De Iguazú a Moconá, un recorrido por la RN 101 que atraviesa el sector más verde de Misiones. Un entramado de reservas y parques que protege su selva.
Llegamos a Puerto Iguazúdesde Ciudad del Este a media mañana. Con solo cruzar el puente, el paisaje se transforma: el laberinto de shoppings gigantescos, puestos callejeros y vendedores ambulantes da paso a una ciudad de calles anchas y bulevares donde casi todas las construcciones son hoteles. No en vano es el epicentro de una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo: las Cataratas del Iguazú, con sus 275 saltos y su verdor descomunal superan cuatro veces en ancho a las del Niágara.
Llueve a cántaros y oscurece antes de tiempo, pero igual hacemos nuestra primera y brevísima incursión en el Parque Nacional Iguazú por el Sendero Macuco: seis mil metros que conducen al territorio de los monos caí y al salto Arrechea, de 23 metros. La botas se hunden en el barro presagiando resbalones, los caí habrán buscado refugio porque no aparecen (normalmente se acercan a curiosear), la vegetación se vuelve cada vez más tupida y cerrada... como la lluvia, que con su insistencia nos obliga a desistir.
A la mañana siguiente, el cielo sigue gris cuando subimos a la camioneta especial de Iguazú Jungle que nos llevará al Paseo Gran Aventura. Son 5,5 km por el sendero Yacaratiá hasta el Embarcadero Macuco, en cuyo transcurso el vehículo se detendrá para que el guía nos dé nuestra “primera lección de selva”: así aprendemos a reconocer yacaratíes (un árbol parecido a la papaya, cuya madera comían los guaraníes como golosina) y güembés (filodendros) y nos enteramos de que el PN Iguazú alberga –en sus casi 68.000 hectáreas de selva paranaense– 162 tipos de lianas, 101 especies de árboles, 4 tipos de tacuaras y 85 variedades de orquídeas. “En cuanto al reino animal, aquí tenemos 500 de las 1.000 especies de aves que hay en la Argentina, 50 tipos de serpientes (10 venenosas) y 6 de felinos (con un exiguo total de 12 yaguaretés)... y cualquier cantidad de monos y coatíes, ya van a ver”.
La lancha avanza por los rápidos del cañón del Iguazú Inferior hasta que comienza a oírse el estruendo –el ruido ensordecedor que llevó al adelantado español Álvar Núñez Cabeza de Vaca a descubrir las cataratas en 1541– y aparecen los primeros saltos a la derecha. Desde la base del Tres Mosqueteros vemos por primera vez la blanca y deslumbrante Garganta del Diablo. Después ponemos proa al San Martín –segundo en dimensión y el mayor al que puede acercarse una lancha–; la primera vez parece un juego y solo nos mojamos un poco, pero la segunda es vertiginosa: el rebote de la embarcación contra las olas, la potencia casi pétrea del agua, el ruido descomunal, el aire lleno de gotas minúsculas... tanto que por unos segundos se hace difícil respirar. Quién fuera vencejo de cascada, pienso. Es el ave símbolo del PN –los llaman “acróbatas del aire”–, pasa el día entero volando y anida en los paredones de basalto detrás de las cortinas de agua. Empapados pero felices desembarcamos frente a la Isla San Martín, que dependiendo de la altura del río puede visitarse.
El Paseo Ecológico, una travesía a remo por las islas del Iguazú Superior, es la contracara de la Gran Aventura: distendido, silencioso, enigmático. Imagino que así recorrerían los mbyá y los guaraníes estos parajes, atentos a los movimientos en las ramas cercanas, intentando descifrar los misterios del agua. En el tren de la selva –ecológico, diseñado por la empresa británica Allen Keef Limited– llegamos a la Estación Garganta del Diablo. De aquí parte el sistema de pasarelas de 1.100 metros que atraviesa el caudaloso Iguazú Superior, moteado de islas de selva, y conduce al más imponente de los 252 saltos de las cataratas (una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo desde 2011), del que dijo Cabeza de Vaca: “donde da el agua en lo bajo de la tierra golpe tan grande que de muy lejos se oye; y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza, sube a lo alto dos lanzas y más”. Y así es nomás: el agua poderosa cae en un continuo hipnótico y asciende en nubes que son velos que son humo. Después de un rato, el ruido ensordecedor queda en sordina y tengo la sensación de estar lejos de todo lo que conozco: como si yo misma fuera el agua.
