Las comunidades virtuales que te pueden ayudar en tu próximo viaje
Más allá de la planificación, la compra y el intercambio de recomendaciones, sugerencias y opiniones, la gran comunidad de Internet sirve a viajeros de todo el mundo para resolver complicaciones de las más diversas durante sus estadías fuera de casa.
Gracias a la inmediatez y su accesibilidad global, la red se vuelve una herramienta útil ante imprevistos que tanto pueden estresar a quienes se fueron de sus hogares para descansar y pasear.
Facebook, con más de 2167 millones de usuarios activos en el mundo y 23 millones en la Argentina, es un punto de encuentro virtual súper concurrido y consultado en el que es sencillo ponerse en contacto con desconocidos que comparten intereses y preferencias y que por lo tanto pueden aportar datos que solucionen eventualidades y accidentes. Frente a lo inesperado nada mejor que la red de contención virtual.
Como el 911
Hay que decirlo: en los grupos de Facebook que reúnen a viajeros, exiliados y curiosos puede pasar de todo. Algunos usuarios comparten fotos y experiencias; otros piden datos de hospedaje y los más osados hasta se atreven a buscar compañeros para sus travesías. Además de consultas extravagantes como "¿dónde puedo conseguir un mate en Wellington?", "busco argentinos que quieran ver el partido de la Selección en Turín" o "me ofrezco para dar tratamientos psicológicos a distancia", los grupos suelen funcionar como el 911 o el SAME de los viajeros en apuros.
Por ejemplo, en Brasil en Auto, que tiene más de 135.000 miembros dedicados a intercambiar experiencias y datos sobre las mejores maneras de llegar al país vecino en cuatro ruedas, los tips y las soluciones de último momento son moneda corriente. De madrugada, durante fines de semana o feriados, es común que algunos participantes escriban posteos que incluyan el grito virtual de URGENTE.
Así le pasó a Carolina Zalazar, de San Miguel, quien en marzo de este año viajaba junto a su familia y la de su hermano en auto a Bombas, uno de los destinos predilectos de los argentinos que eligen Brasil como país de veraneo.
Por una distracción, dejaron olvidada la carpeta que contenía todos sus documentos en la oficina de migraciones de Uruguayana y recién se dieron cuenta cuando pararon a almorzar en São Gabriel, un pueblito del estado de Río Grande del Sur a 326 kilómetros de distancia.
"Lo primero que se me ocurrió fue preguntar en el grupo porque hace un par de años que soy miembro y vi que otras personas habían resuelto inconvenientes parecidos. Inmediatamente, Matías -a quien no conocía- me pasó el número de la oficina de migraciones brasileña y llamamos para consultar. Los papeles estaban ahí, los había encontrado un policía así que volvimos en uno de nuestros coches a buscarlos. Fue una desgracia con suerte", que para Carolina y su familia, el grupo ayudó a resolver. "Hay mucha gente que aporta muy buenos datos, yo participo bastante consultando y también sumando ideas".
Solidaridad y camaradería
Natacha Franc tiene 29 años y es dueña de un hostel en Puerto Pirámides, la zona urbana más cercana a Península Valdés. Según cuenta, desde hace cinco años cuando logró estabilizar su negocio, viaja como mochilera durante el invierno local -que coincide con la temporada baja del avistaje de ballenas- a distintas partes del mundo. Este año, el destino la encontró en Tailandia.
Pero no todo fue color de rosa porque a principios de junio mientras paseaba por la populosa Khao San Road en Bangkok le robaron la mochila en la que tenía todos los dólares que le quedaban. Y entró en shock.
Ante la desesperación se le ocurrió publicar un pedido en el grupo de Facebook Viajeros por Tailandia y el Sudeste Asiático (Mundo Nómada), que tiene casi 55.000 miembros: su idea era encontrar algún compatriota que pudiera cambiarle unos pesos argentinos que le quedaban en su locker, por dólares. Y gracias a la camaradería llegó la solución.
"Me agregaron a un grupo de Whatsapp y ahí logré contactarme con una chica argentina que estaba volviendo ese mismo día por lo que se ofreció a cambiarme los dólares que le sobraron".
