El Chaltén, una fiesta para caminantes de todo el mundo
EL CHALTEN.– Mark Thaler partió hace ocho meses desde Alaska en su moto Honda. En México, pasó a buscar a Isabel Velázquez y juntos viajaron 14.000 kilómetros durante 240 días. Cruzaron América, hasta llegar El Chaltén. Aquí bajaron de la moto para emprender otra aventura: ascender a pie durante siete horas para admirar el pico del Fitz Roy.
Mark e Isabel son dos de los 180.000 turistas que llegan cada año, de todo el mundo, a este pequeño pueblo de dos mil habitantes en el interior del parque Nacional Los Glaciares, provincia de Santa Cruz.
Para los amantes de las caminatas de montaña, El Chaltén es la Meca. Rodeado por decenas de cerros y glaciares para explorar, con tan sólo un día de ascenso se alcanzan puntos panorámicos de antología.
El Fitz Roy es famoso en el mundo. En la cima de estás montañas hay pocos ruidos y pocas voces, la mayoría extranjeras: el 55 por ciento de los turistas llegan desde el exterior, según datos oficiales. El jueves pasado fue tapa de este diario el norteamericano JimReynolds, que subió sin sogas ni clavos a la codiciada cima del monte.
La mayoría no pretende semejante hazaña y suele combinar las caminatas desde este pequeño pueblo, a 220 kilómetros de El Calafate, con otros días de visita al Glaciar Perito Moreno. Además de caminatas, hay oferta de rafting, snorkel –para valientes en traje de neoprene, bajo las frías aguas del Lago del Desierto– y paseos en kayak por los ríos que serpetean el valle.
Algunos senderos
Dana Kaufman, Ron Moran y Rotem Nevgawer, estudiantes universitarios de Israel, viajaron desde Tel Aviv para conocer este pico de nieves eternas a través de una de las siete sendas de trekking trazadas. Quizás lo unan con el cerro Torre por otro camino para acercarse a sus imponentes glaciares y acampar en altura, muy cerca de los picos de estas montañas blancas.
La senda de la Laguna Torre demanda tres horas de ascenso de ida y tres horas de vuelta. El premio al esfuerzo es un menú de seis glaciares: el Grande, el de las Adelas, el Torre, el Solo, el Mocho y Domo Blanco. En el trayecto, junto al río Fitz Roy florecen calafates amarillos y mustillas rosadas. Valen la pena algunas paradas para ver la cascada Margarita o simplemente beber agua de deshielo de algún arroyo.
Los senderos están bien cuidados. El silencio sólo es interrumpido por el sonido de algún pájaro carpintero. En otoño las lengas y los ñires se tiñen de rojo, ocre y naranja, en contraste con el blanco de los glaciares.
"El Chaltén es famoso por las escaladas. Desde la década del treinta vienen expediciones de Europa por el Fitz Roy y, un poco más recientemente. por el cerro Torre. Al principio eran sólo pequeños grupos de escaladores. Más tarde empezó el trekking", explica en tono pausado Pablo Rosso, guardaparque jefe zona Norte, que orienta a los deportistas cuando llegan para registrarse en la seccional de Parques Nacionales.
"Hoy viene más gente a caminar que a escalar. La escalada es muy técnica. Para subir al Fitz Roy, por ejemplo, son 3405 metros sólo aptos para escaladores de elite", asegura.
Los caminantes, en cambio, llegan de a miles para ascender por la montaña más famosa hasta la Laguna de Los Tres. En el recorrido, tienen una primera vista del Río de las Vueltas. A unos cuatro kilómetros se llega a la laguna Capri, desde donde se aprecia todo el cordón formado por el cerro Eléctrico y las agujas Guillaumet, Mermoz, Val de Vois, Poincenot, Saint Exupery y Standhardt, para ascender luego de otros seis kilómetros a la Laguna de los Tres, el punto más cercano para observar el cerro Fitz Roy. Son en total diez kilómetros de dificultad alta. En especial los últimos metros. Pero es un paisaje único de glaciares frente a una laguna tan celeste y transparente que valdrá el esfuerzo.
Colores de estación
"Se te llena el espíritu –sostiene César Fava, uno de los escaladores de la zona–. El Fitz Roy es la tercer masa de hielo más grande del planeta. Un espectáculo que hay que vivir."
