"Aquí empieza la patria", dice Manuel. De rostro cobrizo y cabello azabache, sonríe parado frente al cartel de letras coloridas que reza el nombre de su ciudad. Tiene treinta años y vive en Tijuana, la metrópolis mexicana que marca la última frontera latinoamericana en el extremo noroccidental de México.
"Aquí empieza la patria y también termina". Manuel acomoda su enorme sombrero charro de terciopelo beige. Vestido con la típica indumentaria de los mariachis, ha hecho un intervalo en su repertorio de canciones y deja la guitarra a un lado para hablar con el grupo de turistas con voz tan aguda como sonora. Cuenta la historia de un par de amigos que soñaban con pasar al norte, a los Estados Unidos, dejando la patria atrás. El sueño no fue posible, concluye Manuel.
Tijuana es la quinta ciudad en cantidad de población de México. Casi dos millones de personas viven allí, apretadas contra una larga frontera que apenas las separa de los Estados Unidos. Del otro lado de la línea que hace de límite entre ambos países está San Diego, ciudad con la que Tijuana conforma un colosal conglomerado transnacional de más de tres millones y medio de habitantes.
Diariamente, alrededor de trescientas mil personas atraviesan la frontera de un lado a otro a través del Paso de San Ysidro, convertido desde hace ya varias décadas en el punto fronterizo terrestre más cruzado del mundo.
Los dos lados
"Para muchos mexicanos, los Estados Unidos constituyen la ilusión de poder cambiar sus vidas. Para la gente más desamparada, es la esperanza de recomponerse económicamente o de darles un mejor futuro a sus hijos. Por eso son muchos los que llegan hasta Tijuana esperando poder pasar, dar el salto a las tierras gringas. Pero para pasar hay que tener los papeles en regla y eso no es sencillo. Sin papeles, la ilusión queda en nada", dice Alex Ruiz, dueño de la cafetería La Stazione, en el centro de Tijuana.
Esta cafetería, de estilo muy moderno, convoca casi por partes iguales a mexicanos y estadounidenses que pasan la frontera a diario. "Es habitual que las familias tengan miembros de un lado y del otro, tanto en Tijuana como en San Diego. Acá hay muchas empresas multinacionales instaladas y eso favorece un flujo continuo de gente. Y como nuestros precios son también inferiores a los del otro lado, los gringos vienen mucho para acá", agrega Ruiz.
Los trescientos mil cruces diarios del Paso de San Ysidro son solo el rostro formal de la frontera. Sin la documentación necesaria, una enorme cantidad de mexicanos quedan sin poder llegar a Estados Unidos. Cuanto menos, de manera legal.
"La desesperación y la necesidad son malas consejeras. Y por eso hay algunos que pagan hasta diez mil dólares para que los crucen ilegalmente a través del desierto, un poco más allá de la ciudad. Eso es lo que les pasó a mis dos amigos, que cruzaron y rápidamente fueron deportados", dice el mariachi Miguel, que todas las tardes se acerca a las playas más septentrionales de Tijuana para cantarles rancheras, valses y boleros a los turistas.
A espaldas de Miguel, extendido no solo sobre las arenas, sino también internado en el mar, se levanta un muro de barrotes metálicos que hace las veces de infranqueable frontera entre México y los Estados Unidos. Construido hace ya más de una década, el muro nace en las orillas de la playa, recorre la totalidad de los límites de Tijuana y se extiende aún mucho más allá, internándose en las desérticas tierras de Arizona en las que se estima que más de diez mil latinoamericanos murieron en frustrados intentos de cruces durante los últimos quince años.
Junto al muro, apenas unos metros por delante de los barrotes, está el cartel de letras coloridas que reza el nombre de Tijuana y junto al que Miguel suele cantar. "Me gusta desgarrar mi guitarra en este lugar, porque a los gringos les encanta sacarme fotos con el cartel de la ciudad. Pero muchas veces me da algo de tristeza andar por acá, porque el muro es un símbolo de todo lo que no tendría que existir en la humanidad. Lo que nos separa en lugar de unirnos", reflexiona Miguel con los ojos tristes.
Arte urbano
A lo largo de gran parte de su extensión por zonas urbanas, el muro fronterizo de Tijuana se encuentra invadido de grafitis de todo tipo. "El muro es un buen lugar en donde expresar lo que uno tiene adentro. El muro es un catalizador perfecto de broncas y sueños. Y el grafiti es arte en su sentido más puro, porque es creación y manifestación de todo nuestro ser interior", explica Marcos, un joven de no más de veinte años que vive en San Antonio de los Buenos, una de las área suburbanas más pobladas de Tijuana.
