Tras los pasos de Astor Piazzolla
Un circuito por las casas del músico
Astor Piazzolla tenía alma de valija. No era de aquí ni era de allá sino de todas partes (Facundo Cabral dixit). Aunque de la casa natal, del cuarto alquilado en los fondos de la Confitería Marplatense no queda nada. Una placa del Centro Piazzolla de Buenos Aires recuerda que allí, en Rivadavia 2527, en Mar del Plata, nació el viernes 11 de marzo de 1921 el hijo único de Vicente y Asunta, de Nonino y Nonina. "El padre, un hombre inquieto, siempre inclinado a pensar que la vida era más linda en otra parte", como se lo describe en la biografía de María Susana Azzi y Vicente Collier, se lo llevó a Nueva York. Casi ocho décadas después estuve caminando por esa zona del East Village, la contracara del turístico Greenwich. En el número 8 de St. Mark´s Place, arriba de un salón de billares vivió la familia que luego se mudó a la vuelta, al N° 313 en la calle 11 Este, a metros de la segunda avenida. No cambió en nada ese edificio rojo, con graffiti de bandas juveniles, que quizás usó Martín Scorsese en alguna de sus películas. Precisamente Jack Lamotta, luego campeón mundial, iba al mismo gimnasio con Astor.
El barrio sigue siendo un lugar de inmigrantes, antes italianos ahora ucranios con su bar Veselka en la esquina donde comí un rico Borscht maso. Imaginémonos en 1925 en esas calles que todavía inspiran respeto. A la vuelta vivía George Raft, un gángster de ida y vuelta en el cine. Justo entonces don Vicente le regaló el primer bandoneón que había encontrado en una casa de empeño por 18 dólares.
El edificio tiene una placa de la asociación que preside el empresario norteamericano Jo Fish, que cuando le preguntan qué tiene que hacer la Argentina para salir de sus problemas siempre contesta: "Apuesten al tango".
"Fui criado en Nueva York y tuve calle desde muy chico", decía al recordar de memoria a sus compañeros de entonces: Nuncio, Nino, Joseph y Rocky Graciano. Uno de sus últimos grandes discos, precisamente grabado en Nueva York, se llama La Camorra , quizá su testamento tanguero. Allí conoció a Carlos Gardel y de esa relación surgió su papel de canillita en el Día que me quieras . También en Manhattan, en la calle 92 Oeste, compuso Adiós Nonino . Acababa de volver de Puerto Rico donde se enteró de la muerte de su padre actuando con Juan Carlos Copes.
Cerca del mar
Al regresar a los 16 años a Mar del Plata don Vicente compró una casa en Alberti 1555, donde hoy está la Terminal de Omnibus. Levantó un bar y lo llamó a Nueva York. El hijo se deslumbró al escuchar por radio a Elvino Vardaro y después lo llevó de la mano Aníbal Troilo, aunque casi no quedan restos de los cafés y cabarets de la época.
Desembarcó en Buenos Aires en la pensión Alegría, en Sarmiento 1419. La llamaba La Liebre porque era lo que corría el futuro gourmet. Luego se mudó muchas veces: Urquiza 41, Jujuy 895, Asamblea 1276 en Parque Chacabuco, Libertad 942, Entre Ríos 505, Carlos Pellegrini 979 y sus últimos domicilios en Libertador 1088, 4854 y 4408. Las casas cuentan historias y sería bueno prestarles oídos como a su chalet de Punta del Este y su mano a mano con los tiburones.
Lo mismo que a los muchos departamentos que ocupó en París, en especial, de la isla de St. Louis que era su preferida. En el número 54 se jugaba con la palma de la mano, un antecedente del tenis. El hotel del fondo se llama Jeau de Paume y Piazzolla vivió al lado, en el número 56, un cuarto piso sin ascensor. Entré de curioso, comencé a subir las escaleras, y sentí a Astor a mis espaldas con las alitas que le dibuja Sabat.
horaciodedios@fibertel.com.ar