- 13 minutos de lectura'
“Hace años que no se veía tanta gente, estamos teniendo el mejor verano de la historia, con una ocupación del 87% en promedio. A partir de diciembre, explotó de visitantes y se mantuvo, incluso los días de semana, con estadías más largas que las habituales”, resume con entusiasmo Gustavo Sandoval, secretario de Turismo de Tornquist, donde se asientan Sierra de la Ventana y Villa Ventana, entre otras localidades. Pero este caso no es más que una de las pocas excepciones que confirman una regla que se extendió a lo largo y ancho del país: viajó mucha menos gente que en enero del año pasado, cuando la palabra coronavirus recién se empezaba a escuchar en las noticias internacionales. Y faltaron, claro, los turistas extranjeros, que solo en enero del año último sumaron 900.000 visitas.
La temporada se fue demorando, con definiciones sobre aperturas casi sobre la fecha. Revolotearon rumores infundados de cierres anticipados, se sumaron algunas restricciones y requisitos de testeos en algunas provincias, se redujo considerablemente la oferta de vuelos y servicios de ómnibus. Pero, a pesar de todo y entre los nubarrones grises que sobrevuelan sobre el sector turístico nacional desde que comenzó la pandemia, en lo que va de esta atípica temporada hubo algunos rayitos de sol, con visitantes que cumplieron con las pocas expectativas en este contexto tan particular y ayudaron a revivir las castigadas economías regionales.
Según un informe del Ministerio de Turismo y Deportes, más de 8 millones de personas se movilizaron por los destinos de todo el país desde el inicio de la temporada. Los números señalan que el Partido de la Costa, Mar del Plata, Villa Gesell, Bariloche, Villa Carlos Paz, Pinamar, Monte Hermoso, San Martín de los Andes, Salta, Gualeguaychú y San Rafael tuvieron el mayor caudal turístico, aunque muchos no estuvieron ni cerca de los niveles de ocupación de otros años. Como odiosa comparación, en enero de 2020 viajaron por la Argentina más de 13 millones de turistas.
En este verano inédito, hubo destinos y rubros de la actividad turística que se vieron beneficiados y otros que siguen muy golpeados.
Los ganadores
En líneas generales, los ganadores son los destinos de cercanía (próximos a las grandes ciudades a los que se puede llegar fácilmente en auto), las localidades más chicas asociadas con la naturaleza, algunos puntos patagónicos y de la Costa Atlántica.
Se beneficiaron en general los complejos de cabañas, hubo un boom de alquileres de casas con piletas en la zona norte de la provincia de Buenas Aires y crecieron las escapadas a Tigre y Pilar.
Las rentadoras de autos se vieron favorecidas porque muchos turistas prefirieron movilizarse de manera independiente, en lugar de hacer excursiones en los lugares de veraneo.
Los perdedores
Entre los que sufrieron una baja alarmante de visitantes se encuentran los destinos que suelen recibir extranjeros, como Ushuaia, El Calafate y Puerto Iguazú. También las ciudades de Buenos Aires y Córdoba, donde, además llegaban viajeros corporativos y de convenciones. En la capital cordobesa, por ejemplo, cerraron definitivamente el Sheraton y el Amerian Córdoba Park, dos hoteles cinco estrellas referentes en el lugar, por la falta de huéspedes y el arrastre de tantos meses de inactividad.
La hotelería es, justamente, uno de los rubros más castigados de punta a punta de la Argentina. Según un relevamiento de la Asociación de Hoteles de Turismo de la República Argentina (AHT), que agrupa a establecimientos de 4 y 5 estrellas del país, el promedio de ocupación a nivel nacional es del 26% en lo que va del verano. “La caída se debe a que muchos viajeros se inclinaron masivamente hacia el alquiler de casas, aun cuando no estaba confirmada la temporada y muchos hoteleros no tomaban reservas. No hay turismo internacional ni corporativo, la temporada empezó más tarde y sufrimos varias restricciones”, enumera Roberto Amengual, presidente de la AHT. Advierte que la situación es crítica: “El porcentaje de ocupación necesaria para cubrir los costos de mantenimiento de un hotel es entre el 40 y el 50%, según cada establecimiento. Los números actuales no alcanzan ni al promedio mensual necesario, además venimos de muchos meses sin trabajar”.
