
Reconquista, Avellaneda y Romang. Travesías por el Jaaukanigás, un humedal de 492.000 hectáreas en el noreste santafesino. Resistencia, Colonia Benítez, Villa Ángela y Gancedo.
AVELLANEDA, BASTIÓN FRIULANO
Cuenta la historia que las cien primeras familias oriundas del Friuli (Italia) que poblaron estos pagos llegaron al puerto de Reconquista a fines de 1878, en una balsa para ganado remolcada por un pequeño vapor. Varios días y penurias después, en enero de 1879, cruzaron el arroyo El Rey y tomaron posesión de las tierras donadas por el presidente Nicolás Avellaneda: 100 hectáreas para cada una, que los colonos pidieron reducir a 36 para poder defenderlas del probable ataque indígena. Traían con ellos su lengua furlan, su orgulloso linaje campesino y varios oficios ancestrales: purcitâr (faenar cerdos), marescalc (herrar caballos), cramârs (buhoneros de a pie), rivindulari (vendedoras de hortalizas). Ese espíritu se palpita recorriendo los siete parajes que componen el municipio –El Timbó, Santa Ana, El Carmen, Avellaneda Oeste, La Vertiente, Moussy, La Colmena– donde los descendientes de aquellos pioneros aún cultivan el amor por el terruño, el trabajo y la familia y juegan a las moras cuando se presenta la ocasión. Así lo relata Bruno Zupel, quien nos recibe con la mesa puesta en Los Brunos Lodge, un caserón "hecho a la antigua usanza" y orientado al sureste para que el sol pegue todo el año en sus amplias habitaciones. Guitarrero y cantor, farmacéutico de profesión y coleccionista todo terreno, Bruno es la viva encarnación del legado de sus mayores: ayudado por su esposa diseñó y construyó esta casa y, casi todos los objetos que vemos aquí y en sus otros hospedajes, salieron de sus manos temerarias a la hora de resignificar materiales.

Al despuntar el alba rumbeamos hacia el Bajo Venica para la primera incursión terrestre en el mayor atractivo turístico de la zona: el Jaaukanigás. Un humedal de 492.000 hectáreas –primer sitio Ramsar en el río Paraná– donde convergen riachos, arroyos, lagunas, esteros, madrejones, bañados e islas. Jaaukanigás (pronunciar yaukanigas) significa "gente del agua", y era el nombre de una de las tres parcialidades que –junto con los riikahé o "gente del campo" y los nakaigetergehé o "gente del monte"– componían la nación de los abipones, moradores de estas vastedades desde, al menos, dos mil años antes de la llegada del huinca. Así los identificó el jesuita Martín Dobrizhoffer, quien por supuesto intentó, y en algunos casos logró, evangelizarlos. La entrada a los Palmares está "al costadito" del Club Defensores de la Costa. Como se estila en estos casos, el propietario del campo lindero –primo de Gustavo Venica, nuestro anfitrión– abre la tranquera y anticipa que será difícil alcanzar el Paraná. Dicho y hecho: llovió varios días seguidos y el barro nos obliga a volver un kilómetro antes de la costa. En el trayecto, aves de todo porte y plumaje, huellas de zorros entreveradas con los surcos que abren las camionetas, tacuaras, camalotales y una palmera de cuatro gajos, única en su "especie" y en el planeta: según dicen, un emblema de los cuatro hermanos Venica que echaron raíces en el Nuevo Mundo.
EL JAAUKANIGÁS EN PIRAGUA
En el largadero del Club Caza y Pesca, Alejandro Velázquez empuja las piraguas al río para una travesía que promete descubrir "el Jaauka" de manera relajada. Internándonos por la Laguna de los Deseos hacia los bañados del San Jerónimo, cruzamos barcas de pescadores que esperan el pique amparados bajo la abigarrada selva en galería donde imperan ingás, timbós y curupíes (los cazadores furtivos preparan con su savia el pega-pega, un adhesivo para atrapar bichos incautos). En la copa de un aliso, un mono carayá grita alarmado. "Habrá visto una curiyú o una ñacaminá", comenta Alejandro. Son serpientes constrictoras que –como el tuyango, la garza mora, el jabirú, el pato cuchara y el pato marueco– integran la fauna silvestre. En Tres Bocas, sobre el brazo del arroyo Amarillo, acampamos para la infaltable mateada con masitas y garrapiñadas elaboradas en la región. Regresamos aguas arriba por un canal estrecho flanqueado de casillas, esquivando remansos.

