Esta reserva se encuentra 88 km al norte de Puerto Deseado. Es un paisaje muy especial, ya que hay salinas; todo se ve blanco, y en un día nublado la tierra se confunde con el cielo. Antiguamente este sitio albergó a una pequeña población que vivía de la salina; hoy sólo quedan los restos de un viejo correo y algunas tumbas abandonadas.
El faro de Cabo Blanco, construido en 1915, tiene 66 metros de alto; el paisaje desde arriba es imponente, a puro mar. También puede verse una colonia de cormoranes grises y, desde lejos, uno de los mayores apostaderos de lobos marinos de dos pelos en toda la costa patagónica.
Para ver a los lobos de cerca hay que hacer un trekking corto, pero que tiene su dificultad, ya que hay que andar entre piedras generalmente húmedas y resbaladizas. Vale la pena; el lobo marino de dos pelos es una especie en recuperación, ya que fue cazado implacablemente durante los siglos XVIII y XIX por el alto valor de su piel.
Desde 1937, Cabo Blanco es una Reserva Natural Intangible; hoy pueden verse cientos de lobos durmiendo entre las rocas, zambulléndose y nadando. Las hembras pesan unos 60 kilos, pero los machos, enormes, pueden llegar a pesar 200 kilos. En verano, todos ellos se dejan ver de cerca; sin embargo, es importante no acercarse más de lo que recomienda el guía, para evitar el estrés de los animales.
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