Un osario, la leyenda del dragón y otras excentricidades de Brno
BRNO. Podría ser la entrada a una estación de metro o a un estacionamiento subterráneo. Pero estas escaleras en pleno centro de Brno, la segunda ciudad más importante en República Checa, conducen a un sitio muy diferente. Junto a la Iglesia de Santiago y bajo la plaza del mismo nombre, son los escalones de acceso a un antiguo osario con los restos de más de 50.000 personas. Ahí nomás, debajo de algunas de las calles más transitadas.
El lugar fue descubierto en 2001, pero quienes lo estudiaron indican que son huesos de víctimas de pestes, guerras y otras tragedias desde comienzos del siglo XIII. Es el osario visitable más importante de Europa, después del famoso de París, y está profesionalmente dispuesto e iluminado para que todos puedan admirarlo en una extraña e interesante atracción turística.
El espectáculo es fuerte. Túneles y recámaras con muros de cráneos bajo una luz ténue en un silencio inquietante. Los huesos, en algunos casos, están dispuestos como instalaciones de pretensiones artísticas. En otros, parecen simplemente apilados por orden de llegada.
El lúgubre osario opera en una realidad paralela a la de esa ciudad muy viva, que se abre un par de metros arriba, en la superficie. Con su ritmo semipueblerino, Brno es la capital de la región de Moravia y tiene unos 400.000 habitantes. Como corresponde, mantiene cierta rivalidad folklórica con Praga, que está a unos 200 kilómetros, por lo que es una buena escala para quien quiera profundizar su conocimiento de República Checa, más allá de la capital hiperturística.
Como ocurre con las escaleras hacia el osario, muchas cosas en Brno no son lo que aparentan. Eso queda claro al pasar bajo los arcos del viejo Ayuntamiento. Del techo cuelga, a la vista de cualquier transeunte, nada menos que el Dragón de Brno, que asoló la ciudad siglos atrás hasta que un valiente ciudadano logró liquidarlo (cuentan que le dejó como carnada una vaca rellena de cal). Se trata, en realidad, de un cocodrilo embalsamado, convertido en símbolo y motivo de suvenir, además de inspiración del krokodýl, un popular y nada peligroso sándwich local.
Ni siquiera se puede confiar en las campanadas de la catedral de San Pedro. Están adelantadas una hora desde hace siglos. No es decidia, hay una explicación histórica. En 1645, el general al mando del ejército sueco que entonces asediaba a Brno decidió que retiraría sus tropas si, al mediodía, la ciudad no había caído. Enterado del plan, el campanero de la catedral se apuró a tocar exactamente una hora antes del momento límite, para anticipar el alivio. Así Brno se libró de la ofensiva y, para celebrarlo, aún hoy las campanas siguen desfasadas.
De vuelta a la iglesia de Santiago, la del osario, se encuentra otra curiosidad urbana. Entre toda la iconografía sacra, de uno de los muros del templo gótico, del siglo XVI, asoma una figura non sancta: un personaje de piedra conocido como Nehanba (en checo, algo así como "sinvergüenza"), que muestra sus partes traseras. Dicen las lenguas malas y los buenos guías, que es un mensaje del arquitecto a cargo de la obra, disconforme con la paga por sus servicios.
Pero hay un ícono más actual y aún más confuso en Brno: su reloj astronómico, en la central Plaza de la Libertad. Inaugurado en 2010, se lo podría tomar por una escultura fálica o un monumento a la munición gruesa. Es, en verdad, un reloj de granito negro, más parecido a un menhir, con un mecanismo interno, diseñado por Oldrich Rujbr y Petr Kamenik y prácticamente indescifrable para quien, por caso, precise saber la hora. Además, oculta una especie de juego urbano: todos los días, a las 11, deja caer una esfera de cristal, que se debe atrapar en unos conductos internos. Nunca faltan, en ese momento, aspirantes a llevarse el premio. Junto al reloj, en el suelo, se lee esta frase del escritor checo Karel Capek: El tiempo es un concepto muy relativo.
Aparte de todas estas rarezas, Brno tiene como principal atracción a su castillo Špilberk. Dominando la escena desde lo alto de una colina, la fortaleza del siglo XIII, con reputación de inconquistable, protagonizó distintos pasajes de la historia morava: el domino habsburgo, el asedio sueco en la Guerra de los Treinta Años, el encierro de protestantes, revolucionarios polacos , carbonari italianos y jacobinos húngaros. Finalmente, los nazis lo tomaron y remodelaron a su gusto para utilizarlo como cuartel y centro de detención. Hoy, se trata simplemente del mejor mirador 360° de la ciudad.
El otro reloj astronómico
Olomouc es otra ciudad para conocer en la región de Moravia, este de República Checa. A 70 kilómetros de Brno, la capital regional, Olomouc es también un bastión cultural y polo universitario con una población de 100.000 habitantes y casco histórico peatonal y animado hasta tarde por bares y cafés.
Toda visita empieza y termina en su plaza principal, donde se eleva el emblema ciudadano: la Columna de la Santísima Trinidad, monumento barroco de 50 metros de altura, terminado en 1754, al final de una de las pestes más duras que sufrió Moravia. Se lo considera uno de los ejemplos más sobresalientes de barroco europeo. Muy cerca de la columna, hay otro motivo para llegar a Olomouc, el reloj astronómico de la torre del Ayuntamiento. Data de los 1400, casi como el célebre reloj de Praga, pero fue refaccionado en varias oportunidades. La última actualización fue durante el período comunista, algo evidente por la estética soviética de las figuras de campesinos, obreros y hasta futbolistas y astronautas que adornan sus 14 metros de altura. Hasta unos años atrás, el mecanismo hacía sonar La Internacional, pero los tiempos cambiaron y ahora sólo ejecuta canciones tradicionales de la región.
Olomouc tiene otro tesoro menos fotografiado, pero igual de imperdible: el órgano de la iglesia de San Mauricio, donde hace años, en septiembre, se repite un festival de ese instrumento, globalmente famoso. Orgullo de la ciudad, el templo guarda un órgano de 1745, único en el mundo y entre los mayores de Europa en su tipo.
Datos útiles
Cómo llegar
Entre las opciones de vuelo desde Buenos Aires hasta Praga, Turkish Airlines ofrece buenas conexiones, con el atractivo extra de combinar el viaje con una visita a Estambul. Hay tarifas desde 1000 dólares, ida y vuelta en clase turista.
De Praga a Brno, hay varias frecuencias diarias de tren. El viaje tarda unas 2.40 horas y el pasaje cuesta desde 3.90 euros. De Brno a Olomouc, el viaje en tren es de una hora y el pasaje cuesta 2,5 euros.
Dónde dormir
En Olomouc. Theresian Hotel & Spa, un hotel boutique en la ubicación más conveniente y con uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Desde 98 euros la habitación doble. En Javorícská 5. Contacto: reception@theresian.cz
En Brno. Barcelo Brno Palace Hotel, una importante propiedad con el estándar de esta cadena internacional, a pocos pasos del circuito céntrico y peatonal. Desde 85 euros, la habitación doble. En Šilingrovo námestí 2/265. Contacto: brnopalace@barcelo.com
Cambio
La moneda en República Checa es la corona. Un dólar equivale a 21 coronas checas; un euro, 25 coronas. En los bancos la comisión oscila alrededor de 2%.
Cómo moverse
Para organizar un recorrido por República Checa, Jitka Jirátová es una guía bilingüe experta en pasajeros de habla hispana. guiaprivadadepraga.com; tel. +420 604 111 939.
Más información
www.czechtourism.com