El backstage de los centros de esquí: cómo cuidan las pistas
SAN CARLOS DE BARILOCHE.Cuando baja el sol, la actividad en la montaña parece apagarse poco a poco. Sin embargo, hay diferentes equipos de trabajo que recién comienzan sus tareas en Cerro Catedral. Todas ellas tan fundamentales para que a la mañana siguiente, esté cada área en condiciones. Muchas de estas acciones pasan desapercibidas para el visitante, aunque es enorme el esfuerzo que se realiza cada noche, muchas veces en condiciones extremas y fuertes tormentas en plena oscuridad.
"Dejamos la piel, es un trabajo durísimo pero la sonrisa cuando estás arriba de la máquina no te la saca nadie", describe Germán Roberts más conocido como Loli, el jefe de los maquinistas que durante más de 100 noches consecutivas realizan el pisado de entre 40 y 50 pistas. Este es uno de los tantos grupos que van a contramano de todo el resto de los trabajadores de la montaña, instructores y visitantes. Son los que hacen un trabajo silencioso y solitario, pero de vital importancia para los esquiadores.
Son aquellas luces móviles que cada noche despejada se reflejan sobre la montaña y se ven desde la ciudad.
El equipo está conformado por 13 personas, cuatro de ellos extranjeros, que se dividen en dos turnos, de 17 a 1 y de 1 a 9. "Depende de la previsión del clima y de los requerimientos que nos pase cada sector, somos los encargados de dejar todas pistas listas para la apertura del centro de esquí", resalta Loli de 45 años, oriundo de Esquel. No sólo son los hacedores del llamado corderito, también se encargan de tapar piedras, acomodar los caminos o mejorar el embarque de un medio de elevación con el traslado de nieve.
El Messi de la montaña
Desde su visión, la gran ventaja con la que cuentan es la tecnología de última generación. "Tenemos algunas máquinas específicas para la construcción del parque de saltos y otras con accesorios como malacates que son fundamentales para hacer un trabajo bien prolijo", detalla Loli. Y asegura que este equipo de montaña tiene la suerte de trabajar con uno de los maquinistas reconocido internacionalmente. Habla de Philou Gilliot, uno de los pocos instructores de Pisten Bully en el mundo. "El aprendizaje es constante, es como jugar con Messi", expresa con gran orgullo.
Son los grandes conocedores de cada rincón de la montaña y aquellas noches en las que el clima no ayuda, deben apelar a la memoria para no desorientarse.
"A todos nos genera mucho respeto la llamada travesía cuando no se ve el camino", afirma Loli en alusión al sector que conecta Punta Princesa con el área Central de Catedral. Recuerda que allí en el 2000 hubo una avalancha que arrastró dos máquinas con tres operarios, dos de los cuales perdieron la vida. "En el filo te tenés que orientar muy bien, hay noches que no ves a dos metros y si bien estamos capacitados para hacer este trabajo, podes caerte al precipicio. Cuando veo que no hay seguridad la tarea se suspende", aclara.
A este maquinista con cuatro años de experiencia en Catedral, lo que lo "atrapa" es estar arriba de un pisapistas. "Estoy agradecido con la responsabilidad que me dieron, hay muy buen clima de trabajo, cada uno sabe lo que tiene que hacer", destaca. Y no se olvida de mencionar el trabajo que hacen los mecánicos en el taller cuando se rompe una máquina. "Son increíbles, solucionan rápido y eso no permite capitalizar el trabajo", finaliza.
Veedores de nieve artificial
Los pisapistas no son los únicos noctámbulos de Catedral. Otro de los equipos de trabajo que arranca al atardecer es el de fabricación de nieve. Allí, trabaja Diego Huentenao, oriundo de Bariloche, que entró a trabajar en la montaña en 2005 y luego de pasar por varios sectores prefiere los trabajos nocturnos. "En nuestra área muchas cosas están automatizadas, somos dos en el equipo y tenemos la responsabilidad de estar atentos a que todo funcione bien", precisa este joven de 35 años con siete temporadas de experiencia en el sector.
El horario normal de este equipo es de 23 a 6, pero la jornada se puede adelantar o extender dependiendo de las condiciones del clima que son las que influyen en la fabricación. Para poder hacer nieve artificial es preciso que se dé una combinación perfecta de temperatura y humedad. Sin bien los cañones operan solos cuando las condiciones son óptimas, Diego y su compañero son los que recorren la Base y el sector de Plaza, a unos 1200 metros de altura, donde están instalados unos 17 cañones.
"Nosotros chequeamos los filtros, la sala de bombeo, hacemos el recorrido para ver que todo vaya bien y el viento, por ejemplo, no acarree la nieve encima de la máquina", explica Diego.
Orlando Villanueva, más conocido como el Viejo, hace más de 30 años que trabaja en el centro de esquí. De día en la operación del Cable Carril y de noche en la Estación Superior de ese mismo medio de elevación, el primero en proyectarse en Cerro Catedral. "Yo diría que gran parte de mi casa es la montaña", dice desde su departamento a más de 1800 metros donde pasa sus noches como sereno.
En temporada invernal son entre ocho y diez personas que hacen esta tarea en diversos sectores de la montaña. "En mi área somos dos y nos vamos turnando tres o cuatro noches cada uno, mi responsabilidad es estar atento a cualquier situación que pueda ocurrir con los maquinistas o con los medios de elevación, principalmente, cuando hay mucho viento", expresa.
Entre sus recuerdos, cuenta que el día de viento más complicado calcularon 232 kilómetros por hora en el sector de Lynch, muy cerca de la cumbre. "No podías asomarte, tenía miedo por los vidrios", precisa y afirma que palear nieve por las mañana temprano "es una tarea común" para ellos.
La noche en Catedral también se vive con gran intensidad.