Varados en India: calor extremo y comida en ollas populares
"No lograba que entendieran lo que necesitaba. Resulta que tuvieron que traerla de otro lugar. Cuando fui a buscarla, tuve que ponerme a escarbar yo en los cajones de la farmacia porque no la encontraban. Mientras tanto, la gente se acumulaba, todos estaban desesperados por agarrar lo que necesitaban", cuenta Nardulli, quien se desempeña en el rubro gastronómico.
Finalmente, Nadia consiguió hacerse con su medicación y compró varias cajas hasta junio, por las dudas la espera se extienda.
Como ella, hay más de 225 argentinos varados en diferentes ciudades de la India que se enfrentan continuamente a este tipo de situaciones. Tal es el caso de una amiga que se hizo durante el viaje que vivió una situación aún más extrema: tuvo que pedir prestada una moto para llegar hasta una farmacia a donde tenían el medicamento para su mamá diabética. Ambas están varadas también en Rishikesh.
"Uno se tiene que hacer cargo porque la embajada no resuelve mucho, pero porque no encuentran las medicinas y no saben en qué farmacias se pueden conseguir. Hay que ir y caminar una por una".
Una situación similar vivió cuando atravesó dos períodos de menstruación, ya que las toallitas femeninas no existen en India. "Ese tema es un tabú acá. Conseguí el último paquete de tampones que había en el supermercado y tuve que pagarlo con tarjeta porque ya no me queda efectivo", comenta.
Nadia está varada en un hotel de dicha ciudad, a 400 kilómetros de Nueva Delhi, y está conviviendo con otras 4 mujeres -una argentina y tres venezolanas- que viajaron con ella por varias ciudades del país. El dueño del hotel también está alojado con ellas ya que quedó varado en su propio país.
"A pesar que se permite salir a comprar hasta las 13, él sólo nos deja hacerlo hasta las 10. Entendemos que es por la salud de todos. Además, en el hotel hay un cocinero que nos hace desayuno y cena que tenemos que costear nosotras".
Calor insoportable y pocas rupias
Otro argentino, de 57 años, que prefirió no hacer pública su identidad para que su familia no se preocupe, también está varado en Rishikesh y se enfrenta todos los días al interrogante si tendrá o no qué comer ese día porque no tiene tarjeta de crédito, las casas de cambio están cerradas para cambiar dólares y sólo le quedan algunas rupias.
Está alojado en un hostel de habitaciones pequeñas, en las que sólo tienen un ventilador cuando afuera las temperaturas suelen rozar los 40 grados.
"En el baño no tengo ni inodoro, sólo letrina y no es fácil estar agachado ahí con mi edad. Este lugar no tiene para cocinar y nadie quiere tocar nuestra plata porque piensa que estamos apestados", contó.
Cada día piensa cuidadosamente qué va a comer porque no sabe cuándo va a poder volver a Argentina.
"Durante un tiempo comía sólo bananas, tomates y zanahorias crudas como los conejos. Si encuentro un pan lactal, me hago un sándwich de pepino y tomate", dice.
Su situación extrema, lo llevó a participar de ollas populares que suelen hacer en las calles de la ciudad y que ofrecen a occidentales e indios.
"Vos tenés que hacer la fila con un platito y te ponen un poco de comida. Es muy duro porque a veces tenés que estar horas bajo el sol. Todo el mundo está desesperado".
Para él, lo peor de su experiencia como varado es el "daño psicológico" que le generan ciertas situaciones como que un occidental le pida un poco de comida o algunas rupias. "Te sentís una basura porque pensás: ‘Si se lo doy, mañana no como yo’", expresa.
Los únicos en Bombay
Nora Testa tiene 57 años, es de Rosario y también vivió un mal momento cuando se quedó sin su medicación para la hipertensión. Recurrió al consulado argentino en Bombay, ciudad a donde se encuentra varada junto a su marido y otra pareja.
"Afortunadamente, ellos lograron conseguir la medicación y me la enviaron el hotel. Siempre tuvieron buena voluntad y atención", cuenta Testa, que es antropóloga de la Universidad Nacional de Rosario.
Uno de los principales problemas que tienen en Bombay es que la pandemia está avanzando a ritmo acelerado y las prohibiciones de circulación son cada vez más profundas.
En un principio, Nora y sus compañeros de viaje se organizaban para turnarse y salir a comprar, pero hace unos días que les prohíben hacerlo. Entonces se vieron en la obligación de comprar comida adentro del hotel: una pizza les costó 16 mil rupias, es decir, $1800.
"No podemos llevar ese ritmo de gasto. Todavía tenemos algunas provisiones, pero no sabemos cómo vamos a abastecernos después", detalla.
Una esperanza de regreso
Desde que están varados en India, los argentinos siguen constantemente las noticias del Gobierno y las decisiones con respecto a las fronteras.
Una luz de esperanza se encendió cuando el canciller Felipe Solá anunció que no dejarán "afuera" a ningún argentino y mencionó a la India dentro de las rutas de repatriación.
"Es la primera vez que nos mencionan dentro de los procedimientos que se vienen haciendo y manifestaron la intención de repatriar a todos los argentinos hasta la primera quincena de mayo. Esa es nuestra perspectiva", dijo María Laura Frigerio, quien está varada en Nueva Delhi con su hermana.
Ellas tienen otra luz de esperanza: su vuelo, operado por Qatar Airways, fue reprogramado para el 11 de mayo, aunque saben que el cierre de fronteras de la Argentina podría cancelarlo.
"La embajada está a disposición para hacer todo lo que esté en sus manos. Las limitaciones que tienen son porque es información con la que no cuentan. Siempre hubo disposición por parte de ellos para averiguar. Siento que hacen un trabajo de servicio con las limitaciones que tienen", explica.
Al servicio de la embajada, también se sumó el del resto de los argentinos varados que intentan ayudarse entre sí. Tal es el caso de Sergio Lais Suárez, un médico que decidió visitar al resto de sus compatriotas para hacerles una revisión médica. La embajada puso a su disposición un auto oficial y un permiso para que pueda trasladarse a cada una de las ciudades.
"Nos dio una sensación de contención y solidaridad que se vive entre nosotros. En principio, todos estamos saludables. Estamos viviendo una situación estresante y una sensación de ausencia muy grande", dice Frigerio quien fue atendida en dos ocasiones por su compatriota.