Por la ruta de la selva
Por la RN 101 ponemos rumbo a Comandante Andresito, a 80 km de Puerto Iguazú y una de las puertas de entrada de la Ruta de la Selva, que enlaza pueblos pintorescos y alejados con áreas protegidas y parques nacionales y provinciales que suman más de un millón de hectáreas. Son 40 km de tierra entrando por el área de picnic Ñandú del PN Iguazú (parece que está cerrado el camino, pero no). El rojo y el verde comienzan a imperar y el paisaje misionero se entrega en toda su plenitud agreste. De vez en cuando, al costado del camino, algún incienso solitario: la corteza agrietada de surcos hondos y la copa muy lejos, allá en lo alto, de hojas pequeñas. Los animales seguramente nos observan cuando bajamos a estirar las piernas en este silencio de brisa y hojas que caen, a veces, en los charcos color hierro que dejó la lluvia. Estamos en el Corredor Verde, integrado al norte por el PP Urugua-í (zona de yaguaretés y pumas) y el PN Iguazú; al este por la Reserva de Biosfera Yabotí (alberga el 15% de la selva que aún existe en Misiones) y el PP Moconá, y al sur por Salto Encantado. La exuberancia y los caminos no siempre bien señalizados nos llevan, buscando el PP Peñalito, a la Reserva Privada San Sebastián de la Selva (reducto de observadores de pájaros) y por fin al PP Cruce Caballero. Está por caer la noche, pero el guardaparques Diego Martínez se alegra al vernos. “Casi nadie se aventura hasta aquí, salvo algunos investigadores en verano”, dice. Y es una pena, porque este parque alberga las araucarias más altas del país y varios animales que no se ven habitualmente como el loro vinoso y el carayá rojo. Los senderos habilitados son dos: Curi-y y Carayá, de 2.000 metros cada uno y dificultad media y baja respectivamente, que forman un círculo.
El asfalto de la RN 101 no está terminado. Cuando llueve los tramos de tierra se embarran mucho. Mejor ir en 4x4.
Tacuapí Lodge, nuestro próximo destino, resplandece como una gema en la selva paranense, a 16 km de Aristóbulo del Valle (último lugar donde hay señal telefónica e internet). Cuando el sol calienta iniciamos el trekking con José Freiberger, naturalista experto en aves. “Las que tenemos aquí son muy pequeñas, y por eso difíciles de detectar”, dice. De los tres senderos para elegir en las 50 hectáreas –el Acuático (4.200 m), el Vegetal (1.200 m) y el Tacuapí (1.600 m)– nos quedamos con el tercero. Andando nos enteramos de que abrieron el camino a machetazo puro con un montaraz, que pueden avistarse urracas, urúes, chupadientes y zorzales, que a veces los pumas dejan huellas cerca, pero nunca atacan. Después de un ascenso y descenso escarpado cruzamos un puente y, camino de lianas mediante, llegamos a la cascada Tacuapí... y de pronto estamos a la altura de la copa de los árboles.
El Parque Provincial Salto Encantado del Valle del Cuñá Pirú, en las cercanías de Aristóbulo del Valle, tiene varios saltos –el Encantado (60 m), La Olla (15 m) y otros más pequeños como el Escondido, el Acutí y el Picaflor– y una leyenda de origen. Parece ser que en la selva misionera vivían dos tribus enemigas comandadas por los caciques Aguará (zorro) y Jurumí (oso hormiguero). La bellísima hija de Aguará, Yete-í (dulce), era deseada por todos. El hijo de Jurumí, Cabure-í (pequeño búho), era famoso por su valentía y destreza. Como era de esperar, se enamoraron y terminaron muertos por las flechas enemigas de las dos tribus. En ese instante truenos ensordecedores y centellas hicieron temblar el cielo y la tierra. El suelo se abrió para cobijar a los enamorados muertos y los asombrados combatientes vieron caer las lágrimas de Yete-í: Tupá, el dios de la naturaleza, había creado el Salto Encantado.
El Soberbio y los Saltos del Moconá
El Soberbio, a 70 km del Gran Tragadero (así llamaban los guaraníes a los saltos) es la última posta antes del mítico Moconá y, como muchos otros pueblos de la zona, ejemplo de lo poco que importan las fronteras políticas. Brasileños y argentinos cruzan a diario de una costa a otra, los carteles de los negocios son bilingües y el portuñol está a la orden del día. Cuarenta kilómetros más allá, en las entrañas de la selva paranaense, a orillas del río Paraíso y lindando con la Reserva Yabotí,Don Enrique Lodge será nuestra base de operaciones en la última parte del viaje. Son diez los senderos que pueden transitarse a pie o a caballo con el baqueano Eliseo Lemos da Silva, que abrió la mayoría cuerpeando el monte. Siete dentro de la Reserva Yabotí, cuyos nombres lo dicen todo: Tres Saltos, Helechos, Paredones, Pecaríes, Carpinchos, Acantilado, Pozones del Indio con Salto Encantado. Otros por caminos vecinales y rumbos entre chacras. Esta mañana toca el Sendero del Chachí –que se integra con el de los Tucanes– y llega a un mirador que los tucanes sobrevuelan rumbo a sus nidos en la reserva. Mientras caminamos, tratando de identificar flores y plantas, nos topamos con una liana llamada “escalera de mono”: dos palmas de gruesa y gastada como los peldaños de una escalera, efectivamente es utilizada por los simios para subir y bajar de su inaccesible reino en las copas de los árboles. “Esta selva es más armoniosa que otras, menos agresiva”, comenta Sebastián, el fotógrafo. Y es verdad: las plantas no parecen competir por el espacio, como si hubiera agua y luz para todas.