Junto a varios amigos artistas, Marcos ha pintado grafitis no solo en el muro fronterizo, sino también en otros rincones de la ciudad. "Los grafitis se han convertido en un símbolo de Tijuana y muchos visitantes se desplazan a ciertos lugares para verlos especialmente. La nuestra es una ciudad en la que los jóvenes tenemos una participación muy activa y eso es un atractivo para quienes vienen. Los grafitis son una muestra del arte urbano, como también lo son el rock, el hip hop y el rap. Tenemos una marca registrada muy propia de Tijuana, con letras de temas que hablan de la frontera y cosas por el estilo", dice con orgullo Marcos.
Uno de los grafitis más fotografiados por los turistas muestra dos manos entrelazadas, una de tono cobrizo y la otra muy blanca, sobre el fondo de una bandera mexicana. Está pintado cerca de la zona costera del muro y se dice que el artista que lo realizó es nieto de un hombre que murió tratando de cruzar la frontera, a fines de los años noventa. "Es un hermoso mensaje de paz", dice un turista brasileño que se saca una selfie junto a la imagen. Tras la foto, alguien se acerca para decirle que no deje de visitar el Mural de la Hermandad, un sector del muro fronterizo que el artista mexicano Enrique Chiu transformó en un espacio de color y reflexión. Más de dos mil personas han colaborado en este proyecto que se extiende por más de dos kilómetros de paredes divisorias y que ya ha recibido la distinción de Guinness como el mural fronterizo más largo del mundo.
Club Tengo Hambre
Otra característica cultural de Tijuana que atrae la atención de los turistas es la llamada Cocina Baja Med. Considerada una fusión entre los sabores más tradicionales del noroeste mexicano y los platos típicos de la gastronomía mediterránea, combina ingredientes como el chicharrón y el queso añejo con el aceite de oliva y las hierbas de limón.
"Es una gastronomía típica de frontera, con muchas influencias que convergen para crear platos espectaculares. Son muy recomendables el carpaccio de remolacha con queso azul, las costillas bañadas en jarabe de higo y el pato con brochetas de regaliz espolvoreado con guava", explica Antonio Díaz de Sandi, uno de los fundadores del Club Tengo Hambre.
Concebido especialmente para los amantes del turismo gastronómico, este club ofrece excursiones por los mejores rincones culinarios de Tijuana y de gran parte de las ciudades importantes de México. "Nuestra oferta de recorridas incluye tanto los típicos puestos callejeros de Tijuana como los restaurantes de alto nivel. Lo popular y lo distinguido forman parte del mismo placer para los que les gusta la buena cocina", asegura Antonio Díaz de Sandi.
A muy corta distancia de la Zona Río (ver recuadro) corre la Avenida Revolución, una de las más emblemáticas de Tijuana. Sobre ella se levanta el Arco Monumental, que tiene sesenta metros de altura y marca el ingreso a la ciudad para aquellos que vienen desde la frontera estadounidense. Convertido en una postal moderna de la ciudad, cientos de personas suelen juntarse allí para fotografiarse con ese monumento inaugurado hace 18 años para conmemorar la llegada del nuevo siglo.
Bajo el arco cuelga un cartel que reza "Bienvenidos a Tijuana" con los colores de la bandera mexicana. El letrero recibe a esos cientos de miles que diariamente cruzan la frontera. "Esta ciudad es un mundo en sí mismo. La puerta de entrada y de salida para los sueños de muchos. Un lugar único", concluye Antonio Díaz de Sandi. Frente a su vista, las luces de neón empiezan a iluminar el Arco Monumental. Llega la noche en Tijuana.
Datos útiles
Como llegar: desde Buenos Aires, Aeroméxico tiene vuelos a Tijuana con escala previa en Ciudad de México. Desde 18.000 pesos en clase económica, incluyendo impuestos. Informes enwww.aeromexico.com
Dónde dormir: ubicado a solo diez minutos del aeropuerto y en una zona residencial de la ciudad, el Hampton Inn ofrece dobles por valores promocionales que arrancan en los 120 dólares. Servicio de traslado gratuito dentro de un radio de 10 kilómetros del hotel.
El Hotel Real del Río es un 3 estrellas ubicado en las cercanías de la frontera estadounidense. Habitaciones estándar desde 80 dólares. Reservas en www.realdelrio.com