribuna, una especie de jardín de invierno de estética japonesa con sus originales azulejos clavel del moro dispuestos en forma de ajedrez, abierto a la vegetación mediterránea que rodea la casa, enmarcada por una reja de hierro con forma de hojas de palma.
Como todo museo, tiene una tienda de diseño que, entre otras, exhibe la colección Margallons de la uruguaya Sara Urwicz Abramovicius, quien convierte en joyas en plata y oro la típica palmera catalana. Enfrente se destacan otras piezas, las del argentino Patricio Minconi y la barcelonesa Marta Sal que, al estilo Gaudí, llevan la materia orgánica al metal manteniendo las formas y texturas naturales de flores, ramas, hojas y más en plata envejecida y piedras semipreciosas.
No todo el modernismo se refiere a Gaudí. Al inicio de Gràcia está Casa Comalat, un edificio artístico sobre la avenida Diagonal y con fachada posterior en la calle Córcega realizado por el arquitecto Salvador Valeri Pupurull. Con cierta semblanza gaudiana se reconoce el aspecto de Casa Batlló: tiene barandas de hierro forjado de gran curvatura y cerámica vidriada de color verde seco.
Para destacar. Una de las firmas barcelonesas que convierte en objetos portables la inconfundible imagen arlequín de Gaudí es Casa Lupo, una marroquinería de 1920 que reinterpreta las características líneas arquitectónicas en icónicos bolsos y carteras. Sobre un pasaje del barrio de Gràcia se descubre su taller con gran vidriera a la calle, a través de la cual se puede ver cómo maestros artesanos construyen una de las piezas. Un hecho a mano que demuestra el potencial cultural de un barrio que busca ser reconocido y visitado.
Datos útiles
Cómo llegar:
Buenos Aires-Barcelona ida y vuelta con escala en Madrid por Aerolíneas Argentinas y Air Europa, $43.160 en clase económica.
Desde el aeropuerto de Barcelona, tanto de la terminal 1 como de la 2, se puede llegar al centro de la ciudad en la línea 9 del metro. El precio del pasaje es de 4 euros.
Dónde alojarse:
-Gràcia City Hostel, San Père Mártir18, habitación doble por 7 noches, €225.
-Hotel Travessera, Travessera de Dalt 121-123, habitación doble por 7 noches, €570.
-Hotel Gràcia Garden Boutique, Carrer Gran de Gràcia, 14, habitación doble por 7 noches €805.