Elegidos por Magdalena Mactas*
VIEILLE VILLE (Ciudad Vieja)
En la colina más alta dentro de la ciudad, la Catedral de St. Pierre se dibuja contra el cielo con su cúpula color verde agua. Es el corazón de la Vieille Ville, centro histórico que, como tantos otros burgos, se protegió de los atacantes con murallas.
A los pies del muro está el monumento a Calvino, padre de la reforma que hizo de la codiciada Ginebra su bastión. Su estatua vigila la eternidad de sus doctrinas frente a un muro ascético. Algunos sienten que su espíritu aún sobrevuela por aquí. Ginebra se encuentra en un cruce de caminos de Europa y, por ello, siempre tuvo que luchar por su identidad. Lo cual quizás explique el carácter algo áspero de sus habitantes. Aunque es difícil encontrar un ginebrino "auténtico": más del 50% de su población es extranjera. Esta contradicción, entre un destino de grandeza y su talla pequeña actual, contribuye al peculiar ambiente de la principal ciudad de la Suiza franco-parlante, cuyas vistas inspiradoras se pueden observar caminando por la Vielle Ville.
LA RADE Y LES BAINS DES PÂQUIS
Si Ginebra es una ciudad de signos, cuna del fundador de la semiología Saussure, quizás el símbolo que más la represente sea el jet d’eau (el chorro de agua, que alcanza 140 metros de altura).
Estamos frente al lago Lemán (para muchos, lago Ginebra), conocido por su belleza azul profundo rodeada de montañas con nieve. Ginebra está en la punta suroeste del lago, de cara a la bahía alargada en cuyo centro se alza el jet d’eau, como un símbolo de la potencia de etéreo hermetismo del ethos local.
El origen de este monumento se remonta a la necesidad de los relojeros locales de generar la energía necesaria para sus manufacturas, para lo cual necesitaban el agua del lago y, en consecuencia, también una válvula de escape. Con una dosis de tecnología helvética se hizo posible el efecto que hoy se admira. Un lugar privilegiado para su contemplación es el restaurante y sauna Les Bains des Pâquis, situado en un muelle sobre la ribera derecha del lago, desde el que se puede apreciar la ciudad en 360° día y noche.
LE CIMETIÈRE DES ROIS
Llegué cuando despuntaba el invierno y las montañas que rodean Ginebra empezaban a mostrar cimas nevadas. El primer día me acerqué al Cementerio de los Reyes, en busca de la tumba de Borges.
Tomarme unos instantes frente a aquella piedra sepulcral, que había visto en fotos, se convirtió en un acto de pasaje para comenzar mi nueva vida aquí. La inscripción en su tumba "Y que no temieran", escrita en inglés antiguo, se transformó en amuleto. Vuelvo de vez en cuando para recobrar energías y conversar, en parte como me hablo a mí misma.
Quiso un destino de laberintos que la persona más importante desde mi llegada a Ginebra, la exquisita bailarina y coreógrafa suizo-argentina Noemí Lapzeson, quien además tuvo la ternura de convertirse en mi madre postiza, se encuentre hoy enterrada a dos metros de Borges, tras su fallecimiento a comienzos de este año. Cada vez que puedo les rindo visita, y descubro a alguno de los notables que yacen en este pequeño cementerio de ciudad.
RECOMENDADO POR: Magdalena Mactas
Llegué a Ginebra a mediados de 2015 para continuar mi trabajo en la cooperación internacional, y con el plan de compartir un departamento con un amigo de la primaria que vivía cerca. No sucedió ni lo uno ni lo otro, y así empezó una aventura difícil, pero estimulante que me llevó a crear mi agencia de producción audiovisual y comunicación Mag Agency.
PRODUCCIÓN JULIETA MORTATI
LA NACION