Es una de las ciudades norteamericanas menos obvias del noroeste. Amigable, pujante y creativa, Seattle se define a sí misma como una “laid-back city” (“una ciudad relajada”) y conjuga los encantos de una gran ciudad con un apacible espíritu de pueblo. Aquí, los hitos ineludibles para un abordaje express.
Sabemos más sobre Seattle de lo que se imaginamos. Si alguna vez escucharon un solo de Jimi Hendrix, tararearon un tema de Nirvana, volaron a bordo de un Boeing, saborearon un café en Starbucks, miraron la serie Grey’s Anatomy, leyeron Las 50 sombras de Grey o hicieron alguna comprita por Amazon, podría decirse que ya estuvieron un poquito allí. Esta apacible ciudad en el estado de Washington, a 155 kilómetros al sur de la frontera con Canadá, es una usina de éxitos (como los mencionados) con un perfil silencioso.
Aunque el cielo de Seattle suela estar gris y uno de sus apodos sea “la ciudad de la lluvia” por su constante llovizna, para disfrutar de ella no hay que dejarse amedrentar por las posibles inclemencias del tiempo porque si algo le sobra son propuestas para pasar buenos momentos al aire libre o bajo techo. Además, su cultura gastronómica es diferente de la clásica norteamericana: en Seattle casi no existen cadenas de comidas rápidas. Las calles desbordan de cafecitos, cervecerías artesanales y restaurantes de autor que trabajan con la mercadería fresca.
Te contamos lo que no podés dejar de ver si tenés pensado viajar.
SPACE NEEDLE
A post shared by Space Needle (@spaceneedle) on
Es la Estatua de la Libertad de Seattle. Esta torre futurista fue diseñada por Edward E. Carlson como símbolo del futuro para la feria mundial Siglo XXII que se celebró allí en 1962. Eran tiempos de optimismo sobre la carrera espacial norteamericana y la empresa aeronáutica Boeing acababa de instalarse en Seattle posicionándola como una ciudad aeroespacial. Esta torre de 184 pisos invita a explorar la ciudad desde las alturas con aplicaciones que les permiten a los visitantes saber más sobre distintos enclaves con sólo apuntar su celular en dirección a ellos. Un dato: la mejor vista de la torre se obtiene desde el Kerry Park.
400 Broad St. T: +1-206 905-2100. www.spaceneedle.com
OLYMPIC SCULPTURE PARK
Esta galería de arte al aire libre fue una brillante idea del Museo de Arte de Seattle. Funciona como una más de sus salas pero montada a cielo abierto, en un parque público de 36.000 m2 que se despliega junto a la costanera de la ciudad. Diseñado por los arquitectos Weiss y Manfredi, el parque se convirtió en una oportunidad para exponer aquellas obras de grandes dimensiones generando un espacio de contemplación bajo el sol. En sus senderos conviven quienes pasean despacio como lo harían al recorrer una muestra, con deportistas que entrenan entre instalaciones gigantes. Además, en el parque hay wifi, con lo cual muchos convierten al parque en oficina descapotable.
2901 Western Ave. T: +1-206 654-3100. www.seattleartmuseum.org. FB: seattleartmuseum
CAPITOL HILL
Tierra de hipsters, chicos cool, tiendas vintage y barcitos que cobran vida cada noche. Es el barrio del momento y hay instituciones que no pueden eludirse, como Dick’s Drive In. Inaugurado en 1953, fue el primer fast food de Seatlle que ofrecía hamburguesas, papas fritas y milk shakes para llevar. La sucursal de Capitol Hill fue la segunda (1955) y hasta hoy guarda su estética original y la fama de preparar las mejores hamburguesas de la ciudad. A pocas cuadras está Elliott Bay Book Company, una librería definida por artistas locales como la mejor de Seattle, que tiene un café y un sinfín de estanterías para sumergirse entre best sellers y literatura indie. A la vuelta, Molly Moon’s es una flamante heladería artesanal que convoca largas filas frente al local que huele a waffle recién hecho. Si el plan es estar bajo el sol, la opción cercana es el Volunteer Park, un inmenso parque que funciona como antesala del Asian Art Museum y es visita obligada para cultures del grunge porque allí se erige Black Sun, la escultura de Isamu Noguchi que inspiró la canción Black Hole Sun de la banda local Soundgarden.
PIKE PLACE MARKET
Es casi un cliché pero, lo cierto, es que es imperdible. La atmósfera feliz que se genera entre la gente y los vendedores de los puestos de comidas y flores hace tan bien como probar y oler los productos. Aquí nadie se queja por las largas filas si algo amerita la espera. Eso sucede cada día frente a Daily Dozen Doughnut Company para probar una de sus tibias creaciones. El mercado es un bullicio de música ranchera en vivo y vendedores que inventan sus propios shows para captar clientes, como la pescadería Fish Co., donde un puestero elige a alguien del público para que ataje, sin que se le patine, un salmón gigante que hace volar por los aires. En el subsuelo se aglutinan algunas tiendas muy pintorescas, como Old Seattle Paperworks, que vende posters y revistas antiguas; un local de magia, y Golden Age Collectibles, que es la perdición para fanáticos de los cómics donde venden gigantografías de héroes de película.
