El aroma a tortillas se escapa del horno de barro en Finca Las Flores. Entre las áridas montañas de la Puna jujeña, Kevin Flores prepara una masa de empanadas mientras su hermana Yanina emprende tareas de hilado en la pushka -herramienta ancestral usada para este oficio-. Una manada de llamas aguarda en el corral la hora del pastoreo. "Yo estoy acostumbrada aquí. Cuando voy al pueblo a visitar a mis hijos extraño mis llamitas. Pero vivo sola por eso me gusta recibir visitas y compartir mis días", dice su madre, Flora Calpanchay con una sonrisa que se le dibuja en la cara ni bien va llegando un grupo de turistas a su casa, a 5 kilómetros de la localidad El Moreno, departamento de Tumbaya, Jujuy (a 11km al sur de la ruta nacional 52) .
Los viajeros se contactaron con Pueblos Originales, una empresa social que se propone incorporar a las comunidades locales en la industria turística para que ofrezcan una experiencia intercultural en la Quebrada de Humahuaca y sus alrededores.
Una trama de grietas se teje en las manos de Flora, que revuelve el locro con el que agasajará a los invitados. La temperatura es agobiante. Sin embargo, en el interior de las paredes de adobe se siente una frescura envolvente.
Inés Sanguinetti es una de las seis personas que se sumó a la jornada de cuatro días de actividades pensadas para poner en valor la cultura y cosmovisión de los pueblos originarios. "Confío en que esta experiencia va a ser transformadora tanto para mi como para los emprendedores. Por eso me entusiasmó la idea de ser parte", dice.
Al momento en que la sombra se esconde, los turistas acompañan a Flora a caminar junto a las llamas hasta dejar que se pierdan como un punto en el paisaje desértico.
Maria Cherñajovsky -la diseñadora de moda conocida como María Cher- también se unió a la experiencia. La imagen luego del almuerzo se va convirtiendo en un telar donde se enlazan los saberes ancestrales con el diseño de vanguardia urbano. Flora y su hija le enseñan sus tejidos realizados con tintes naturales que comercializan en la Red Puna -que nuclea a organizaciones de tejedoras de la Puna- y los moldes de nailon con los confeccionan los ponchos. En una hoja de papel María dibuja diseños a modo de sugerencia para sus futuros productos.
Este proyecto de ayuda a los emprendedores locales en varios aspectos, como la generación de fuentes de trabajo y recursos; en la transmisión de valores ancestrales y colabora en evitar que deban dejar sus tierras para migrar a la ciudad.
Los integrantes de la empresa son cuatro miembros de los pueblos originarios: René Calpanchay- de origen atacameño-, Clemente Flores y Celestina Ávalos -de origen coya-, y Balbín Aguaysol -Diaguita Calchaqui-; y cuatro profesionales urbanos: Jorge Gronda -médico jujeño-, Diego Noriega -santiagueño, fundador de Alamaula-, Pablo Simón Casarino -empresario boliviano, Pablo Saubidet -empresario, Presidente de iPlan-.
"La plataforma apunta a un nuevo modelo de desarrollo socio-comunitario. Emprendedores de las comunidades ofrecemos experiencias inmersivas y participativas. Por otro lado, nuestros socios empresarios cuentan con el conocimiento tecnológico para lograr un mejor posicionamiento de nuestra empresa en el mercado", explica René Calpanchay.
Experiencias participativas diversas
El emprendimiento incluye un total de 22 experiencias que van desde la realización de tejidos en telar ($750 por persona), almuerzo en la montaña ($2000), incursión en el trabajo del cuero ($700), taller de alfarería ($1600), ceremonia de fuegos andinos con cena y cantos ancestrales ($2600), caminatas nocturnas ($750), ceremonia de té ($500), etc.
Los emprendedores- alrededor de 30- están vinculados en un circuito por la Quebrada. Los turistas pueden optar por contratar una excursión en particular o por paquetes que incluyen traslados, alojamiento, gastronomía, asistencia al viajero, etc. durante la cantidad de días que quiera cada viajero.
"De acuerdo al sitio donde se realiza la experiencia, trabajamos con hoteles de la zona. Entre ellos, Espacio Purmamarca en Purmamarca, Posada El Capricho en Seclantás y Posada AguaySol en Amaicha del Valle. A su vez, los turistas pueden arreglar el alojamiento por su propia cuenta", explica René Calpanchay.
Celestina Ávalos es otra de las emprendedoras anfitrionas. Una variedad de bowls de cerámica con hierbas naturales se posan sobre una mesa de su casa en la localidad de Tumbaya. "Muña Muña es la hierba del amor, decía mi abuela. La Rica Rica sirve para el dolor de estómago", señala al tiempo que los invitados van tomando la que más les apetece para beber como infusión. Siguiendo las instrucciones de la anfitriona, María se encarga de amasar la levadura para el pan e Inés de los buñuelos. "Me recuerda a mi abuela inclinada sobre la mesada tarareando una canción que luego interrumpía para cortar con delicadeza las manzanas de la mezcla", relata.
Cuando Celestina habla de su oficio le brillan los ojos: "¿Por qué hago esto? Porque transmitir mi amor por la cocina y aquello que me enseñaron mis abuelitas me hace sentir que siempre voy a estar viva. Lo que no se comparte se muere con uno", expresa.
En ese sentido este emprendimiento turístico propone el intercambio de una experiencia genuina a través de un valor que se construye mediante la riqueza cultural de quienes llevan el legado de sus ancestros en la tierra.
¿Por qué hago esto? Porque transmitir mi amor por la cocina y aquello que me enseñaron mis abuelitas me hace sentir que siempre voy a estar viva. Lo que no se comparte se muere con uno
Además, la trama empresarial se conforma de otros emprendedores locales que colaboran directa o indirectamente con el proyecto. Los ingredientes que se utilizan en la Ceremonia de Té de Celestina son producidos por diferentes productores locales.
"A través de Pueblos Originales recibí la visita de una mujer de Francia con la que generamos tanta conexión que se terminó quedando veinte días viviendo en casa", agrega Celestina, que además de cocinera es madre, agricultora, luchadora, líder y defensora de los derechos y tierras indígenas de la comunidad a la que representa.
Kevin también experimentó una transformación al integrarse en esta empresa. Comenzó a estudiar para ser chef para brindar servicio de hospedaje y se convirtió en el primer miembro de la familia en realizar una carrera.
"Yo era activista en la comunidad de Susques hasta que me di cuenta que para pensar en evolucionar debemos generar nuevos emprendedores y trabajar juntos como iguales con un mismo propósito porque todos somos de esta casa que se llama mundo. En estas tierras levantás una piedra y encontrás una experiencia auténtica. Hoy hay viajeros de todas partes que buscan vivir este tipo de encuentros", sostiene René Calpanchay.
"Este tipo de emprendimientos vivenciales son una tendencia mundial y Argentina no es la excepción. A nivel nacional ya existen alrededor de 70 iniciativas campesinas e indígenas", explica Ramiro Ragno, referente de la Red Argentina de Turismo Rural Comunitario.
Contacto
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