Los números del informe dan cuenta que en la provincia de Buenos Aires los porcentajes de ocupación hotelera en lo que va de la temporada fueron del 44% con picos del 50%. El verano pasado, en este mismo período, fue del 76,% en promedio, con un pico de 88.4% en enero.
La ocupación en los hoteles de la Patagonia se desplomó del 74,2 del verano pasado al 28% para el promedio de diciembre y enero actual. En el Litoral pasó del 65,2 al 22% y en la zona centro, del 64,3 al 24.5%. En CABA , del 64,1 se descendió a un alarmante 14.5%. El NOA bajó del 60,9 al 25%.
Los números aportados desde la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica de la República Argentina (Fehgra), asociación que nuclea a hoteles de todas las categorías y establecimientos gastronómicos, son similares y preocupantes. Además, reportan que muchos hoteles siguen cerrados, porque les resulta más costoso abrir para pocos pasajeros por los gastos que implica la operación. En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, destacan que un 90% de los hoteles asociados siguen cerrados y el resto no llega a un 10% de ocupación.
En Córdoba, el 35% de los establecimientos no está trabajando durante esta temporada estival. En la provincia de Buenos Aires, si bien la Costa Atlántica fue uno de los destinos más elegidos por los turistas durante enero, la ocupación promedió el 35%. En la Patagonia, se destacan Villa La Angostura y San Martín de los Andes, con niveles de 89 y 70%, respectivamente. Bariloche alcanzó el 58%, mientras que Puerto Madryn y la Comarca de Los Alerces, un 40%. Ushuaia y Neuquén Capital lograron solo el 35%. En la Costa de Río Negro, las reservas que se concretaron tocaron el 30%. Por último, El Calafate reportó un 25% de ocupación y Trelew, un 20%.
La situación actual de la hotelería y la gastronomía es crítica. La caída de la actividad es muy impactante, pero además la recuperación está siendo mucho más lenta que en el resto de los sectores económicos.
Graciela Fresno, presidenta de Fehgra, enciende las alarmas: “La situación actual de la hotelería y la gastronomía es crítica. La caída de la actividad es muy impactante, pero además la recuperación está siendo mucho más lenta que en el resto de los sectores económicos. El escenario es aún más pesimista que el peor de nuestros pronósticos. Por eso, insistimos en la importancia de seguir teniendo asistencia del Gobierno”.
Costa Atlántica
Los balnearios de la provincia de Buenos Aires fueron los destinos más elegidos. De hecho, encabezan los pedidos de permisos en la Aplicación Cuidar Verano: los primeros puestos fueron para el Partido de la Costa, Mar del Plata y Villa Gesell, pero paradójicamente estos destinos perdieron un importantísimo caudal de visitantes, que se notó en muchos lugares con playas más vacías y calles céntricas poco transitadas. Todo depende del cristal con el que se mire y se analice este verano dominado por la pandemia, donde todos, inevitablemente, pierden.
En el Partido de la Costa, que abarca San Bernardo, San Clemente y Santa Teresita, entre otros balnearios, la ocupación registrada fue del 85% por ciento durante los fines de semana, especialmente en la segunda quincena de enero. En la semana, cae la actividad y los comerciantes reniegan por las pocas ventas.
Desde Villa Gesell informaron que entre diciembre y enero recibieron alrededor de 350.000 visitantes, una baja importante en relación con el año pasado, que en el mismo período registró el récord de un millón de veraneantes. El resultado los deja con un 65% menos de turistas. Los boliches cerrados y la prohibición de bajar a las playas de noche desalentaron a muchos jóvenes, principales habitués de esas arenas. En cambio, Mar de las Pampas y los pequeños Mar Azul y Las Gaviotas, en el sur del mismo partido, registraron plena ocupación.
