Bariloche: un largo y sinuoso camino hasta... ¡la cena!
Una propuesta que combina travesía con cuatriciclos, motos de nieve y gastronomía de altura
Son las cuatro de la tarde de un día espléndido. Estamos a principios de julio y el Cerro Catedral se está preparando para lo que -se espera- será una gran temporada de invierno. De a poco, la montaña empieza a vaciarse y los esquiadores, satisfechos por la intensa actividad de la jornada, vuelven a casa. Pero no todos.
Algunos nos apersonamos en la Cabaña La Cueva, ubicada en la base, justo enfrente del estacionamiento. Somos la docena de afortunados que viviremos la exclusiva e inolvidable experiencia que empieza -casco mediante- cuando nos subimos a un cuatriciclo para iniciar una travesía por un sendero rodeado de bosques de lengas, llega al nudo cuando hacemos el trasbordo a una moto de nieve y culmina a 1400 metros de altura, a los pies de La Cueva -mágica, y hasta ahora misteriosa- en la que degustaremos un servicio gastronómico de primer nivel. La que viviremos es la versión After Ski, pensada para coronar la jornada de montaña.
La propuesta es, a la vez, tan contemplativa como activa. Durante la primera parte somos invitados a manejar los vehículos aptos para nieve.
Bajo simples instrucciones: "Este es el freno; este, el acelerador y lo importante es seguir la huella, mantener la distancia y no frenar ni acelerar de golpe" cualquiera, mayor de 18 años, o de 17 con registro, puede manejarlos. Y damos fe, es una experiencia adrenalínica y placentera en la que a -solo al principio- se puede llegar a sentir un poco de nervios.
Para esta primera parte, además de aferrarse a los manubrios -o a las agarraderas traseros para que aquel que no maneje-, nada mejor que disfrutar del paisaje en 360° con mucho abrigo: cuellito, gorro, calzado para nieve y guantes incluidos. Porque en la moto y el cuatri, se siente más el viento golpeando en la cara y la inmensidad de la montaña. Luego de casi media hora de travesía, será el turno de sentirse cobijados y cautivar el paladar.
La primera imagen es impactante. Una escalera rústica de troncos de madera escondidos entre la nieve y la montaña insinúa LaCueva. Entre árboles y sobre la pendiente, el techo a dos aguas confirma que estamos en el lugar correcto.
Emplazado dentro de una gran roca, el living de La Cueva está acondicionado con elementos autóctonos que combinan pieles en los revestimientos de las sillas y luminarias diseñadas en madera: dos mesas comunitarias, en las que caben un total de 18 comensales, un fogón a leña, paredes de piedra, techos vidriados y mucha calidez. Una vez desensillados y acomodados, surge la ansiedad por comer y beber. La bebida es libre y se puede optar por jugos, gaseosas, cervezas, vinos, agua con ó sin gas. Para comer nos sirven una fondue de queso quesos con 10 acompañamientos entre los que destacamos papas rústicas, salchichas ahumadas, manzanas, verduras al vapor y canasta de panes artesanales y untables de zanahoria, berenjena y remolacha. ¿De postre? Un cheesecake de dulce de leche con ganache de chocolate y frutos rojos.
Tras la panzada, es hora de emprender el regreso a la base que ahora tendrá como adicional un componente nocturno.
Menú de opciones
La experiencia se presenta en tres modalidades que atraviesan todas las horas del día e incluyen la posibilidad de sumar traslado desde el hotel.
La más clásica y completa es la Travesía Nocturna & Cena, que dura tres horas y sucede con el inigualable ambiente nocturno de la montaña como marco. Al llegar a la La Cueva sirven una cena en tres pasos con entrada: sopa del día, tabla variada de ahumados y quesos, canasta de panes artesanales y untables; plato principal a elegir entre salmón rosado con rissoto de hongos, bondiola de cerdo laqueada con vegetales asados o pasta rellena, para vegetarianos; y como postre ¡bomba! Un choco-cheesecake de dulce de leche con ganache de chocolate y frutos rojos. Cuesta $5.000 para adultos y $4.000 para niños de entre 6 y 12 años.
Además, existe la versión más estandarizada que es diurna y también atraviesa arroyos y bosques de lengas con paradas en miradores naturales, y recorre un área del Catedral que sólo puede ser visitada con estos vehículos todo-terreno. Dura 50 minutos y las salidas son a las 10; 11.15; 12.30; 1.45 y 3 de la tarde. Esta opción cuesta $2.900 el vehículo, que puede ser ocupado por 1 o 2 personas. lacuevacatedral.com