El Circuito de Turismo Rural Sabores de mi Tierra permite conocer a los productores locales, ver cómo trabajan y saborear delicias de primera mano. Cortos de tiempo como estamos, sólo alcanzamos a visitar a dos. Raúl Braidot, "de profesión manisero", siembra tres hectáreas de maíz confitero una vez al año y lo cocina como se hacía antes: en horno de barro. Pero cuenta con un aliado para agilizar el trámite: la máquina clasificadora que inventó su hijo Adrián, un tambor de lavarropas que, girado a mano, va descartando los maníes más pequeños. En Nonna Dora, otro de los establecimientos que participan del programa Agregar Valor, Nisi Delbon prepara sabrosísimos crostij sobre una mesa larga flanqueada por viveros. La receta –heredada de su madre, Victoria Urbani– se diferencia por el uso de levadura y el agregado de granitos de sal. Rematamos con ravioles caseros con pollo en el Il Nonno, en el viejo Almacén de Longhi, parada obligada de los vecinos cuando cae la tarde.

AL JAAUKANIGÁS DESDE RECONQUISTA
El territorio de la actual Reconquista fue anexado al incipiente Estado argentino por el teniente coronel Obligado, con el apoyo de los Lanceros del Sauce, abipones evangelizados que conformaron la vanguardia del Ejército del Norte. De esta y otras cosas se enterará quien visite el Museo Histórico en la vieja estación de ferrocarril, cuya colección exhibe fonógrafos y armas del ejército donadas por un convento de monjas, junto a la epopeya del "oro blanco" (así llamaban al algodón) y el primer reloj de la catedral. También se recomienda conocer la Casa Roselli –la más antigua de la ciudad, jardín botánico incluido– y los museos de arqueología y de arte.

A pocos metros de la arenera El Monito, una de tantas que bordean el puerto, nos espera Carlos Tortul, experimentado guía de pesca que será nuestro capitán en una nueva travesía por el deslumbrante Jaukaanigás. Soltamos amarras cuando el sol afloja: todavía no arrecian los mosquitos (al atardecer no hay repelente que aguante) y ya pasó lo peor del calor. Dejando atrás la costa, entramos al brazo San Jerónimo rumbo al arroyo El Palma: un entrevero de meandros donde la lancha se desliza entre veloz y plácida. Ese verdor descomunal que vemos a los costados y los locales llaman sencillamente "la isla" es el preludio de la Reserva Provincial Virá Pitá, entre el riacho Correntoso al poniente y el brazo San Jerónimo al este. Formada por varias isletas de nombres sonoros, brinda refugio y alimento a carpinchos, coipos, lobitos de río, aningas, chiricotes, boyeros y miriquinás. Pero faltan botas altas y tiempo para desembarcar. Cuando regresamos al largadero, el sol ya se ocultó y su última luz recorta las siluetas de los pescadores en el puente.

Romang es tal como se presenta: una ciudad costera con alma de pueblo. De impronta migratoria suiza, fue fundada en 1873 por Teófilo Romang. Pero las malas lenguas afirman que el susodicho se llamaba Peter Wingeyer y había escapado a América con dinero robado bajo el brazo. En el viaje habría comprado el pasaporte de un médico fallecido a bordo —il vero Teófilo— que le permitió ejercer la medicina en los años 1860 en Esperanza y, de paso, fundar Helvecia.

Recorremos la pequeña ciudad en bicicletas que el municipio alquila por una suma irrisoria. Rodeamos la plaza principal, donde está la primera casa de material de la zona –150.000 ladrillos, asentada sobre barro– y hacemos un alto en el camping de la playa y el viejo cine –hoy Salón Cultural– donde Abel Ramseyer nos enseña el proyector de 1930, que todavía funciona, y varios pósters de películas censuradas en los setenta. Varios vecinos toman "el vermucito" antes del almuerzo y bromean cuando les pregunto el nombre del almacén. "El Bajo Flores, así se apellida el dueño," canturrea uno. "Yo le digo Escuelita de Jubilados", chispea otro. Y el más serio de todos asevera, ajustándose el cuello de la camisa, que supo llamarse Comedor San Martín. Acompañados por Manuco Eichenberger, responsable de turismo, visitamos a don Alejandro Rodríguez, un pescador retirado que conoce "las islas" como la palma de su mano curtida. Sus ojos se humedecen cuando recuerda que "trabajaba día y noche, como siempre. Porque nunca fue fácil". Alejandro, que vivió 28 años en un rancho, agradece que lo hayan "agasajado con el terreno" y señala una chata oxidada de 1928 con la que salía a vender pescado a los pueblos vecinos: Vera, Malabrigo. El humor no se empaña cuando piensa en la muerte: "San Pedro te engaña con unos caramelos y te lleva".
