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Existió en Buenos Aires un edificio que fue testigo privilegiado de nuestra historia. Desde su azotea el General Beresford luchó contra Liniers durante la Primera Invasión Inglesa. En sus galerías se guarecieron de la lluvia los patriotas durante la gesta del 25 de Mayo. Generales, Gobernadores y Presidentes; todos pasaron bajo su arco central.
Y a pesar de tan augusta historia pocos recuerdan a este edificio: se trata de la Antigua Recova que dividía en dos a la actual Plaza de Mayo.
La historia de la recova nace cuando Buenos Aires aún era un enclave en la periferia del Imperio Español. Era una época donde la ciudad era tan pobre que el Cabildo apenas lograba pagar la cera consumida en las fiestas religiosas.
Siendo imperativo aumentar la renta se sugirió, en 1756, construir un edificio que sirviera como mercado. Pero las idas y vueltas, los cambios de autoridades y la burocracia colonial hicieron que recién para 1801 se aprobara un proyecto definitivo. Esta recova iba a ocupar la mitad de la actual Plaza de Mayo, del lado Este de la calle Defensa, que la atravesaba. El edificio iba a estar destinado a mercado, con espacio para dos pulperías y ocho casas de renta. Este proyecto iba a poner a Buenos Aires a la altura de Lima y la recova de su Plaza Mayor.
Los planos fueron enviados a España, para ser aprobados por el Rey, y mientras tanto, el Virrey Del Pino autorizó la construcción de un edificio provisional, que se mantuvo en pie por… 82 años.
El nuevo edificio contaba con cuarenta puestos para la venta de mercancías y de un solo golpe hermoseó la Plaza de la Victoria. Es que hasta ese momento el lugar había sido un barrial que, en días de lluvia, era imposible cruzar.
Una plaza dividida
No se puede hablar de la historia de la recova sin detenerse en la geografía de la Plaza de Mayo. Cualquiera que haya visto otras plazas coloniales va a notar que hay algo raro en la plaza central de Buenos Aires: ocupa dos cuadras en vez de una.
El motivo es que la plaza original solo ocupaba el lado Oeste de la actual Plaza de Mayo. Llamada Plaza Mayor, o de la Victoria, este era el espacio que se había reservado para plaza durante la segunda fundación.
Lo que hoy es la parte Este de la plaza fue, en un principio, el terreno que le correspondía al Adelantado Torres de Vera y Aragón.
En 1608, con permiso del gobernador Hernandarias, los jesuitas ocuparon la manzana del adelantado, a donde edificaron una capilla y varias construcciones. Continuaron ocupando la cuadra hasta el año 1661 cuando se decidió mudarlos porque sus edificios entorpecían la línea de tiro de la Fortaleza. De ahí los jesuitas pasaron a establecerse en la que hoy es conocida como la “Manzana de las Luces”.
Tras el desalojo el terreno quedó baldío, lleno de barro y funcionando como zona de maniobras para las tropas, por lo que se le conocía como Campo de Marte. La única construcción que quedó fue una pequeña casa que se llamó “Piquete de San Martín” y que sirvió para alojar tropas y estacionar carruajes.
Rémora colonial
Al terminarse las guerras civiles, hacia la década de 1860, el país comenzó un proceso de transformación y crecimiento que se vio reflejado en el desarrollo urbano de Buenos Aires.
Mientras que el censo de 1869 registraba 180.000 habitantes, para 1895 se podía ver un crecimiento explosivo con 663.000 habitantes.
Durante esos años llegaron a la ciudad gran cantidad de bancos, importadores, compañías de transporte, entre otros rubros.
Tras la epidemia de fiebre amarilla de 1870 se comenzó a construir un sistema de saneamiento para la ciudad y, ya en esos años, se discutía qué proyecto se adoptaría para el nuevo puerto.
Con la federalización de Buenos Aires, en 1880, la ciudad dejó de estar en la órbita de la provincia y quedó bajo el control del Gobierno Nacional. En este contexto aparece en escena el primer intendente porteño: Torcuato de Alvear.
Este hombre ocupó el puesto con una clara misión en su mente: modernizar a Buenos Aires.
El destino quiso que la Recova fuera la primera víctima de este proyecto.
Mientras que en su tiempo la Recova había sido un gran adelanto urbano, en este nuevo mundo el edificio se había vuelto una rémora de un pasado colonial.
Ya se pensaba en abrir la Avenida de Mayo y en construir un nuevo edificio para la Casa de Gobierno. La pobre recova quedaba en el medio de este nuevo eje urbano y eso significaba que debía desaparecer.
Lo único que detenía la obra era que la propiedad pertenecía, desde los tiempos de Rosas, a la familia Anchorena, quienes exigían una enorme suma de dinero para abandonarla. Fue necesario comenzar un proceso de expropiación. Como suele ocurrir, se desató una contienda judicial alrededor del asunto.
Alvear, hombre difícil de amedrentar, ordenó mandar a demoler el arco central en agosto de 1883 para devaluar la propiedad y mandar un mensaje claro a la familia. Y es que la recova tenía la particularidad de que fue vendida en trozos, y los Anchorena sólo habían quedado dueña de los cuerpos laterales del edificio, sin perder la ciudad el control sobre el arco.
Muchos afirman hoy que la situación judicial se extendió por décadas y que la familia realizó un excelente negocio, pero lo cierto es que esto no es verdad. La Corte Federal fijó el precio de la propiedad en 9 millones de pesos (los Anchorena pretendían 20) y la expropiación se hizo efectiva el 1° de Mayo de 1884.
Muere la Recova, nace la Buenos Aires Moderna
Apenas la indemnización estuvo depositada (8 de Mayo) se ordenó la demolición del edificio. Alvear tenía toda la intención de completar la nueva plaza para los festejos del 25 de Mayo.
Para cumplir los plazos se empleó a una cantidad inusitada de obreros, que picaban las bases de las columnas para derribarlas con sogas. Mientras tanto se anunció que cualquiera podía llevarse los escombros de la demolición, para acelerar la limpieza del terreno.
Para el 14 de Mayo ya no quedaba nada de la recova y los trabajos se enfocaban en terminar la plaza. Los obreros trabajaban en dos grupos, unos retiraban los escombros mientras otros instalaban los adoquines recién llegados.
En los últimos días el ritmo de trabajo fue frenético, dirigidos personalmente por Alvear, y extendiéndose hasta bien entrada la noche. Primero se usó un caño de gas para iluminar la zona y luego se instaló un foco eléctrico.
Finalmente, el 25 de Mayo, se inauguró la obra. Aunque la calle Defensa aún dividía en dos el terreno, en pocos años la unificación sería definitiva. Había nacido la Plaza de Mayo.
La Recova fue el primer gran edificio de la Buenos Aires virreinal y su caída marcó el fin del periodo colonial. Fue el momento en el que comenzó a desaparecer la gran aldea para dar lugar a la metrópolis.