Tour por Santiago de Chile con mirada feminista
El lugar es luminoso, blanco, minimalista, podría ser una tienda de tecnología. "Tenemos estos juguetes que se usan a través de una aplicación y son para las relaciones a distancia", dice la vendedora. El local se llama Japi Jane y es una tienda de juguetes para grandes, como lo describe su dueña, la norteamericana Jane Morgan, que se hizo famosa en Chile por hablar sobre el placer femenino de forma sana y demostró que el sexshop no necesita ser un antro oscuro y sucio. La tienda es la penúltima parada de este tour feminista creado hace un año por Tours con Sentido.
El punto de partida es la calle Miraflores, pleno centro de Santiago, y se remonta al 1700, cuando las mujeres consideradas inquietas, de mal vivir o que querían separarse de sus maridos, eran enviadas a la Casa de Recogidas, donde sus ansias de vivir más libres eran controladas. En ese entonces quedaba en el límite de la ciudad, frente al cerro Santa Lucía, donde ahora hay una plaza. Los tres árboles más longevos eran del jardín de la casa, que fue demolida para construir la estatua del político y escritor Benjamín Vicuña Mackenna. Un caso famoso de mujeres enviadas a lugares de encierro, dos siglos más tarde, fue el de la escritora Teresa Willms Montt, que antes de eso vivió varios años en Buenos Aires, donde conoció a Victoria Ocampo y los pantalones.
Monserrat Sepúlveda tiene 30 años, un pañuelo violeta anudado al cuello, inspirado en el pañuelo verde de las marchas argentinas, y es la guía y creadora de esta organización que ofrece otros tres recorridos con temas que vienen cobrando fuerza de este lado de la cordillera: LGBT+, Migración y Cambio Climático .
Avanza al 1800, cuando se les reconoce a los esclavos negros el derecho a asesoría legal y empiezan a llover demandas de mujeres por abuso sexual sistemático. Se abre el debate de abolir la esclavitud y más tarde Chile pasa a ser el primer país de habla hispana americano en hacerlo. Hay un libro de registro de las denuncias en el Archivo Nacional, frente a la plaza.
Educación y poder
Caminamos hacia la Iglesia de San Francisco, en la Alameda, una gran avenida que recorre el centro cívico. Después de que Chile se independizó comenzó a funcionar en esa iglesia el primer centro educativo para niñas. Cuarenta años más tarde las niñas, ya crecidas, crean un grupo literario y publican un periódico semanal: El Eco de las señoras de Santiago. ¿Por qué permaneceremos frías espectadoras del drama político-religioso que ha principiado a representarse en la Cámara de Diputados? ¿Por qué somos señoras? NO. Nos habéis declarado inhábiles para elegir a los representantes de la nación, i por mui deshonrosa que sea esta declaración la aceptamos con gusto i aun la justificamos. Pero no habéis sellado nuestros labios, ni podéis sellarlos, I HABLAREMOS. Tenemos derecho a escribir, I ESCRIBIREMOS, escribían estas señoras en su periódico, en 1865.
Hasta el momento el Estado solo financiaba la educación de los niños. Por eso dos profesoras fundaron colegios privados para niñas. Y después mandaron cartas a la Universidad de Chile, también sobre la Alameda, para que sus niñas fueran aceptadas. Ellos las derivaron al Ministerio de Educación y luego de un idea y vuelta de cinco años entre las dos entidades sale el Decreto Amunátegui, en 1877, que aprobó el ingreso de mujeres a la universidad.
Al año siguiente entró la primera mujer a la Universidad de Chile, Eloísa Díaz, que durante nueve años tuvo que ir a clase acompañada de su madre, y se graduó de médica. Para poder ejercer en un quirófano tuvo que esperar siete años más hasta que se recibió la primera enfermera.
