- 12 minutos de lectura'
Las crisis traen sus beneficios inesperados: caminar más, recuperar la plaza, descubrir negocios que no habíamos visto, subirse a una bici… en definitiva, revalorizar el barrio. Saavedra, desde el parque en la calle Melián hasta las cercanías de la estación Rivadavia, vio florecer una propuesta gastronómica variada y con conceptos definidos que encontró en sus vecinos una bienvenida calurosa. Sin el estrés de buscar estacionamiento, ni planificar una salida con anticipación, los habitués salieron a defender sus lugares de morfi y encuentro. Aquí, una vuelta a pie.
Bastardo Bar
Comida callejera
Ubicado contra la vía, casi sobre la estación Rivadavia del tren Mitre, la estética de grafiti de Lady Bitch en el exterior y las tablas de skate en el salón, podría prestarse al equívoco de que se trata de una cervecería, una más. Pero no. En Bastardo hay cervezas artesanales, sí, pero también gin-tonics y otros tragos de autor ideados por el bartender Diego Aguilar que van perfecto con los platos de manos –el cartel advierte que se trata de “comida callejera”– preparados por Patricio Rojo.
Hay cocineros que inician su carrera preparando platos sencillos como hamburguesas y papas fritas, pero cuando el chef trabajó seis años como jefe de cocina de Germán Martitegui, su “finger food” son pequeños manjares, en este caso de presentación rockera. Rojo y su socio, Manuel Gómez, pensaron bien su propuesta: priorizaron la calidad de los productos y la originalidad de los platos, con una puesta y un servicio informales. Las camareras de tatuaje llevan pinchos, empanadas, sándwiches y otras brevedades a las mesas en la vereda –algunas altas hechas con barriles grafiteados, otras bajitas con sillones– y a la terraza.
Entre los pinchos, preparan uno de mollejas con salsa teriyaki que viene acompañado de ensalada o papas fritas. Otro para dejarse tentar es el de langostinos con manteca de hierbas. Las opciones de sándwiches van de las pitas rellenas de falafel con cebolla morada y dip de yogur con menta y perejil al clásico de la casa, el de ternera braseada con cebolla caramelizada, puré de ajo, hongos y reducción de vino tinto.
Es el lugar para pedir empanadas de espinaca y hongos, o un “bondiopan”, con salsa bbq, pepinos y cebollas caramelizadas, o una tremenda hamburguesa con huevo a la plancha, papas pay y cheddar. Todos los platos vienen en canastas, con una parva de servilletas. Su público fiel no son sólo los más jóvenes que hacen happy hour cuando salen de las oficinas cercanas, sino familias con hijos, parejas de todas las edades y grupos reducidos de amigos. En lo peor de la pandemia, un vecino les ofreció pagarles una suma alta por adelantado, como una cuenta corriente, para sostener este oasis escondido; por donde, casi ni circulan autos.
3 de Febrero 4461. T: 2257-5101. Martes a sábado, desde las 18. Sábados también al mediodía.
Lupa
Para experimentar
En la tranquila calle O’Higgins, bordeando la vía, casi frente a la estación, este pequeño restaurante con sus mesas bajo los árboles tiene una apuesta muy definida: una ambientación contemporánea y neta y una cocina de vanguardia, experimental. Los responsables son los chefs Paul Feldstein y Victoria Rabinovich, dos jóvenes sub-30 que se conocieron en Sucre y decidieron abrir su propio proyecto en 2018, primero como un restaurante a puertas cerradas que funcionaba en el segundo piso de una casa antigua del barrio y más tarde abierto a la calle.
Lupa invita a expandir el paladar: sabores nuevos, combinaciones inesperadas y productos desconocidos. La carta de apenas ocho platos es coherente y enumera ingredientes como en una poesía, invitando a dejarse llevar. Así aparece “acelga amarilla, choclo, cebolla” , que es un pequeño tamal de hoja de acelga relleno de choclo, cebolla y otros misterios. Sin distinción entre entradas y principales, aparecen en la lista “poroto negro, nabo, ciruelas, yogur” con sabores frescos y ácidos, de evocaciones asiáticas. Utilizan productos orgánicos y elaboran sus propios fermentos, tan de moda últimamente.