RESISTENCIA, USINA DE CULTURA
Los resistencianos –nativos y aquerenciados– están enamorados de su ciudad y su provincia y lo demuestran. Verborrágicos y sonrientes, se les ilumina la cara cuando hablan de manifestaciones culturales o evocan el monte chaqueño y sus tesoros. Uno de ellos es Federico Bojanich, propietario de Nanas Suena Bien, un restaurante donde bandas de jazz, soul o folclore acompañan cada noche los platos de Matías Moschino, muchos vegetarianos e inspirados en los colores de aves locales como el ñacurutú y el surucuá. Otro es Marcelo Gustin, anfitrión de El Fogón de los Arrieros, un indefinible espacio de arte y sociabilidad que es "el origen de todo". Fue iniciativa de Aldo Boglietti, un comerciante rosarino que en 1943 abrió su casa para "las tertulias de los martes" y promovió las "esculturas en las calles". Bajo el lema "Usted puede utilizar el fogón en el desorden que desee" recorremos este ámbito ecléctico y antididáctico que –gracias a los buenos oficios de Hilda Torres Varela– congregó a las vanguardias del siglo XX. La sede actual, una casa de grandes ventanales y salones comunicados por pasajes y escaleras, fue diseñada por Horacio Mascheroni siguiendo los preceptos de Le Corbusier. Los murales son de Urruchúa, Marchese y Monsegur; las paredes y puertas fueron pintadas por Grela, Badii y Brascó. Hay de todo, y hay que venir más de una vez para apreciarlo: pinturas de Gambartes, Pettoruti, Soldi, algún grabado de Aída Carballo, esculturas de Juan de Dios Mena, la hélice de un avión piloteado por Saint-Exupéry, un traje de presidiario de la cárcel de Usuhaia, los guantes con que Monzón noqueó a Benvenutti, una foto de Borges de visita, una carta de Sartre donde autoriza la representación de sus obras en "ese ámbito libertario", esculturas de robots del plomero Maure, citas de humor ácido en carteles dispersos por todas partes. En la vereda está enterrado el perro Fernando, un callejero consuetudinario que cumplía su diaria rutina resistenciana: desayunaba con el director del banco en su oficina, viajaba en vapor o en auto a la vecina Corrientes, e incluso hacía fila en la plaza para vacunarse.

En Colonia Benítez, a diez kilómetros de la capital chaqueña, se encuentra el Museo Casa y Jardín Schulz. En la que fuera vivienda del botánico, entomólogo y maestro están expuestos su austero dormitorio con cama de hierro, su escritorio, sus escasas pertenencias y algunas herramientas de trabajo. Lo más impactante está afuera: en el jardín de casi una hectárea, donde Schulz plantó ejemplares de toda América, Europa, África y Asia y una magnífica colección de orquídeas chaqueñas.
Cerca de allí, la Reserva Natural Los Chaguares es, para muchos, un proyecto ejemplar: una propiedad privada destinada a la conservación del monte chaqueño y abierta al público. Guiados por el guardaparques Nehuén Contreras, exploramos el bosque de ribera circundado por el Río Tragadero donde hasta ahora se han avistado más de cien especies de aves –en Chaco hay más de 400, entre autóctonas y migratorias– y prospera el timbó colorado, el laurel y el algarrobo. Entramos por el Sendero Chaguares (900 metros ida y vuelta, cuatro horas de caminata promedio) bordeado por la planta que le da nombre: una bromelia "prima del ananá" que los originarios usaban como medicina, textil, alimento y bebida alcohólica. La humedad viaja en el aire y se traduce en colores y aromas que exaltan los sentidos.
