Otras playas para descubrir: el circuito del norte de Perú
Cada día, desde hace dos mil años, el mismo método: balsas individuales hechas de totora (juncos) en las que se embarcan por la madrugada para, una vez en mar abierto, someterse a la paciente y rutinaria tarea de la pesca de fondo. Tanza y anzuelo mediante, estos varones (en el norte de Perú es muy raro ver a mujeres a cargo de otra tarea que no sean los servicios, el hogar y los chicos) esperan el pique y, en una lucha cuerpo a cuerpo sobre la precaria embarcación sometida a los vaivenes de la marea y la fuerza del pez, logran, en la mayoría de los casos, la pesca fresca que venden a los comerciantes de la zona, su sustento y el de sus familias.
Al mediodía, para volver, los pescadores solitarios abren la vela cortada a mano y se dejan llevar por el viento que, tienen estudiado, a esa hora sopla hacia la orilla. Todos los días, desde hace dos mil años, la misma –y paciente– rutina.
Éstas y otras postales que combinan sol, arena fina y clara, mar de tonos verdosos con mucha espuma y multicoloridos platos típicos con ornamentos lejos de la discreción, son el fresco de un destino que aún no se conoce tan bien.
Se cree que las costas del Pacífico son frías y se las asocia con Chile. Pero al norte, muy cerca de Ecuador, Perú ofrece varias playas poco frecuentadas –Máncora, Zorritos, Punta Sal– que amalgaman el último resquicio de los Andes con la costa pacífica en su mejor versión: inundada por la corriente cálida del Niño (que viene desde México y fija la temperatura media del agua en 24°) y a 3 grados de la latitud cero.
Días que empiezan nublados, pero en los que pronto sale el sol y se ponen calientes. Un mar en el que reina tensa calma, con playas aptas para toda la familia y, en muchos casos, ideales para iniciarse en el surf.
Para llegar desde Lima hay dos opciones: viajar a Piura, una de las cinco ciudades más pujantes del país, en un vuelo que dura hora y media; o a Tumbes, a 30 minutos en auto de la frontera con Ecuador.
Para informarse: en la región de Tumbes el clima es subtropical. Hace calor todo el año (con temperaturas medias entre 23° y 27°), aunque la temporada de lluvias -esporádicas- es entre febrero y marzo. De aquí son oriundos dos ingredientes claves de la comida regional: las conchas negras, que tienen según la sabiduría popular atribuciones afrodisíacas y de fertilidad, y los cangrejos de manglar. Dos especies protegidas desde 1988 en el Santuario Nacional Los Manglares, de 2972 hectáreas.
Ubicados en zonas tropicales, los maglares son bosques de mangles semisumergidos (árboles cuyas raíces necesitan respirar aire) que se desarrollan sobre relieves planos en la desembocadura de ríos cercanos a mares. Una mix entre agua dulce y salada, y en materia de paisaje, entre el delta del Paraná y los Esteros del Iberá. Pero otra cosa.
Tras conchas negras y cangrejos
Al sur de la Reserva está Puerto Pizarro, que tiene hasta un criadero de cocodrilos tumbesinos (una especie única en Perú) creada por el gobierno para evitar la caza ilegal. Allí, quienes estén de paso pueden contratar la excursión para vivir la experiencia de la pesca tradicional en balsa (sin cañas) y también la visita a los manglares cuyo recorrido puede incluir desembarco en la isla del Amor y la isla Hueso de Ballena. A 15 minutos de la ciudad, es uno de los puntos preferidos de los turistas; llegar en colectivo desde el centro cuesta 2,5 soles.
Para los que prefieren una opción más folclórica, es recomendable hacer la experiencia en el propio Santuario, a una hora y cuarto del centro de Tumbes. Eso sí, requiere la cooperación de un guía o un operador para contratarla. Para obtenerla, lo mejor es asesorarse en las oficinas que Iperú (ministerio de Turismo) tiene en la plaza principal de Tumbes.
El paseo, sumamente relajante, permite disfrutar del paisaje y el avistaje de aves -atención aficionados al pasar por la isla de Los Pájaros- e incluye la posibilidad de ser testigo de una experiencia antropológica: la extracción manual de conchas negras y cangrejos.
Agrupados en asociaciones, los pobladores de la zona se encargan de la actividad extractiva que incluye también pesca y recolección de otros crustáceos y moluscos, pero se concentra en estas codiciadas especies.
Aunque no siempre fue así. Desde fines de los años 70, los manglares han sufrido una disminución en su superficie debido a la instalación de langostineras en la zona que se pueden ver rodeando los caminos por lo que, en los últimos años, han visto regulada su actividad para evitar un impacto ambiental tan agresivo.
En los manglares no todo es color de rosa. El olor es un poco hediondo. El agua es verdosa debido a los sedimentos que hay en el fondo y en esta época la marea amanece baja y crece pasado el mediodía. Hay mosquitas, pero no tantas como para las que fuimos advertidos. Igual, mejor protegerse con abundante repelente.
Don Hilario supera los 60 años y desde hace 30 trabaja como cangrejero. Tiene la piel curtida, ojos redondos, manos grandes. Su tarea le insume entre 4 y 5 horas por día de trabajo intenso. Provisto de botas de lluvia, ropa usada, guantes, cinta hecha cinturón y un sombrero casero de tela en el que guarda repelente y cigarros, escarba entre el fango de los pantanos mientras dura la bajamar. La tarea, que insume fuerza e ingenio, lo obliga a hundir su brazo derecho en las madrigueras, que reconoce porque asoman como un pequeño agujerito que los cangrejos usan para respirar.