Como ponen en primer plano los productos que los inspiran, pueden ofrecer platos fuera de la carta si de pronto se enamoraron de una lisa fresca en el mercado; la preparan como un tiradito, acompañada de una ensalada de yuca, chaucha y huevo. Otros platos intrigantes son “calasparra, ciruela, zapallito”, elaborado con arroz Calasparra, el único de los tres con DO española, y el “khaja, burrata, jengibre, garrapiñada, arroz”. Khaja es un postre típico de la India en versión salada. Para terminar la noche, “choux, diplomata, frutilla, cacao”, un alfajor hecho de dos tapas de la típica masa de profiteroles con cacao, relleno con crema diplomata –pastelera y chantilly– y trocitos de frutilla.
OʼHiggins 3424. Reservas por WhatsApp: +54911-5038-3523. Todos los días desde las 20.
Moshu
Pionero de García del Río
Lucas Villalba dejó su trabajo como vendedor en una empresa de productos de pastelería para seguir su sueño en 2017. Y eligió un local pequeño en la esquina de Moldes y García del Río, en una época en la que el bulevar era apenas una calle con más verde que otras, que unía Cabildo con el Parque Saavedra, siete cuadras arriba. Villalba apostó por una pastelería de la que era fan, con tortas de tradición norteamericana como la carrot cake. Y fue como si el barrio hubiera estado esperando la apertura desde hacía siglos. Siempre lleno desde el minuto cero, hace más de tres años que la esquina arde de gente que espera mesa, que compra para llevar, que pasa a buscar su pedido, además de las bicis y las motos de delivery. Fue un pionero en el barrio. A la pastelería de calidad y al café de los buenos, con espuma y leche con dibujitos de los inicios, les fue sumando el brunch de los fines de semana, los sándwiches y, finalmente, los platos y una breve carta de vinos y cervezas.
Amantes de las tortas estarán en la gloria: un lemon pie imbatible, cheese and oreo y el clásico de la casa, Red Velvet, un bizcocho húmedo de cacao y cream cheese vanilla frosting. A pedido de los clientes, agregaron opciones saladas para el desayuno, la triqueta de palta y cherry, tostadas con palta, tomates cherry y oliva con albahaca, y platos con huevo. Le siguieron los sándwiches, como el bagel de salmón ahumado, el roll veggie, las tartas del día, de perfecta masa sablée con ensaladita, y en invierno las sopas.
El plato estrella es “¡pobre de vo!”, una ternera braseada cuatro horas que se corta con tenedor, acompañada de papas con cebolla y morrón, huevo poché, rúcula y vinagreta de aceto y miel. Los culposos pueden pedir la superensalada Magtí, con peras salteadas, rúcula, portobellos asados, queso azul y praliné de almendras.
El entusiasmo se extiende a los mozos y las camareras, la gran mayoría colombianos, como la mujer de Villalba. Después de dos años de éxito rotundo, Lucas abrió en la otra esquina, en Vidal y García del Río, Jornal, un restaurante glamoroso, con una puerta de terciopelo rojo, barra de tragos, una carta elaborada y una puesta sofisticada. Para pena de todo el barrio, no lo pudo sostener en la pandemia y se reconvirtió en panadería gourmet y fábrica de pastas. Su público no se resigna y apuesta a que, en algún momento, esa cortina vuelva a flamear.
Moldes esquina García del Río. T: 4702-3683. Todos los días de 8.30 a 20.30.
La Épica
Pizza y parque
El bulevar García del Río termina en la calle Pinto, cuando se topa con el Parque Saavedra, que se convirtió en el lugar para hacer gimnasia, festejar un cumpleaños, ir de picnic, pasear el perro o ventilarse un rato y respirar el verde. Heladerías, cafeterías y bares abrieron a la vera del parque. Uno de los últimos fue La Épica, sobre Melián, casi esquina Vilela. La fachada atrae: tablones de madera clara y un local abierto a un mostrador colorido con una valla donde se lee “polizia di Napoli”. En lugar de barra, ofrecen sangría con vino tinto de damajuana, hielo y limón.
La magia está detrás, en el gran horno, de donde salen pizzas de un único tamaño. Y ese horno es todo un símbolo en la vida de sus dueños, los jovencísimos Tobías Jovenich y Francesco Larocca, ambos sub-20. Tenían un dinero ahorrado para comprarse a medias un auto vintage, un BMW coupé de los 80. Pero pensaron que un horno podía comprar mucho más y abrieron La Fina, una pequeña pizzería cerca de la estación de tren Belgrano C. Con las pizzas que dio aquel horno compraron otro y abrieron La Épica. Esta vez acudieron a un maestro de la cocina como Takehiro Ohno para que los asesorara no sólo en los fuegos, sino en cómo administrar un restaurante. Arrancaron en agosto, en plena pandemia, y se les ocurrió comprar unas pocas sillitas de playa, las más bajitas, a las que se les pliega el respaldo, para que la gente cruzara a comer su pizza al parque. Tanto fue el éxito que hoy tienen más de 200 sillitas plegadas a un costado que recuerdan a un balneario.