Canta un chinchero mientras bajamos, sigilosos, al río, apartando lianas flexibles y resistentes telarañas, para espiar a los yacarés que duermen al sol en la orilla de enfrente. En el suelo, como una flor imprevista, se abre un hongo estrellita de tierra. Entre guabiyúes ("el arándano del Chaco"), palos lanzas, espinas coronas y lapachos amarillos llegamos a un cauce seco puntuado por huellas de guasuncho, donde abundan las palmeras caranday y los sombras de toro. Cruzamos una larga pasarela sobre un madrejón: viejo cauce que ahora solo recibe agua de lluvia. "El monte nunca es el mismo, cambia de un año a otro. A veces antes," dice Nehuén. Seguimos por el albardón guiados por el llamado ululante de un carayá, que finalmente no se deja ver. ¿Será la hembra solitaria que cada atardecer se acerca al Centro de Interpretación?

De regreso en Resistencia almorzamos en Lo de Liz, una casa antigua ambientada con mobiliario dispar, funcional y colorido, donde absolutamente todo es una delicia: desde la limonada de bienvenida hasta el lomito de surubí con ensalada de quinoa y las mandiocas a la plancha en su punto justo. Liz Mauger abandona por un rato su cocina para revelarnos el secreto de su famosa créme brulée. "Viajé a París para probarla con toda la ilusión del mundo... y no me gustó. Intenté más de veinte maneras de hacerla. El único secreto es: tener paciencia". Salteña de nacimiento, define lo suyo como "cocina de hogar" y hace más de treinta años continúa la tradición familiar en la capital chaqueña: su abuela Gloria tenía restaurante en Infiesto, Asturias.

Siguiendo las huellas (imaginarias) del perro Fernando por la Avenida de los Inmigrantes, llegamos al MusEUM (Museo de las Esculturas Urbanas del Mundo), en cuya amplia explanada se despliega un monumental parque escultórico que desemboca en una galería donde se exhiben obras de Dompé, Polacco, Mena y otros grandes. En los jardines, unos muchachos también esculturales practican tricking y una banda de perros callejeros deambula en libertad. Son Juan, El Orejón, Jack, Topper, Negri, Choco y Jessica Soledad, la matriarca que "pertenece" a Fabriciano Gómez, el consagrado escultor resistenciano que preside la Fundación Urunday –organizadora de la Bienal de Escultura junto al gobierno provincial, el municipio y empresas privadas–. "Yo veo un extraño fenómeno", dice Fabriciano, "y es que en un lugar con tantas necesidades como este tenemos 643 esculturas en las calles... más unas 30 que han colocado espontáneamente los vecinos. El chaqueño se acostumbró a convivir con el arte, y ahora lo necesita y lo disfruta". La Bienal –que ya es un hito– convoca a artistas de todo el mundo que durante diez días trabajan al aire libre y a la vista de las 200.000 personas que la visitan.
Otro imperdible resistenciano es el Chalet Perrando, una maravilla arquitectónica de Bruno del Mónico recuperada hace tres años por la Asociación Italiana y abierta al público. Aquí puede verse el instrumental, el mobiliario, los utensilios de cocina y hasta la ropa prolijamente colgada de quien fuera su propietario, Julio Cecilio Perrando (1879-1957), primer médico cirujano de Resistencia y, entre otras cosas, militante del Partido Socialista y productor agropecuario.
No me olvides –el bar temático de Milo Lockett, Adrián Schaeffer y Carlos Ruberto– es nuestra alternativa para cerrar la noche. Concurrido, colorido, alegre ofrece la mejor barra de tragos de la ciudad y sabrosos platos a la carta.
VILLA ÁNGELA
"En Villa Ángela tenemos los carnavales más concurridos de la región", se ufana Javier Roger, propietario de El refugio, el hotel más moderno y glamoroso de la ciudad. Tanto es así, que sus padres fundaron dos de las nueve comparsas que desfilan. Al costado de la estación de ferrocarril, donde funciona el Centro Cultural Gardel, cada fin de semana distribuyen sus mesas los artesanos locales: damas que tejen prendas para bebés mientras conversan, caballeros que trenzan llamadores de sueños. A unos siete kilómetros, en El Pastoril, los moqoit (descendientes de mocovíes) moldean y venden sus tradicionales alfarerías. Gabriela Insaurralde, funcionaria de turismo, nos acompaña a la barriada donde Rosa, moqoit, muestra con sonrisa tímida sus creaciones. Tatús carreta, cardenales, caballitos de barro pintados con acrílico que moldea "a pura mano nomás. Yo aprendí de mi madre, pero a mis hijas no les interesa amasar barro". Y los ojos sonríen con nostalgia.