“Es la mejor temporada posible, si bien los valores son inferiores al año pasado, en el contexto en que estamos, son positivos, -rescata Emiliano Felice, secretario de Turismo de Villa Gesell-. Somos el tercer destino elegido según la app Cuidar Verano. Todavía queda febrero, que viene bien con las reservas, con más anticipación que enero y esperamos que marzo sea tan bueno como diciembre”.
En Mar del Plata recibieron 832.230 turistas durante enero, acumulando desde el 1 de diciembre, cuando comenzó la temporada, 1.418.312 arribos, según datos del Ente Municipal de Turismo (Emtur). El año pasado, solo en enero habían llegado 1.383.870 personas, lo que marca una baja considerable.
“Muchos dicen que fue la peor temporada de la historia, pero yo no lo veo así, fue la temporada posible en este contexto, similar a la que tuvieron en otros lados del país y el mundo, en realidad fue la peor temporada del mundo. En la segunda quincena de enero llegamos a picos de reservas de alquileres de un 50%, muchas casas y departamentos no se pusieron en alquiler porque se quedaron los dueños y en otros casos preferimos no alquilar, por ejemplo, cuando vienen pedidos de muchos chicos para alojarse en una propiedad...queremos evitar las reuniones clandestinas”, cuenta Miguel Ángel Donsini, presidente del Colegio de Martilleros de Mar del Plata.
Los hoteles marplatenses trabajaron con un 25% de ocupación los días de semana y llagaron al 40% los fines de semana, con picos del 60%, cuando el clima de la segunda quincena acompañó. Pero un 36% de la hotelería permanece cerrada.
En el partido de Pinamar, Cariló es la localidad que menos sufrió el impacto del coronavirus, con una ocupación del 91% en enero, según un relevamiento del Observatorio de Pinamar. En enero de 2020, había llegado al 93%. En Pinamar se registró un 75% de ocupación, en Ostende, un 63% y en Valeria del Mar, un 62%. El año pasado los valores se ubicaban en 91, 89,6 y 96,3 por ciento, respectivamente. Una de las particularidades del verano en este partido es que una hubo una reducción del 35% en la oferta de alquileres, porque muchos propietarios decidieron instalarse en sus casas.
Patagonia
La Patagonia vive una temporada de contrastes. Mientas en la Región de los Lagos, integrada por las ciudades de Neuquén y Río Negro, se alcanzaron buenas cifras, otros destinos como Ushuaia y El Calafate sufrieron bajas históricas y son las que más extrañan a los extranjeros y a los vuelos, que se mantienen con frecuencias reducidas. Por ejemplo, El Calafate apenas logra un 25% de ocupación hotelera.
Los datos del Instituto Fueguino de Turismo dan cuenta que durante diciembre y enero visitaron Tierra del Fuego 44.739 personas. Para tener una idea de la disminución de turistas en esta provincia lejana y dependiente de los vuelos, en los últimos veranos Ushuaia, solo en enero, superaba los 70.000 visitantes. El verano pasado recibió 405 recaladas de cruceros, una actividad que se paralizó con la pandemia.
Las localidades neuquinas están entre las ganadoras del verano. El Ministerio de Turismo provincial informó que enero finalizó con una ocupación promedio del 80%, con picos del 95% en destinos como San Martín de los Andes. El lugar que tuvo mayor porcentaje de habitaciones tomadas entre el 28 de diciembre y el 24 de enero fue Villa Pehuenia-Moquehue.
Bariloche también vive una temporada que genera optimismo, con picos de 60% de ocupación durante enero (el mismo mes de 2020 había llegado al 75%). “Ya llegaron 170.000 personas desde que empezó la temporada. La gente se volcó hacia cabañas y departamentos porque la hotelería esperó más para salir a vender, pero algunos hoteles pudieron llegar a niveles altos. Faltaron los extranjeros, especialmente los chilenos, que hubieran venido favorecidos por el cambio”, plantea Gastón Burlon, secretario de Turismo de Bariloche.