No hay tantos animales venenosos, y los pocos que hay prefieren escabullirse a atacar. Seguramente por eso los guaraníes, sus primeros pobladores y constantes defensores, la llaman “la tierra sin mal”. Haciendo honor a las tradiciones locales, nos despedimos de Don Enrique con una suculenta feijoada y ponemos rumbo al Parque Provincial Moconá y sus famosos Saltos: una cadena de cascadas que se prolonga tres kilómetros en forma longitudinal al río. Por lo que sabemos, la navegación dura media hora y es una experiencia extraordinaria: como si un río se derramara “de costado” sobre otro. Esto ocurre solo cuando el río está bajo y se genera un desnivel de casi 10 metros de altura; cuando está crecido, los saltos desaparecen y todo es una gran masa de agua (que alcanza una escalofriante profundidad de 170 metros en algunos puntos). No tenemos suerte esta vez: la apertura de la represa en Brasil impide ver los Saltos y, en esta oportunidad, también la navegación. A manera de magnífica compensación, emprendemos el regreso por la Ruta 2 –también conocida como “la costera” o “la panorámica”– que sigue el curso del río Uruguay a lo largo de 180 kilómetros. Una cinta de asfalto bordeada de a ratos por manchones de selva y playas de arena clara.
Si pensás viajar...
PUERTO IGUAZÚ
DÓNDE DORMIR
Mercure Iguazú – Hotel Irû
Selva Iryapú s/n. T: (03757) 49-3300. www.mercure.com
La Cantera Jungle Lodge
RN 12, Km 5. T: (03757) 49-3016 / (011) 5236-9094. www.hotellacanteraiguazu.com
Boutique Hotel De la Fonte
1° de Mayo y Corrientes. T: (03757) 42-0625 / 15 53-1544. www.boutiquehoteldelafonte.com
DÓNDE COMER
De la Fonte
1° de Mayo y Corrientes. T: (03757) 42-0625 / 15 53-1544.Cocina de autor inspirada en pintores geniales. Algunas delicias: pan verde de wasabi, salame de palmito asado y pepino.
Hotel Mercure
Selva Iryapú s/n. T: (03757) 49-3300.El chef Oscar Espíndola hace magia en su cocina, siempre a base de productos regionales frescos.
La Rueda
Av. Córdoba 28. T: (03757) 42-2531.Especialidad en pescados de río –pacú, surubí y dorado– y pastas artesanales elaboradas según recetas italianas.
El Boyero
Ruta 12 – Km 5. T: (03757) 49-3016 / (011) 5236-9094.Es el restaurante de La Cantera. Cocina gourmet con un toque regional. Muy concurrido y colorido.
PARQUE NACIONAL IGUAZÚ
DÓNDE DORMIR
Sheraton Internacional Iguazú Resort & Spa
T: (03757) 49-1800 / 1810 / 1600 / (011) 4875-4694. www.sheraton.com/iguazu
PASEOS Y EXCURSIONES
Iguazú Jungle
T: (03757) 42-1696. www.iguazujungle.com
COMANDANTE ANDRESITO
DÓNDE DORMIR
San Sebastián de la Selva
RN 101 Km 69. www.sansebastiandelaselva.com
ARISTÓBULO DEL VALLE
DÓNDE COMER
Atlantiss
Av. de las Américas s/n.Buena y abundante comida casera. Abierto todos los días, mediodía y noche. El único lugar con wifi en los alrededores.
SALTO ENCANTADO
DÓNDE DORMIR
Tacuapí Lodge
RN 14. A 16 km de Aristóbulo del Valle. T: (03743) 42-2484 / (03755) 15 53-1532. www.tacuapi.com.ar Fb: TacuapíLodge
SALTOS DEL MOCONÁ
DONDE DORMIR
Don Enrique Lodge
Colonia La Flor, Paraje La Bonita. Acceso por camino de tierra: 25 km desde RP 2. T: (011) 5932-6262. www.donenriquelodge.com.ar
La Misión
RP 2 Km 36. C: (011) 15 3415-0500. www.lodgelamision.com.ar
Posada Puerto Paraíso
Camino Vecinal sobre Arroyo Paraíso s/n. T: (011) 15 5140-4416. www.posadapuertoparaiso.com
Ribera de las Orquídeas
Camino Vecinal sobre Arroyo Paraíso s/n. C: (03755) 15 34-0460. www.riberadelasorquideas.com
Aldea Yaboty
T: (011) 4371-4498 / 15 6563-5104. www.aldeayaboty.com Pedir la cabaña frente al arroyo.
Kurupi Lodge
RP 2, Km 42. T: (02477) 35-2532. www.kurupilodge.com
PASEOS Y EXCURSIONES
Chacra del Agua – Kayak
RP 2, Km 42. T: (03755) 22-2791. www.chacradelagua.com Muy buena posada. Organiza travesías por la desembocadura del arroyo Paraíso en el río Uruguay. Incluye técnicas de kayak y reportaje fotográfico.