Por la ruta que atraviesa General Pinedo –más nueva y más corta–se llega a Gancedo, el pueblo más cercano al Campo del Cielo. En esta región del Chaco Austral –en total abarca más de 20.000 km– impactó, hace cuatro mil años, una lluvia de meteoritos metálicos.

Anochece con furiosa luna llena y en el Centro Astronómico y Cultural nos aguarda uno de sus fundadores, Miguel Ángel Villalba. "Todo lo hacemos a pulmón, con algo de ayuda del gobierno", comenta. Un cielorraso tapizado de gigantografías de planetas, galaxias y nebulosas fotografiadas por el Hubble y una colección de piedras preludian el empinado ascenso a la cúpula, reino de un telescopio Meade de 16 pulgadas y 40 cm de espejo. Contenemos la respiración cuando se abre un gajo del techo, gira la plataforma de madera y el Meade apunta su poderosa lente a nuestro solitario satélite.
Coronamos la noche en Jardín Secreto, del chef Ariel Ruiz, un apasionado por recuperar las texturas y sabores de la cocina chaqueña. El restaurante está por cumplir ocho años y fue soñado como "un jardincito donde florezca la gente". Ariel sostiene que: "En el Chaco tenemos una cocina oculta por descubrir. Los originarios comían y todavía comen guasuncho, charata, vizcacha, tatú, pero la mayoría lo hemos olvidado. Yo conocí el maracuyá en Brasil... ¡y después vi que tenía dos plantas en el patio de mi casa!". Y nos invita a probar una picada donde destacan los finos ahumados en quebracho y la salsa criolla de mango y maracuyá. Después vendrán el pacú arrocero y los ñoquis de acelga con estofado de chivo.
Si pensás viajar...
Las rutas en general están en buen estado, pero en las afueras de las ciudades circulan muchas motos. Hay que ir con precaución.
AVELLANEDA
DÓNDE DORMIR
Los Brunos Lodge. RP 31S, Km 4. T: (03482) 43-7606. Cuatro amplias habitaciones en la planta alta. Comedor con tv, cocina y sala de juegos en la planta baja. Jardines con piscina. Los huéspedes pueden almorzar y/o cenar (previa reserva). Las especialidades son el asado a la estaca y la milanesa napolitana.
PASEOS Y EXCURSIONES
Pro-Relax Ecoturismo. Calle 303, nº 374. C: (03482) 15 64-936. prorelaxya@gmail.com. Paseos en kayak y piragua por Jaaukanigás, con Alejandro Velázquez y Fernanda Ackerman. Las travesías duran cuatro horas e incluyen introducción al canotaje, autorescate y merienda. Se realizan los fines de semana durante todo el día; los días de semana solo por la tarde.
Sabores de mi Tierra. RN 11, esq. Calle 21 (Terminal de Ómnibus). C: (03482) 15 22-6458. turismoavellaneda@gmail.com. La propuesta es conocer a los productores y sus establecimientos y probar delicias in situ. El recorrido habitual incluye Museo de Flor de Oro, con paseo en carro o a caballo; Nonna Dora (degustación de panificados caseros típicos); El Guayacán (degustación de miel); Don Raúl (degustación de maníes y garrapiñadas). Concluye con cena o almuerzo en Il Nonno, en Paraje Moussy.
Almacén de Quesos Santafesinos. Calle 21, nº 960. T: (03482) 33-3553. Chorizos ahumados en quebracho, quesos, mermeladas, escabeches, maníes, garrapiñadas elaborados por productores locales. Reunidos bajo las marcas colectivas Agregale Valor y De Mi Tierra Santa Fe.
RECONQUISTA
DÓNDE DORMIR
Los Brunos Posada. RN 11 Km 787. T: (03482) 43-7606. Veinte habitaciones de decoración rústica y colorida, con cielorrasos de yesería colada sobre hojas de árboles autóctonos. Enmarcadas por espacios verdes, pequeñas cascadas y dos piscinas al aire libre (una para niños). Aislación termoacústica y cocheras sujetas a disponibilidad.
Los Brunos Apart. Gral. Belgrano 1551. T: (03482) 43-7606. En pleno casco histórico, ocupa un edificio reciclado de la antigua bodega Donatti. Aparts totalmente equipados, con cochera, para cuatro o seis personas.
