En pleno proceso de "dar un paso al costado" en sus obligaciones como miembros de la Familia Real británica, los duques de Sussex analizan irse a vivir a la ciudad canadiense. ¿Qué tiene de especial? ¿Cuáles son principales atractivos? ¿Es tan cruel durante el invierno?
Nacida en Los Ángeles, pero enamorada de Canadá, Meghan vivió seis años en Toronto justo antes de conocer al príncipe Harry. Fue mientras filmaba Suits, la serie de abogados que le dio fama internacional. Entonces, no sólo adoró su gente, sino que además hizo muy buenos amigos. Y, de hecho, ya convertida en duquesa de Sussex y como mamá de Archie –bisnieto de la reina Isabel II–, optó por Vancouver para pasar esta última Navidad. Todo antes del explosivo anuncio conjunto con Harry de su deseo de "dar un paso al costado" como miembros de la Familia Real. Y del apoyo que les ofreció la soberana en "la transición durante el tiempo que pasarán entre Canadá y Reino Unido".
Rascacielos y crisol de razas
Toronto es muy distinta a Londres. Tiene poco patrimonio histórico y mil edificios altísimos. De hecho, su atractivo turístico más popular es la CN Tower: una torre de comunicaciones –hasta hace poco una de las más altas del mundo– desde dónde se puede ver la ciudad y el lago Ontario. Los miradores están entre los 342 y los 346 metros de altura, con el piso transparente, los restaurantes giratorios y la posibilidad de recorrer con arneses la parte exterior. ¡Sólo para libres de vértigo!
Segunda en importancia después Ottawa, la capital, Toronto es centro económico y financiero de Canadá. Tiene tres millones de habitantes y más de la mitad no son canadienses. Ergo, es una ciudad multicultural, con barrios como Chinatown, Little Italy, Korea Town, Greek Town y Little Portugal.
Rica en cultura, idiomas y gastronomía, podría ser comparable con las grandes ciudades de Estados Unidos. Tiene una zona comercial, económica y financiera, con edificios modernos y vidriados; pero, en sus alrededores, barrios de casas bajas y calles tranquilas. Como Seaton Village, aquel que habitó Meghan desde 2011 hasta 2017, cuando se comprometió con Harry. Barrio que le resultaba ideal cuando su fama crecía sin pausa, en un país donde los paparazzi no siguen a las celebridades como en los Estados Unidos o Gran Bretaña.
Yonge Street es la calle más importante de Toronto y durante muchos años se discutió si era o no la más larga del mundo. Lo concreto es que atraviesa la ciudad de sur a norte, y divide el este y el oeste de las calles que la cruzan. A orillas del lago Ontario tiene puertos desde dónde se puede salir a visitar islas o playas, como las de Woodbine.
Además, en Toronto hay un Entertainment District, con teatros, auditorios para conciertos, restaurantes y clubes nocturnos. Cuenta, además, con grandes estadios como el Scotiabank Arena –ex Air Canada Center–, donde se celebró la apertura y el cierre de los Invictus Games de 2017. Fue justamente ahí, como un designio del destino, donde el príncipe Harry se mostró por primera vez con Meghan ante la prensa.
Con inviernos helados y veranos calurosos, Toronto está preparada para superar los avatares del clima. En diciembre, enero y febrero está por debajo de los cero grados, rodea los -9º y sólo excepcionalmente llega a los -25º. Mientras que, en verano, la media son 25º y la máxima llega a los 30º, pero no suele superarla.
Justamente por el frío, Toronto tiene el PATH, que es una red de subte de 30 km con galerías, restaurantes y negocios, con acceso directo a los edificios. Todo está pensado para que quienes trabajan en el centro tengan que salir lo menos posible a la superficie. Entonces tal vez Toronto sea la ciudad ideal para Harry y Meghan, si quieren bajar el perfil y esconderse.
LA NACION