Según Francisco Cibrián, secretario de Turismo, el otoño es una temporada ideal para visitar El Chaltén. "Hay menos gente. El clima aún permite visitar los senderos. Y los colores son únicos", afirma. La temporada no cierra nunca, pero en invierno hay menos posibilidades de llegar a la cima de los senderos.
"Una buena idea es venir por una semana. O diez días, para poder hacer todos los circuitos", recomienda el guardaparque Jorge Lenz. Siempre hay que registrarse en la seccional antes de salir a la montaña, para mayor seguridad.
Con pocos días, se corre el riesgo de que ocurra lo que le pasó a Mara Lusting, de Hamburgo, Alemania. Llegó por sólo tres noches y ahora se arrepiente. "Acá el aire es muy puro. Sería bueno quedarse por más tiempo. Hay tanto para ver", sostiene en inglés mientras descansa en un alto durante su ascenso al cerro Torre. Ya caminó tres horas y aún debe ascender otra hora para alcanzar el mirador Maestri. Se la ve cansada pero feliz.
En caso de disponer de varios días, entonces, otra alternativa es la caminata a Laguna del Toro, que exige acampe y es físicamente más demandante: se demoran siete horas de ida y siete de regreso para recorrer 16 kilómetros. Y, por qué no, también se puede ir a la Loma del Pliegue Tumbado, cuatro horas de ida y cuatro de regreso, con maravillosas vistas al Torre y al Fitz Roy. "Loma del Pliegue Tumbado, a diferencia de los otros senderos, es más panorámico. No te acercas tanto a un glaciar, pero hay una vista completa de todo. Es mi circuito favorito", observa el brigadista local William Rollitt.
Circuito Huemul
El belga Bart Gadeyne dispone de cinco días. Busca caminos alternativos, donde no encuentre mucha gente. "Es bueno tomarse un tiempo aquí", asegura. Además de los cerros Fitz Roy y Torre, tiene pensado desafiar el circuito Huemul. Acampará tres noches para visitar un área remota, que demanda cruzar dos veces un río, colgado de una tirolesa con un arnés, y caminar sobre un glaciar para dar toda la vuelta al cerro Huemul.
El primer día Bart acampará en la Laguna del Toro, el segundo dormirá en el refugio Paso del Viento -la entrada al campo de hielo- y el tercero en el paso Huemul, para llegar nuevamente a El Chaltén tras caminar 60 kilómetros. "Tiene su riesgo. Pero me gustan los lugares agrestes", sostiene antes de registrarse para inicia la travesía no apta para principiantes, tal como se informa en la seccional de Parques Nacionales en El Chaltén.
Milo y Armel San Martín llegaron desde los Alpes franceses con sus hijos de 8 y 6 años. "En los Alpes hay muchas montañas, pero aquí uno camina muy cerca de los glaciares. Se puede acercar de manera muy sencilla", sostienen.
Mark e Isabel recorrieron con su moto Honda la ruta provincial 23, la ruta nacional 40 y la ruta provincial 11 para unir El Chalten con El Calafate. Y finalmente llegar al Glaciar Perito Moreno. Iniciaron el viaje hace ocho meses. Cruzaron todo un continente en dos ruedas para conocer los hielos continentales. "Nunca vimos una maravilla natural igual", aseguran en referencia a este parque, que en toda su extensión de 726.000 hectáreas atesora 256 glaciares. "Valió la pena el camino".
Datos útiles
Cómo llegar: desde el aeropuerto internacional de El Calafate, hay 220 kilómetros por ruta provincial 11, ruta nacional 40 y ruta provincial 23, hasta El Chaltén.
Dónde dormir: Chaltén Suits. Desde 220 dólares la noche, por habitación doble. Tranqueras El Chaltén: desde 150 dólares la noche.
Dónde comer: Ruca Mahuida. Cocina italiana, pizzas, cerveza. Desde 500 pesos por persona. Mathilda. Restaurante y café, comidas caseras. Desde 400 pesos por persona.
Ingresos Parque Nacional Los Glaciares: la entrada a la Seccional Norte (El Chaltén) no tiene costo. Para la Seccional Perito Moreno, la entrada es de 360 pesos (700, para extranjeros).