Pero la generosidad no quedó ahí. "En ese mismo grupo la gente se solidarizó mucho, Me ofrecieron comida, casa, de todo." Por eso, para Natacha las comunidades virtuales exceden los imprevistos. "Cada vez que elijo un país siempre entro, me parecen súper útiles, ya sea para urgencias o sugerencias, información, averiguar cuáles son los lugares peligrosos del país y también para asesorarme con los precios y evitar que me cobren de más".
Lo virtual, real
Hay otros casos en que la solidaridad virtual se puede volver real y no tiene al dinero como objeto de intercambio. Así fue para Estefanía Giuffre que mientras estaba en una despedida de soltera en Playa del Carmen se tropezó, se abrió dos dedos y se fracturó uno. En el hospital le dieron cinco puntos. "Esto fue un jueves, el sábado se casaba mi amiga y el lunes volvía para la Argentina, así que la mala fortuna del golpe, traía de positivo que ya estaba por regresar a Buenos Aires, pero aún debía solucionar cómo iba a hacer para ir a la boda. ¿Muletas? ¿Bota? ¿Saltando?"
En el hospital le dijeron que comprar unas muletas podía costar entre 6000 y 8000 mexicanos (cerca de 10.000 pesos); otra opción era alquilarlas, pero su seguro no se lo cubría.
"Pensando si valía la pena todo el trajín del alquiler por un solo día, recordé que estaba dentro de un grupo cerrado de Facebook en el que interactúan 26.000 usuarios, Argentinos en Playa del Carmen. Así que decidí escribir una publicación: Me fracturé un dedo del pie y tengo un casamiento el sábado. ¿Alguien que me preste muletas/bota sólo por ese día? No vale la pena gastar tanto porque me voy el lunes temprano. ¡Gracias! Recibí varias respuestas, muchos diciéndome que si los llevaba al casamiento me hacían upa toda la noche, otros me pasaron contactos para alquilar barato y algunos me ofrecieron botas", recuerda.
Y rememora con una sonrisa: "El feedback fue buenísimo. Finalmente coordiné con una chica que me dejó las muletas en la recepción de su hostel porque no iba a estar. Casamiento con muletas: ¡Check!".
Concluida la boda y antes de partir de nuevo a casa, Estefanía pasó a devolver las muletas cuando de camino por la Calle 5ta. escuchó que una voz de mujer la llamaba por su nombre. Aunque no la reconoció, ella le dijo: "Soy la chica que te prestó esas muletas". Entonces, ambas se fundieron en un abrazo como si fueran amigas de toda la vida.
Estefanía se entusiasma : "Al fin de cuentas, si como dice el dicho todo lo bueno vuelve, ¡esto seguro le va a volver!". Y ha sido producto, aunque a muchos les cueste creerlo, de una interacción virtual que, sin una cuota de magia, se volvió real. El sueño de Mark Zuckerberg está cumplido.
Redes de contención fuera de casa
Cristina Aguirre tiene 33 años, estudió para contadora pública y empezó a viajar en marzo del año pasado gracias a una visa Working Holiday que obtuvo para Nueva Zelanda. "Es muy difícil conseguirla así que me fui sola porque a la gente con la que quise ir no le salió".
Según cuenta, allá son esenciales los grupos de Facebook y hay uno para cada necesidad. Por ejemplo, buscar alojamiento compartido, pedir consejos y hasta conseguir trabajo porque algunos se crean por zonas y publican ofertas locales. "Los he usado muchas veces y eran la manera más rápida. También son útiles para resolver problemas: había casos de gente que tenía conflictos con sus empleadores y hacía consultas de índole legal".
Más allá de las contingencias, Cristina recuerda que también usó los grupos para crear redes de contención. "Empecé a participar cuando me fui a Nueva Zelanda. Primero para entender un poco en qué consistía esa visa que me habían dado, después para contactarme con gente que también viajaba sola y así fue como conocí a varios argentinos que estaban en la misma que yo y aún sigo viendo".
Tras trabajar un año en Nueva Zelanda, Cristina está recorriendo el sudeste asiático y aunque tiene planeado volver a la Argentina en septiembre no es para vivir como antes de partir. "Te cambia mucho la cabeza viajar así y te ayuda a animarte a emprender cosas". Quizás -quién sabe- un proyecto con alguno de los nuevos amigos que conoció en los grupos virtuales que frecuenta.