Cómo viajar todo un año canjeando millas
Durante una cena con amigos, el financista canadiense Craig Sowerby (Vancouver, 1972), planteó en voz alta la posibilidad de viajar durante un año por el mismo costo de vivir en una residencia fija durante el mismo período. A fin y al cabo, vivir en un hotel implica que alguien limpia la habitación y hace la cama todos los días. En el hotel el huésped no paga la electricidad y cuenta con gimnasio, pileta de natación, spa o sauna, y quizá incluso vistas espectaculares al mar o las montañas. Y en muchos casos hasta se disfruta de ciertas comidas sin costo.
Frente a la incredulidad de sus amigos, Craig les contó acerca de los PointBreaks, una promoción del programa de fidelización de clientes de una cadena hotelera compuesta por los hoteles Intercontinental, Crowne Plaza y Holiday Inn, entre otros. Cada dos o tres meses, este programa de lealtad ofrecía habitaciones con descuento, a pagar con 5000 puntos por noche.
"Comprar 5000 puntos cuesta aproximadamente unos 35 dólares mediante un truco que les expliqué a mis amigos –ya les explicaré a ustedes–, por lo que ni si quiera es necesario pagar estadías en esa cadena para sumarlos", promete el mismo Craig en la introducción de Travel Hacker, el libro que acaba de publicar en Argentina mediante editorial Planeta.
Memorias de un obsesivo
En esas páginas, el trotamundos canadiense describe con detalle cómo se las arregló para cumplir con el desafío de aquella comida: viajar durante un año alrededor del mundo junto a su novia (argentina) a precios irrisorios y en asientos de clase ejecutiva, bebiendo champagne y alojándose en cadenas de hoteles de lujo prácticamente gratis, siempre a partir de sacarles el jugo a todo tipo de promociones, programas de lealtad, fidelización, millas y puntos de viajero frecuente o cualquier beneficio que pueda obtenerse de una tarjeta de crédito.
A partir de ese momento, se dedicó a investigar trucos, estudió minuciosamente tablas de premios e incluso desarrolló un método para comparar el costo de noches gratis en programas de hoteles con distintos sistemas de puntos. Y si bien reconoce que no lograron canjear esos puntos en hoteles todas las noches, ni millas de viajero frecuente en todos los vuelos, tales excepciones fueron útiles para aprender a sacar ventaja, ya sea con una cadena hotelera, una aerolínea o una agencia de viaje online.
Juntar y gastar millas y puntos puede ser un hobby apasionante, no solo para Craig, sino para otros usuarios que intentan acumular y gastar como en un juego. Una estrategia para ganarle al sistema o, como lo llama Craig, travel hacking.
Como ir al casino
"Mi interés en el juego de las millas y los puntos se asemeja al de una persona que intenta ganarles a los casinos jugando al Black Jack: trato de invertir algo de tiempo y esfuerzo para comprender las reglas del juego a fin de sacarles ventaja a esas mismas reglas en mi propio beneficio", señala Craig.
Desde que las aerolíneas comenzaron a ofrecer vuelos gratuitos a cambio de millas, hubo pasajeros que emprendieron viajes innecesarios a fin de ganar puntos. Incluso, en las denominadas mileage runs más extremas, el pasajero nunca abandona el aeropuerto de destino, sino que se baja de un avión para subir a otro, con el objetivo de capitalizar las promociones especiales de los programas de viajero frecuente.
En 2000, el programa Latin Pass, que representaba a diez aerolíneas latinoamericanas, decidió ofrecer un bono de un millón de millas a cualquier miembro que, dentro de un lapso específico de seis meses, pudiera cumplir con una serie de condiciones: volar en todas las aerolíneas asociadas; tomar tres vuelos adicionales con otros socios de Latin Pass; pasar tres noches en hoteles asociados y alquilar un auto por tres días en determinadas empresas de alquiler de autos.
"Quienes crearon la promoción sin dudas pensaron que casi nadie lograría cumplir con todos los requisitos. Pero resultó que se corrió la voz muy rápido en internet y cientos de travel hackers se atrevieron a intentarlo", explica el experto Craig en una suerte de diario de viaje repleto de datos útiles donde explica con detalle la manera en que finalmente, en 2015, concretó el objetivo de recorrer el mundo y visitar los cinco continentes por un año utilizando millas, puntos y programas de fidelización en hoteles.
Locos por los puntos
Desde que en 1981 American Airlines lanzó AAdvange, su programa de lealtad para viajeros frecuentes –al que al poco tiempo siguieron las cadenas hoteleras y empresas de alquiler de autos más importantes–, hubo varios intentos legendarios de ganarle al sistema y obtener recompensas desmesuradas.
Craig cita el ejemplo de Steve Belkin, quien descubrió un vacío técnico en un determinado programa para viajeros frecuentes que permitía a sus miembros ceder sus millas y otros beneficios a sus empleadores. Belkin encontró algunos vuelos internos en Tailandia que costaban 8 dólares ida y vuelta, con los que, sin embargo, se ganaban miles de millas. Fue así que viajó al Norte de Tailandia y contrató a algunos granjeros para que pasaran todo el día yendo y viniendo entre Chiang Mai y Chiang Rai en avión.
El truco de los postres
Otro travel hacker que Craig rescata es el californiano David Phillips. En el año 2000, la marca de alimentos estadounidense Healthy Choice ofrecía 1000 millas en cualquiera de los programas de viajero frecuente de Estados Unidos a cambio de diez códigos de barra de sus productos.
Phillips descubrió que los paquetes individuales de postrecitos de chocolate se vendían por 25 centavos de dólar. Hizo un cálculo rápido: 2,50 dólares equivalían a 1000 millas. Y se dio cuenta de que podía ganar miles de millas a un costo relativamente bajo, de modo que compró todos los paquetes que estaban a la venta en la tienda más próxima a su casa y en otras quince tiendas cercanas. En resumen, hacia el final de la promoción Phillips había gastado 3140 dólares en postrecitos y había recibido 1,2 millones de millas aéreas.