Estamos teniendo un verano que superó las expectativas: pensábamos que llegaríamos al 40 o 50% sin embargo, logramos 60% en la primera quincena de enero y 55% en la segunda.
En la costa rionegrina, el habitualmente concurrido balneario de Las Grutas recibió en enero alrededor de 110.000 visitantes, lo que representa una caída del 40% respecto a enero de 2020, cuando llegaron más de 180.000 turistas. La ocupación fue del 47%, según un informe del Municipio de San Antonio Oeste.
Córdoba y Mendoza
Las capitales provinciales fueron las más perjudicadas por la baja de visitantes, pero en los destinos turísticos del interior los números son alentadores.
En Córdoba, por ejemplo, en lo que va de la temporada ya recibieron 2.300.000 turistas (en el mismo período del verano pasado fueron 3.400.000), que dejaron buena ocupación en los destinos de las sierras, especialmente los fines de semana. Esteban Avilés, presidente de la Agencia Córdoba Turismo, se mostró conforme, especialmente con los resultados durante los los fines de semana, con una ocupación que osciló entre el 70 y el 100% en algunas localidades. “Durante la semana, hay más dificultades. Notamos que muchos cordobeses aprovecharon para redescubrir la provincia, cuando otros veranos se iban a otros destinos o al exterior”, destaca Avilés. Al igual que en otras zonas, hubo una alta inclinación hacia el alquiler de casas con pileta y cabañas en lugar de hoteles.
Eso explica los bajos números que aporta Fehgra: en Villa Carlos Paz, hubo un 40% de ocupación hotelera promedio, con mejoras durante los fines de semana. En Villa General Belgrano se alcanzó el 60% y en La Falda no se llegó al 30%.
En Mendoza, el panorama fue similar: los viajeros prefirieron los sitios rodeados de naturaleza, relegando a la capital a bajos niveles de visitantes. En cambio, en San Rafael, en el sur provincial, la ocupación llegó al 86 % en algunos puntos.
Misiones y Salta
Puerto Iguazú es uno de los destinos más golpeados. Las Cataratas recibieron 26.000 turistas durante enero, una caída del 85,7% respecto a 2020, cuando recorrieron el parque nacional casi 200.000 personas. Misiones exige test negativo de Covid-19 para ingresar, algo que seguramente contribuyó al descenso. Se sumaron, además, la demora en la apertura del parque, la reducción de la oferta aérea y, por supuesto, la falta de extranjeros.
En Salta, la situación fue más favorable, a pesar de que la capital provincial sufrió una caída de turistas, como otros centros urbanos del país: “Recibimos muchos visitantes de la región norte del país porque, dada la situación, nos promocionamos mucho entre nuestros vecinos, nos reconvertimos, porque perdimos conexiones aéreas y terrestres”, explica Mario Ernesto Peña, ministro de Turismo de Salta. Y agrega: “Muchas localidades tuvieron durante enero altos niveles de ocupación, que rondaron entre el 65 y 85%, a pesar de que el verano no es nuestra temporada fuerte, que empieza en marzo. Por ejemplo, duplicamos las salidas del Tren a las Nubes, con un 96% de ocupación”.
El verano más esperado, pero también el más complicado, deja resultados dispares. El manejo de la pandemia y el avance de las vacunas serán clave para todos los sectores de la economía. El turismo, uno de los más afectados, seguirá muy de cerca todas las instancias para adaptarse al nuevo mundo.
Temas
Más notas de A Fondo
- 1
Pubertad precoz: las principales causas que adelantan los cambios físicos en los chicos
- 2
Una pareja viajaba a Santa Fe para celebrar Navidad, chocó contra un camión y murió
- 3
Los incendios de bosque nativo se complicaron y el humo cubrió a Bariloche
- 4
Qué significa que no te gusten los abrazos, según la psicología