Ya que están de moda las "experiencias" , pongámoslo en esos términos: dormir una noche en el Good Hotel es una experiencia. Los motivos son varios:
1) Es una plataforma de corte industrial que flota sobre el Támesis y a la que se entra por un muelle. Vino flotando desde Ámsterdam, remolcado por uno de esos buques chicos con fuerza de hormiga atómica. En los Países Bajos se construyó como centro de detención, pero no llegó a usarse y se abandonó. Luego de la recuperación y transformación en hotel, funcionó un año en Ámsterdam –en 2015 recibió un premio por la mayor innovación/disrupción en la industria hotelera–, y a fines de 2016 navegó a Londres . Desde que abrió, hace poco más de un año, es una curiosidad incluso para los propios londinenses que también vienen a quedarse.
2) Como los hoteles del grupo que inaugurarán en los próximos tres años –Madrid, Nueva York, Río de Janeiro y probablemente uno más en Londres–, el Good London funciona con el concepto de profit for non profit, eso es que crea ingresos que luego se reinvierten en proyectos sociales. Los objetivos principales son dos. El primero, y para el que se destinan 5 libras de la tarifa, es apoyar a la ONG Niños de Guatemala, en Antigua. El emprendedor y fundador Marten Dresen viajó por allí de mochilero, vio demasiada escasez y se propuso hacer algo cuando pudiera. El segundo objetivo es integrar a la comunidad local, justamente la zona donde está ubicado, Royal Victoria Docks, es más necesitada que otras áreas ricas de Londres. Entonces, forman a gente desempleada –entre 48 a 60 personas por año– y luego los ayudan a conseguir empleo en el sector hotelero. Ayo, el joven de origen nigeriano que servía las mesas por la noche vivía a diez minutos en auto y era la primera vez que trabajaba.
3) Los espacios comunes son amplios y con enormes ventanales hacia el Támesis y el estadio The O2 Arena. En ese living room –así se llama– se sirve el desayuno, que está incluido y es muy completo, y tiene vista a los patos que nadan tranquilos en el río. A la noche sirven tapeos, una copa de vino y algunos platos simples y contundentes. Hay buena música y la tripulación está a la orden y con una sonrisa. Los que no se hospeden pueden llegar a tomar algo o a cenar. Es un buen lugar para reunirse, trabajar y pasar el tiempo. En verano, se arma un bar en la terraza con preciosas y desconocidas vistas de los docks.
4) El Good tiene 148 habitaciones, cada una de apenas 13 metros cuadrados, pero están aprovechados de forma inteligente y práctica. Lo más lindo es asomarse a la ventana literalmente pegada a la cama y ver el río y más allá el cable carril auspiciado por Emirates que llega volando hasta Greenwich y Canary Wharf. Los que duerman en una doble, eso sí, mejor que se lleven bien.
5) El precio de esta experiencia varía –y puede variar muchísimo– según el día entre 50 libras y más de 200 cuando en el vecino Centro de Exposiciones ExCeL hay alguna feria importante.
El Good Hotel tiene autorización para permanecer en el dock por cuatro años más, sin embargo la administración local está tan conforme con los trabajos comunitarios que se dice que es posible que la licencia se extienda.
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