Claudio Jaroszewski lleva 30 años estudiando el comportamiento de las abejas. En busca de flores para su miel y después de mucho andar, se asentó con su familia en el noroeste cordobés. Atento a los ciclos de floración y sin pesticidas, produce 100.000 kilos anuales de mieles orgánicas de más de 10 variedades.
"Es un juego de seducción", apunta Claudio Jaroszewski, que hace 15 años produce mieles con métodos orgánicos. "La miel es jugo de flores", agrega desde El Árbol, su parque apícola en San Marcos Sierras. Entonces explica que la flor es la recompensa que la planta le brinda a la abeja por ayudarla con la polinización cruzada. Limitada por su raíz para moverse en busca de otro ejemplar, necesita que alguien se pose en su flor para que luego vaya a fecundar a otra.
Las plantas del monte autóctono florecen escalonadamente en ciclos de 28, 14 y siete días. Observando ese comportamiento, que se repite naturalmente en ese bosque de gran biodiversidad (que está declarado libre de pesticidas) cosecha las distintas variedades.
"Las mieles, me gusta decirlo así en plural, tienen las propiedades del néctar de las flores que libó la abeja. Será más oscura, rojiza y fuerte si proviene de la flor de un mistol, un árbol duro que persiste meses sin lluvia en un ambiente agreste, y será más suave, dulce y de color ámbar, si es de un junco del río, que crece junto a la orilla mojándose los pies", grafica.
Con el tiempo, todas las mieles se cristalizan, se ponen duras, pesadas, "arenosas'', pero según la variedad, eso puede ocurrir en un mes o dos, si tiene una alta carga de azúcares vegetales, o puede llevar seis o siete años, si se trata por ejemplo de miel de mistol.
¿De verdad no hay que darle miel a los bebés porque es peligrosa? "Extremadamente peligrosa", responde Claudio sin dudar. Ocurre que a diferencia de los adultos, los jugos digestivos de un niño aún no tienen la acidez necesaria para evitar el desarrollo de las esporas del botulismo. De modo que nada de miel, por lo menos, hasta el año de vida.
NATURALEZA VIVA
Claudio es apicultor desde los 17 años, pero dejó su Villa Huidobro natal (400 km al sur de la Capital cordobesa, al límite con La Pampa) cuando la zona se rindió al desmonte y a los herbicidas con el boom de la soja y otros cultivos. Entonces practicó la trashumancia siguiendo a las abejas por Cruz del Eje, Cañada Hedionda, San José de las Salinas, Serrezuela, e incluso por otras provincias, hasta que recaló con sus colmenas en San Marcos Sierras y supo que ese sería su lugar. La diversidad del bosque le resultó magnética, pero también el río, el pueblo, la calidez de la gente, la huella de los pueblos originarios. Primero alquiló una casita y luego llegó la familia a integrarse al proyecto de vida.
"Los tres chicos eran muy pequeños. Hicieron aquí el colegio y se criaron andando a caballo, aprendiendo a reconocer las especies del bosque, con el río como patio de juegos y una libertad que no habrían tenido en la ciudad. Siempre digo que San Marcos es el lugar ideal para crecer y vivir hasta los 18 años. Y volver luego de los 35", se ríe.
Claudio sale todos los días a nadar al río Quilpo, al San Marcos o el San Gregorio. Cree en la alimentación consciente, cultiva su propia huerta y además de promover la apicultura, es un gran lector. Escribe desde chico, pero recién desde el año pasado comparte sus sensaciones por Facebook, después de sufrir un accidente en parapente.
"Me llevé la montaña por delante. Estuve once días en coma. Llamaron a mi familia para que me despidieran, pero justo desperté", relata. Esa consciencia de finitud lo volvió aún más agradecido y le dio algunas certezas: "Nos creemos el eje del mundo… Pensamos que podemos manejar la naturaleza a nuestro antojo, cuando la humanidad tiene 70 mil años y es apenas un suspiro en la vida del planeta".
Entonces va más allá y resume: "La abeja tiene 200 millones de años. Superó las glaciaciones, a los dinosaurios… Es un ser muy adaptativo. Si hay alguien en problemas, somos nosotros, no ellas".
UN CICLO QUE NO SE DETIENE
El local de venta y atención y al público del parque apícola El Árbol está ubicado literalmente en medio del bosque de San Marcos Sierras. Para llegar, el visitante recorre un sendero de 200 metros donde las especies propias del noroeste cordobés están identificadas con cartelitos. El sol se filtra por los ventanales y baña todo de dorado. El mostrador principal, los anaqueles, las repisas, los toneles, exhiben más de 10 variedades de mieles naturales con sus distintos colores, texturas, sabores y propiedades terapéuticas. Es el modo que encontró Claudio Jaroszewski para mostrar que entre los árboles de afuera y el manjar que encierran esos frascos sólo hay dejar actuar a las abejas y observar los ciclos de floración. Y cuenta que produce 100.000 kilos anuales de mieles, que distribuye en 500 comercios de todo el país.
La pandemia del Covid19 lo obligó a cerrar en marzo y hasta nuevo aviso el parque interpretativo donde recibe gratis a unos 60 colegios por año, además de turistas y clientes. "Por supuesto que nos cuidamos con responsabilidad, pero aquí la cuarentena se vive sin tanto agobio. Me da cierto pudor decirlo. Además, el ciclo natural no se detiene y la abeja sigue saliendo todos los días a buscar su comida", concluye.
Propiedades de las mieles
MISTOL. De tono rojizo oscuro, es reconocida mundialmente por su sabor intenso y sus propiedades antibioticas. Es la más rica en propóleo de todas las mieles. Su flor abre en torno al 15 de noviembre y cumple un ciclo completo de 28 días. Al ser la más prolongada es la variedad preponderante en la región. Se cristaliza muy poco debido a la escasa cantidad de azúcares vegetales.
CHAÑAR. Este árbol pierde la corteza por lo que hace fotosíntesis con el tallo. También es una miel áspera, intensa, y se destacan sus propiedades como broncodilatador. Suele dar una segunda floración a los 40 días (le llaman la cuarentena), que coincide con el mistol.
ALGARROBO. Era la planta símbolo de los aborígenes, bajo cuya generosa copa purgaban con su miel dulce las ingestas de las fiestas. De rápida cristalización.
CHILCA. Este arbusto crece en las laderas de la montaña y florece después de enero, a veces en marzo, según el régimen de lluvia. Miel delicada y de sabor concentrado.
JUNCO. Recomendada por su uso digestivo, de color ámbar y sabor suave. Al crecer junto al río, abre la temporada de floración.
JARILLAYPALO AMARILLO. Arbustivas, de flores delicadas y ciclos cortos.