Su objetivo diario es recolectar al menos 12 sartas (8 unidades de cangrejos) cada una de las cuales guarda en una jicra (bolsa de red). Los cangrejos, violáceos, naranjas y rojos cuando vivos, tienen dos tenazas: una más fuerte para defenderse y otra menos desarrollada para alimentarse. Igual que los cangrejeros que a medida que avanzan en sus años de trabajo desarrollan mucha más musculatura en su brazo derecho.
Don Hilario advierte: "Muerden". Y así justifica la doble funda de su guante. No se queda conforme y muestra cómo y dónde suelen hacerlo. Cuenta que a veces la tenaza queda adherida al dedo, pero el cangrejo logra escapar y al cabo de un tiempo regenerarla para poder dar una nueva batalla. Los cangrejos, que comen hojas de mangle, habitan en zonas donde no hay tanta inundación. Las conchas, en áreas más fangosas. Donde hay cangrejos, no hay conchas. Y cada cual a su metier.
Existen tres especies de conchas: negras, huequeras y pata de burro. Viven entre el barro y las raíces de los mangles, a 15 cm de profundidad. "Un tanto así", nos muestra Don Julio extendiendo su dedo pulgar. Tiene 66 años, se dedica a la actividad hace 30 y es parte de la cooperativa La Nueva Esperanza.
En actitud apacible, escucha música con su celular en la canoita que lo transporta a las orillas donde desembarca para buscar conchas. Una docena de patas de burro las vende a 25 soles. Saca entre 100 y 150 por día y nos explica que la actividad entra en pausa entre el 1 de febrero y el 15 de marzo. "Le damos veda y allí la conchita se reproduce. Antes sacábamos 800 por día; no queríamos estudiar porque trabajar era negocio. Ahorita no". Será por eso que ninguno de sus diez hijos se dedica a esta tarea.
Sigue hurgando hasta que, erguido y sonriente, comunica: "He encontrado unita". Se acerca a nuestro bote, abre la mano y deja ver a la "conchita negra", todavía embarrada pero que pronto se convertirá en ingrediente clave de algún plato típico del norte peruano: ceviche de conchas negras (considerado patrimonio cultural), aguadito -una especie de sopa- de conchas o la preparación que las sirve en versión asada con -segundo ingrediente clave de la zona- arroz especiado.
Pesca tu propio ceviche
Bajo la premisa de que el mar peruano es hogar de uno de los ecosistemas marinos más ricos del planeta y debe ser difundido, Pacífico Adventures ofrece desde el Muelle Los Órganos (a unos 15 minutos del centro de Máncora) excursiones embarcadas cuyo objetivo es, además de la recreación y el esparcimiento, la educación ambiental.
La más completa propone un combo 3x1: avistaje de ballenas jorobadas (entre julio y octubre, aunque siempre está la chance de encontrar alguna de las demoradas); pesca tradicional y nado con tortugas verdes. Como broche de oro, un ceviche a bordo preparado con los productos frescos de la pesca y el plus de haber sido obtenido con las propias manos. Del mar peruano al plato, sin escalas.
Producto de una combinación entre el ecoturismo y la investigación científica, la misión de la empresa que dirigen Belén Alcorta y su marido Sebastián Silva -biólogo marino-, se propone a la vez que entretener y difundir, educar y promover. Financiándose con el turismo de observación producen material (que incluye toma de imágenes y de sonidos, gracias a los micrófonos subacuáticos con los que cuentan) que ayuda a entender el comportamiento y las dimensiones de los mamíferos más grandes del mundo que cada año visitan la costa norte de Perú para dar a luz.
Un equipo integrado por biólogos marinos, profesionales del ecoturismo, pescadores de la zona y capitanes con experiencia, que entienden al turismo como una herramienta de la investigación científica. Por eso editaron un libro y produjeron once publicaciones científicas con el objetivo de que el área se convierta en zona protegida de fauna marítima.
Pero en los tours de Pacífico, no todo es mar. Cuentan con un Museo Marino que incluye una muestra fotográfica de la fauna marina local, un racconto histórico del auge pesquero en la zona de Cabo Blanco durante los años 50, la posibilidad de oír los cantos de las ballenas jorobadas y una colección de fósiles que abarca huesos de ballenas y una selección de conchas marinas. Además, ofrecen tienda de regalos y un cafecito con vista al mar, ideal para relajar un rato después de tanta agua.
Cómo llegar
Buenos Aires-Lima directo por Latam o Aerolíneas, desde $20.000. Las conexiones Lima-Piura y Lima-Tumbes, solo por Latam, desde USD 100 cada una.
Dónde alojarse
En Tumbes:Casa Andina Select Zorritos. Ubicado a 40 minutos del aeropuerto, está emplazado sobre el mar. La estadía incluye desayuno buffet. Cuenta con piscina, gimnasio, sauna, además de sombrillas y reposeras en la playa. Desde USD 110 por noche la habitación doble. www.casa-andina.com
En Máncora: Kichic - Hotel boutique. A 15 minutos del centro del balneario, cuenta con 9 habitaciones. No se admiten niños. Incluye desayuno con productos orgánicos. Cuenta con restaurante, pileta y clases de yoga diarias. Es pet friendly. www.kichic.com
Dónde comer
Eduardo (El Brujo). Tiene varias sucursales en Tumbes y Piura. Cuesta alrededor de USD 13 por persona.
En Piura, El Caracol Azul. Una cevichería tradicional. Porciones para compartir. No perderse de probar la leche de tigre.
Qué hacer
Pacífico Adventures. Tours embarcados desde USD 25 por persona que salen desde el muelle de Los órganos. Admiten reservas online en www.pacificoadventures.com
iPerú. Dependencia oficial de asistencia al turista. Se puede consultar online en www.peru.travel/es-lat/iperu.aspx o visitar alguna de sus oficinas.