La siguiente batalla será cómo llegar a cargos públicos en el Gobierno. Para eso vamos a La Moneda, la casa de gobierno, con su antejardín verde –a fuerza de mucho riego- rodeado de vallas. Elena Caffarena, abogada egresada de la Universidad de Chile, fue quien más peleó por el voto y quien redactó la ley que fue aprobada en 1949. En los cuatro años siguientes fueron electas la primera diputada, ministra y senadora. Por esa época Violeta Parra tenía su propio programa en la Radio Chilena y Gabriela Mistral, que ya había ganado el Premio Nobel, era recibida con honores -por primera vez- en La Moneda y honrada con el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Chile; acompañada por su pareja encubierta de secretaria, Doris Dana. Eran años de gran avance para la mujer hasta que llegó el golpe.
De la dictadura al 8M
Entre tres y cinco por ciento de las personas detenidas fueron mujeres. Hubo un centro de detención llamado Venda Sexy, enfocado en la violencia sexual. "Las mujeres empezaron a tener un rol mucho más fuerte porque se quedaron solas –explica Monserrat– y la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos fue liderada por mujeres.
Caminamos por el Paseo Bandera, una calle peatonal pintada de colores y con instalaciones artísticas, hasta llegar al SERNAM, Servicio Nacional de la Mujer, creado en 1990 para los casos de violencia doméstica, considerada apenas para las mujeres casadas.
Todo sigue más o menos igual hasta que llega la primera presidenta, Michelle Bachelet, y comienza a hurgar en las razones que anteceden a la violencia de género. Es durante su segundo mandato, luego de su período a cargo de ONU Mujeres, que logra crear el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género –y aquí Monserrat detalla por qué equidad y no igualdad.
Llegamos a la Plaza de Armas, llena de turistas, nos paramos frente a la Catedral, y cambiamos al inglés para evitar insultos por parte de los que pregonan en la plaza, porque hablaremos del aborto. En 2013 el aborto parecía un caso imposible. Sin embargo, la primera marcha a favor del aborto libre, que fue en julio de ese año, fue una de las más grandes y polémicas. La manifestación entró a la Catedral durante una misa a San Santiago, patrono de la ciudad -oficiada por un obispo que hoy es cuestionado por abusos sexuales- y el tema dio muchísima prensa. Cuando Bachelet, que es médica, vuelve a la presidencia, modifica el discurso sobre el aborto, sustituye los argumentos emocionales por fundamentos médicos, y en 2017 se despenaliza el aborto en tres causales. Ahora la lucha es por el aborto libre.
Caminamos hacia el barrio Lastarria, cada vez con más tiendas y lugares para comer como Colmado, el café donde termina el recorrido y es comandado por mujeres. El calendario avanza hasta el 8M, la marcha de la mujer que se hizo el año pasado y que fue tan masiva que sorprendió a las propias organizadoras, y fue clave para la aprobación, en cuatro municipios de Santiago, de la primera ley de acoso callejero.
Sobre este tema, 25 mujeres reunieron textos que exploran qué significa ser mujer y salir al espacio público en el libro Avisa cuando llegues, con edición de la escritora Alejandra Costamagna. El libro también está a la venta en Tienda Nacional, otro emprendimiento que visitamos, creado por mujeres hartas de la brecha salarial del 19% en relación al hombre; de que apenas el 15% de los cargos gerenciales sean ocupados por mujeres -a pesar de encabezar el 60% de las graduaciones universitarias-.
"Ahora la lucha no es por la mujer sino por las mujeres y la diversidad que hay, –dice Monserrat–, antes de abrir la puerta de Japi Jane, donde hay juguetes de todos los tamaños y colores".
También por en Buenos Aires
En Buenos Aires también se ofrece un tour feminista desde el año pasado, que cuenta la vida de mujeres que tuvieron un rol importante en nuestra historia y las conquistas que se lograron. El recorrido incluye visitas a la Fuente de Nereidas, el monumento a Juana Azurduy , el Puente de la Mujer y las calles con nombres de mujer de Puerto Madero. También se llega hasta la imagen de Evita en el Ministerio de Desarrollo Social, sobre la 9 de julio y el Congreso, donde se repasan las leyes que las mujeres conquistaron.
Las salidas suelen ser los sábados, a las 10. El recorrido dura 3 horas y cuesta 400 pesos para residentes de CABA y $ 500 para visitantes de otra ciudades del país. facebook.com/FemiTour.bsas.