DÓNDE COMER
El Cruce. RN 11 Km 787. T: (03482) 42-1253. Tradicional establecimiento de la familia Buyatti, con más de 45 años en el rubro. Tiene sala de juegos y menú para niños. Abierto todos los días, mediodía y noche. Imperdible el surubí relleno con jamón y queso.
PASEOS Y EXCURSIONES
Carlos Tortul. T: (03482) 42-2484 / (03482) 15 54-9796. carlostortulpesca@hotmail.com. Lanchas con timonel y equipos de pesca: spinning, bait cast, fly.
Museo Histórico de la Ciudad. Bv. Roca y España. T: (03482) 47-1193. Martes a viernes de 8 a 12 y de 14 a 17; sábados y domingos de 16 a 18 hs. Entrada gratuita.
Museo de Arqueología y Paleontología. Mitre y Olessio. T: (03482) 42-5117. Piezas de alfarería y utensilios abipones + restos fósiles de mamíferos gigantes del Holoceno. Lunes a miércoles de 7 a 13 y de 14 a 20; sábados y domingos de 17 a 20. Entrada gratuita.
ROMANG
DÓNDE DORMIR
El Rancho del Toto. J.J. Urquiza 242. T: (03482) 49-6071 / 15 62-5100. Cómoda cabaña de dos habitaciones en planta alta —una con espléndida vista al río— + cocina, comedor y baño en planta baja. Totalmente equipada a nuevo. Consultar tarifas según fecha y cantidad de personas.
DÓNDE COMER
El Guardián Restó. San Martín 1120. T: (03482) 49-6727. Su especialidad son "las dos P": pizza y pacú. Abierto mediodía y noche.
PASEOS Y EXCURSIONES
Bicitur. San Martín 1060. T: (03482) 49-6200/6300. Las bicicletas se retiran y devuelven en el edificio de la Unión Agrícola, frente a la plaza principal: en la primera puerta sobre la izquierda funciona la Oficina de Turismo. Incluyen casco protector, candado y manual con puntos de interés a visitar.
RESISTENCIA
DÓNDE DORMIR
Amerian Hotel Casino Gala. Juan D. Perón 330. T: (0362) 445-2400. Habitaciones amplias y luminosas, piscina descubierta, gimnasio y spa.
DÓNDE COMER
Lo de Lis. Pellegrini 540. T: (0362) 466-0489. Lis Mauger, maestra de cocineros que inició su aventura culinaria con el legendario Tiempos Viejos, deleita desde hace 30 años los paladares resistencianos. La quinoa es un componente esencial de su caserísima cocina, en la que destacan los pescados de río y los postres: imperdibles la créme brulée y el arroz con leche (receta de la abuela).
No me olvides. Av. Laprida 198. T: (0362) 441-1700. Todos lo conocen como "el bar de Milo" (Lockett). Tiene la mejor barra de tragos —y también la más cómoda y acogedora— de Resistencia. La carta de vinos es un capítulo aparte. Y el menú incluye platos sabrosos e inventivos como el salmón abrazado. Abierto todos los días desde las 19 hasta que las velas no ardan.
Nanas Suena Bien. Av. Paraguay 48. T: (0362) 466-1125. La propuesta de Federico Bojanich es disfrutar de platos innovadores rodeado de pinturas, grafitis y esculturas de jóvenes artistas locales, siempre con buena música. Imperdible el Lomazo de Sánchez con cerveza Capataz, de fabricación propia.
Nanas de Cebollas. Av. Paraguay 38. T: (0362) 443-4749. Un clásico resistenciano comandado por Ana Di Carlo y su hija Claudia. Carnes rojas, pescados de mar y de río, pastas caseras. Abierto todos los días, salvo domingos.
PASEOS Y EXCURSIONES
MusEUM. Av. de los Inmigrantes 1001. T: (0362) 441 - 5020. urunday@bienaldelchaco.com. Circundado por el Domo del Centenario, el Parque 2 de Febrero y la costanera del Río Negro, alberga, desde 2011, el Museo de las Esculturas Urbanas del Mundo —inmenso parque escultórico— y es sede de la Fundación Urunday y escenario de la célebre Bienal Internacional de Escultura del Chaco.
El Fogón de los Arrieros. Alte. Brown 350. T: (0362) 442-6418.Una visita obligada para conocer a fondo la movida cultural resistenciana. Una inagotable caja de sorpresas para curiosos, dilettantes y eruditos. Un espacio de arte y amistad. Conviene llamar por teléfono antes de ir.