Hay que pagar la pizza en la caja para después comerla en el parque o en la gran terraza del primer piso, también ambientada como un deck, donde de noche brillan los farolitos y suena música. La pizza es superlativa, no sólo el tamaño y la masa -ni muy fina, ni media mesa, del crocantor justo-, sino las combinaciones originales y con materia prima de calidad. Recomiendan la de bresaola y rúcula, con mozzarella fior di latte, salsa de tomate, rúcula, aceitunas y alcaparras. También la franchute, fior di latte, brie, panceta ahumada y pesto de tomates secos y la de mortadella y pesto. Además de la sangría de vino tinto, hay aperitivos y cervezas. Los postres son pocos, pero ricos: tiramisú y flan de mascarpone con dulce de leche. En breve abrirán Cesta, a media cuadra, con una propuesta de picnic para el parque.
Melián 4092. T: 2366-2256. Todos los días desde las 19. Sábados y domingos, también al mediodía.
Oporto Almacén
La esquina glam
La esquina de 3 de Febrero e Irlanda se convirtió en un clásico con comensales fieles que no son sólo los vecinos. Se trata de un espacio glamoroso de dos pisos y terraza que pide vestirse para la ocasión. Los azulejos blancos de la fachada evocan algunas callecitas de la ciudad portuguesa, aunque aquí se combina en el interior con hierro forjado negro, madera cruda, mármoles, vidrio y cuero, que le dan un toque industrial. En la planta baja están las mesas chicas; en el primer piso, las mesas para grupos y una gran cava, y un piso más, la terraza con una barra, cerco verde y farolitos, ideal para ver el atardecer con un Cynar con jugo de naranja y hojas de menta.
El chef desde el primer día, Luis Gutiérrez, propone una cocina argentina con esas recetas de inmigrantes que fueron pasando de manos y todos hemos comido alguna vez, en casa propia o ajena. El plus es que están hechas por profesionales en un espacio elegante y sofisticado y con un servicio impecable.
Entre las entradas, los buñuelos de espinaca son imperdibles; el viejo “cóctel de camarones” aquí son camarones con salsa golf, tartare de palta y crocante de brioche. Otra opción más elaborada es la bresaola de wagyu con escabeche de hongos y verdes. Volvemos a los platos de abuelas con una milanesa de lomo –bien gordita– acompañada con spaghettini a la manteca y queso reggio. Inolvidables los raviolones rellenos de berenjena con una salsa de tomates de acidez exacta, porque son tomates orgánicos de Mendoza. A los amantes de las ensaladas, les encantará la de pollo frito apanado con cereal, lechuga morada, rúcula, castañas, aderezo de maní y huevo mollet. Para seguir evocando los sabores de infancia a la hora del postre, están el flan de dulce de leche, las frutillas con crema y merengue y la panna cotta de chocolate blanco con coulis de frutos rojos.
Por qué se llama Oporto Almacén: también funciona como rotisería y venta de vinos (más de 500 etiquetas). Venden al peso o por ración quesos, encurtidos, panes, mermeladas, pasta seca, entre otros.
11 de Septiembre 4152. T: 4701-7434. Lunes a sábado, desde las 10 al cierre. Domingos de 10 a 16.
Para seguir probando
El furor por las panaderías de masa madre y por las pastelerías artesanales también se dio en el barrio. Cuadra (O’Higgins 3202) sumó a sus croissants, que se venden por unidad y diversidad de panes, una carta salada breve (pizzas, bruschettas, algunos pocos platos), tragos (vermut Lunfa) y mesitas en la vereda. Muy cerca está Mauer Bar (O’Higgins 3573), que apunta a los más jóvenes, con DJ, tragos y platos para comer con la mano. Del otro lado de la vía, Amaro (11 de Septiembre 4202) promete pizza y vinos en la vereda. En la esquina de 11 de Septiembre y Comodoro Rivadavia está Bandol, abierto de 8 a 21.30, con una carta de desayunos, meriendas y platos que asegura calidad. En 11 de Septiembre 4540 está La Madonnina, restaurante italiano con gran patio a la calle. Otro es La Rossi Maniera (Amenábar 3501, esquina Núñez) y en el bulevar García del Río está Espacio García, en la esquina con Vidal, que apuesta por sandwichería y jugos saludables, venta de productos y espacio de arte y eventos en el primer piso.