1st Ave. y Pike St. www.pikeplacemarket.org. FB: PublicMarketCenter
TIENDAS ESPECIALES
Seattle tiene algo de Nueva York: hay locales especializados en lo que a uno se le ocurra y todos son irresistibles. Los viajeros tienen que dedicarle un rato a Metsker Maps (1950), una tienda de mapas de todo tipo y tamaño que además vende globos terráqueos, guías de viaje y memorabilia. Los amantes de los juguetes de época se deben una parada en Magic Mouse Toys, una juguetería de ensueño abierta en 1970. En una ciudad lluviosa no podía faltar Bella Umbrella: el universo del paraguas que reúne diseños de todo el mundo. Se puede comprar uno flamante o ¡alquilar un ejemplar retro! Remedy Teas, finalmente, propone elegir entre 150 variedades de té y ver cómo llueve con una taza caliente entre manos.
FAIRMONT OLYMPIC HOTEL
Es mucho más que un hotel. Es un ícono de la ciudad desde su inauguración en 1924 como The Olympic. En este imponente edificio renacentista que hoy recibe a sus huéspedes con 450 habitaciones, la magia sucede en The Georgian el restaurante de inspiración francesa con categoría 4 diamantes de la AAA (American Automobile Association) a cargo de la chef Gavin Stephenson. Allí, la hora del té es una institución que transcurre en un salón con techos altísimos y ventanales palaciegos. Además, es sede del emblemático bar de ostras Shuckers, que funcionó como sastrería en los años 30 y ahora guarda esa decoración como sello de su estética. Como huésped o como visitante, no pase por alto esta parada histórica.
CHIHULY GARDEN & GLASS
Un mundo posible concebido en vidrio es la propuesta de Dale Chihuly, artista nacido en Tacoma, ganador de una beca Fullbright en Venini, la famosa fábrica de vidrio veneciano. Chihuly aprendió cómo usar el vidrio y agotó sus posibilidades dando vida a formas inéditas que juegan con la gravedad, la transparencia y los colores vibrantes. Siempre soñó con que su trabajo pareciera una creación de la naturaleza para que, si alguien encontraba una pieza suya en la playa o en el bosque, pudiera pensar que pertenecía a ese lugar. Y, de hecho, en las distintas salas de la galería montó diferentes “ecosistemas” de vidrio, desde un bosque de neones hasta un mundo submarino forjado en cristal y un jardín en el cual sus piezas juegan a ser plantas reales intercaladas con flores naturales de los mismos colores. Como Chihuly fue un gran admirador de los invernaderos, creó uno a medida: un impactante espacio de 400 m2 donde exhibe una escultura suspendida de 30 m de largo.
PIONEER SQUARE
Fue el primer barrio de Seattle y lo que se aprecia hoy fue su resurrección después del gran incendio de 1889. Los primeros edificios, construidos en madera, quedaron sepultados bajo las construcciones que sobrevinieron con la restauración. Por eso, la atracción estrella es el tour subterráneo de Bill Speidel, un viaje en el tiempo que descubre las ruinas originales. El plan es pasear entre edificios que son patrimonio histórico, cuya estética contrasta la futurista de la Space Needle, y tomarse un cafecito frente a la hermosa pérgola victoriana de la plaza triangular y a la Smith Tower (1914), el primer rascacielos de la ciudad con 38 pisos.
MUSEO EXPERIMENTAL DE LA MÚSICA (EMP MUSEUM)
Es arte por dentro y por fuera. Sea fanático o no de la música, tiene que visitar el EMP para descubrir el exótico edificio diseñado por el arquitecto canadiense Frank Ghery, autor del Museo Guggenheim de Bilbao y de la Casa Danzante de Praga, entre otros emblemas. Ghery quería que la estructura evocara la experiencia del rock y, para concebirla, compró una cantidad de guitarras eléctricas, las hizo trizas y las tomó como modelo para diseñar los distintos bloques del edificio. Cada uno fusiona texturas, formas y colores que se ven diferentes según el ángulo desde el cual se los mire. Así, Ghery representa la constante evolución de la música y la cultura. La colección es ecléctica pero alucinante porque reúne los principales hitos de la cultura popular. Abarca desde la ciencia ficción y el cine de horror hasta los emblemas de la música como Jimi Hendrix –la muestra reúne letras escritas a mano, instrumentos y objetos personales– y Nirvana. Hay que dedicarle un día completo para poder jugar en la sala experimental, donde los visitantes pueden grabarse tocando instrumentos y hasta con su banda frente a una audiencia virtual.