Chalet Perrando. Av. Sarmiento, esquina Ayacucho. La casa del doctor Julio Cecilio Perrando alberga las pertenencias del eminente cirujano. Construido en 1928 y recuperado hace tres años por la Asociación Italiana merced al incansable trabajo de Marcela Murgia Lamanna, es un hito urbano de Resistencia. Entrada libre.
Centro Cultural Alternativo (CECUAL). Santa María de Oro 471. T: (0362) 445-3165. Lo conocen como "la casa en Resistencia de todos los colectivos culturales de la región". Hágase un rato para visitar el locuaz Patio de Idiomas: espacio de intercambio colectivo de más de diez lenguas diferentes.
COLONIA BENÍTEZ
PASEOS Y EXCURSIONES
Museo Casa Jardín Botánico Augusto G. Schulz. Av. Schulz 150. T: (0362) 449-3301. museojardinbotanicoschulz@gmail.com. Augusto Schulz descubrió más de treinta especies botánicas, y varias llevan su nombre como la oxipetalus schuulzi y la aloysia schulziana. Mar/vie de 9 a 12 y de 16 a 19; sab de 16 a 19 hs. Entrada gratuita.
Reserva Natural Los Chaguares. Desde Resistencia, tomar RN 11 hasta el acceso a C. Benítez y continuar 7 km hasta la reserva. T: (0362) 411-3117. chaguaresadm@gmail.com. Javier Cardelli transformó su propiedad en reserva natural. Senderismo y avistamiento de aves son las actividades principales, siempre con guía. Fines de semana y feriados de 14 a 19. De lunes a viernes comunicarse por teléfono para coordinar visita.
VILLA ÁNGELA
DÓNDE DORMIR
El Refugio Hotel & Suites. Acceso Norte de la ciudad. J.R. Binaghi 2180. C: (03735) 15 52-5968. De Susana Porro —cuya familia es pionera en la zona— y su hijo Javier Roger. Un verdadero refugio, con espacios amplios y luminosos, decoración sobria, mucho verde y piscina. 18 habitaciones + 4 suites temáticas regionales: Pampa, Oro Blanco, Raíces y Carnaval.
DÓNDE COMER
Jardín Secreto. 25 de Mayo y Pasteur. T: (03735) 41-3848. En un ambiente ecléctico y refrescante, el chef Ariel Ruiz recupera los sabores y colores de la cocina chaqueña. Recomendadísimo el pacú rebozado en harina de mandioca con papas y batatas fritas.
La Juana Resto & Bar. Acceso Norte de la ciudad. J.R. Binaghi 2180. C: (03735) 15 52-5968. El restaurante de El Refugio se llama Juana en homenaje a la madre de los hermanos Porro, tradicionales productores de fiambres artesanales en la zona. Abierto de lunes a viernes, mediodía y noche: el menú a la carta cambia a diario.
PASEOS Y EXCURSIONES
Centro Astronómico y Cultural. Mariano Moreno 435. T: (03735) 43-0309 / 15 44-6502. lu8gdn@hotmail.com. La entrada es gratuita. Requiere llamado previo.Visitas a comunidades y artesanos moqoit. C: (03735) 15 48-4495. ursturismosudoeste@gmail.com. Contacto: Gabriela Insaurralde.
GANCEDO
DÓNDE DORMIR
Hotel Juan José. Sobre RN 89, frente a la entrada de Gancedo. T: (03731) 51-9824. De Rosa Bobba e hijas. Si decide pernoctar aquí, reserve con anticipación ya que tiene residentes fijos y es el único en los alrededores.
DÓNDE COMER
Comedor Aldo. Sobre RN 89, frente a la entrada de Gancedo. T: (03731) 51-9824. Abierto mediodía y noche. Platos caseros y buena atención.
PASEOS Y EXCURSIONES
Campo del Cielo. Paraje Las Víboras, 15 km al sur de Gancedo. T: (03731) 49-1254 (Municipalidad de Gancedo). La Reserva Piguem N´Onaxa es un circuito de exposición de meteoritos con entrada libre y senderos señalizados. Hay juegos para niños, sector de camping y fogones. Ingreso al Centro de Interpretación + proyección de documental sobre el asteroide "Apophis, el Destructor".
Nota publicada en revista Lugares 266, junio 2018.