A una hora de Orlando, el Kennedy Space Center es un verdadero parque temático del espacio que renueva sus atracciones mirando ahora hacia Marte. Ideal para fanáticos y muy recomendado para almas curiosas.
Cualquier desprevenido puede imaginar lo que siente un verdadero fanático del espacio en este lugar. Es que con sólo ver una de las últimas atracciones, se pone la piel de gallina. Se trata de la presentación del transbordador Atlantis, el mismo que viajó al espacio 33 veces en diferentes misiones que terminaron en julio de 2011. Todo comienza con una película que narra la historia de los intentos por crear un transbordador (1969-1981) que pudiese ser reutilizado una y otra vez; la imagen final se termina fundiendo, detrás de la pantalla, con el verdadero Atlantis que cuelga, impactante, en una sala de varios pisos que ayuda a acercarse a la nave desde distintos puntos. La música, la iluminación, lo épico de la historia crean una atmósfera irreal, como si se estuviese adentro de un film, o por subir –heroico– a una nave hacia el espacio.
En los entrepisos también hay juegos interactivos, mucha información sobre las misiones de los transbordadores y sobre la Estación Espacial Internacional. Para los conocedores, un shock emocional; para los novatos en el tema, la entrada a un mundo apasionante. También hay un simulador que te convierte por un rato en un astronauta en pleno despegue y, un poco más allá, una tremenda pantalla IMAX para ver una película en 3D.
Las salas se suceden, todas con imponentes tamaños que permiten albergar, por ejemplo, al cohete Saturno V, que fue el que impulsó varias naves de la misión Apolo al espacio, entre ellas a la Apolo 11, la que llevó al hombre por primera vez a la Luna. Hay grandes anfiteatros que permiten sentir algo parecido a estar en la propia sala de control de lanzamiento, además de recreaciones con la llegada a la Luna o con los avances en las investigaciones que tienen el ojo puesto en la llegada a Marte.
En enero pasado se abrieron dos nuevas atracciones que tienen al Planeta Rojo como objetivo principal. Se trata de dos juegos que invitan a la exploración de Marte para entrenar el aterrizaje y la caminata en la superficie marciana a través de simuladores físicos y virtuales inmersivos y de microgravedad, lo que lleva a moverse en un entorno sin fricción.
El armado de cada detalle está pensado al milímetro para pasarla bien, entretenido, queriendo saber más sobre eso que, quizás para muchos al entrar, era una gran incógnita.
Entre las propuestas del Kennedy Space Center está la de almorzar o recorrer el predio con un astronauta, experiencia que incluye las bases de lanzamiento y el enorme edificio de ensamblaje. La charla uno a uno, las preguntas, las anécdotas hacen de esos encuentros un momento inolvidable no sólo para los fanáticos –adultos o chicos- sino también para cualquiera que se haya animado a la experiencia.
Todo es a gran escala, de alto impacto. Se sale del Kennedy Space Center con la adrenalina a tope sin haberse subido a ninguna montaña rusa.