A unos 75 kilómetros de Ushuaia, en la bahía Almirante Brown sobre las costas del Canal de Beagle, un paseo bien lejos del ruido de la ciudad para probar la cocina local en una aldea de pescadores.
A orillas del Beagle hay un asentamiento más austral aún que Ushuaia, llamado Puerto Almanza. Se trata de un puñado de casas de madera y chapa de colores –serán veinte–, bien pegadas a las costas del canal, cuyos dueños son pescadores dedicados a la recolección y cultivo de frutos de mar. Están ahí, en el extremo del mundo, a poca distancia de la conocida estancia Harberton, y luchan contra el clima adverso del canal, especialmente en los meses más fríos, cuando la población pasa de 200 a unas 70 personas permanentes.
Pero la perseverancia tiene sus ventajas: el agua pura alejada de los desechos contaminantes de las industrias les da centolla, centollón, cholgas, mejillones y otros mariscos de excelente calidad. Dicen los pescadores locales que en estas aguas, los mejillones, por ejemplo, crecen incluso en invierno, y que tienen abundante alimento pues el canal forma hacia el este un embudo donde la corriente inyecta una masa sustanciosa de fitoplancton. Los que aquí viven aprovecharon las concesiones otorgadas por el gobierno para el desarrollo de actividades vinculadas a la pesca.
Solo 4 km en línea recta separan este pequeño puerto pesquero de la Isla Navarino. Chilena, del otro lado del canal, aloja Puerto Williams y sus famosos Dientes de Navarino que se disputa con Ushuaia el título de la ciudad más austral del mundo. Tan cerca estamos de Chile, que basta desandar la ruta que nos acerca a Almanza para recibir el mensaje de la compañía de teléfono celular indicando el servicio de roaming.
Punto estratégico, en Almanza hay destacamento de la Prefectura Naval y delegación de la Armada Argentina, y todavía se puede observar a un lado del camino la artillería preparada en los años 80 durante el conflicto limítrofe con el país vecino por las islas Picton, Nueva y Lennox.
Para que siete alumnos puedan estudiar en la localidad, recientemente se inauguró la escuela llamada "44 Héroes del Submarino ARA San Juan", en homenaje a los tripulantes del submarino que había navegado las aguas del canal frente a Puerto Almanza poco antes de su desaparición.
Recientemente se inauguró la escuela llamada "44 Héroes del Submarino ARA San Juan" en homenaje a los tripulantes del submarino desaparecido.
Mirando al mar, el paisaje está dominado por los acantilados del frontón Gable, cuyo frente blancuzco trabajado por el agua y facetas triangulares semejan capillas. El sol de la tarde pinta unas increíbles franjas iluminadas en cielo y mar, y la decena de barcos de pescadores que flotan en la bahía que pertenecen a los pescadores artesanales, brillan de un amarillo intenso. En la costa, sus jaulas de centolla esperan la próxima salida.
Gustavo Pinto pesca centolla hace 15 años y dice que aquí todos se conocen. Son pocos, tal vez siete, y alcanza con poner una boya con sus iniciales para que ningún pescador toque nada ajeno. "Eso no pasa en otros puertos", dice. Hay códigos, y cada cual tiene sus propios clientes en restaurantes y hoteles de Ushuaia y Río Grande.
Francisco "Pancho" Cabral es en cambio buceador de mariscos y bivalvos, tarea que desarrolla con traje seco y manguera.
Sergio Corbo por su parte, fue de los primeros en llegar hace 19 años. Dice que había sólo tres habitantes fijos y pudo elegir el mejor ángulo para instalar su casa: frente al frontón Gable. Lo suyo es el cultivo de mejillones –"de los primeros cultivos que hubo en la Argentina", aclara-, que saca de 6 cm y son de la más alta calidad por ser de aguas pre antárticas, "purísima", destaca.
La carta de su restaurante, La Sirena y el Capitán –en alusión a sí mismo y a su mujer Nadia-, ofrece exclusivamente pescados y mariscos de gran variedad. Es el único que desafía el clima y está abierto todo el año al mediodía y de noche, ideal para los pocos que se aventuran hasta acá fuera de temporada por una ruta que no siempre es transitable. La casa que funciona de comedor es chiquita y tiene muy pocas mesas, y todo lo que se sirve allí es fresco, traído directamente del mar.
La Sirena y el capitán, al igual que otros pequeños emprendimientos de pescadores y personas dedicadas al agro y al turismo, pertenecen a la Ruta de la Centolla, un circuito productivo- gastronómico a lo largo de 15 kilómetros, desde Almanza hasta Punta Paraná, donde también se destacan los invernáculos con plantaciones de frutas como frutillas y frambuesas, y las hortalizas.
Con el corredor de turismo buscaron con el grupo llamado Cambio Rural alternativas para poner en valor la zona, de gran potencial. "El INTA convocó a los pescadores artesanales para ver si queríamos abrir la puerta del rancho para que el visitante comiera el producto del mar directo del canal, y se sumaron alrededor de diez establecimientos", explica Diana Méndez, de Puerto Pirata. Junto a su marido, Sergio Carrera, se dedican a la pesca de centolla y centollón.
Para no crear falsas expectativas, dice que lo suyo no es un restaurante hecho y derecho y que los turistas en cambio vienen a comer sin lujos a la casa del pescador, pero su rancho está repleto de rincones y detalles, y se come en una mesa comunal. Han puesto en práctica un sistema que a todos atrae: con un pequeño zodiac, se acercan a las trampas costeras donde las centollas aguardan su destino en el siguiente paladar. Se levanta la trampa, se explica cómo funciona y así la centolla pasa del mar a la mesa. Bien vivencial.
Además de centolla, en su restaurante de tres mesas para 20 personas ofrecen platos de trucha de un vecino que tiene cultivo, salmón rosado, róbalo y mariscos de pescadores locales. Para después de comer hay kayaks a disposición de los clientes más activos. La merienda se puede hacer en la Chacra Ruca Kelleñ, donde se cultivan enormes frutillas, y que además ofrece a la venta dulces y licores de frutos rojos. También parte de la ruta turística es La Oveja Verde, la parrilla más austral que va por la tercera temporada y cuya especialidad es el cordero al asador.
Finalmente, La Mesita de Almanza es propiedad de Lito Lavia y uno de los más clásicos, y de lo pequeño que es, está casi siempre ocupado. La madera y el calor de su chimenea a leña lo hacen de lo más acogedor. Para mirar el Beagle sin interrupción.
Si pensás viajar...
Puerto Almanza se encuentra a 75 kilómetros de Ushuaia, sobre la ruta complementaria "K".
La Mesita de Almanza, funciona desde 2014. Fuera de temporada abre sábados y domingos en dos turnos: 12.30 y 15 horas. En temporada, de miércoles a domingo. T: 02901 15 51-0659. Lo mejor es reservar previamente por Facebook, o litolavia@gmail.com.
La Sirena y el Capitán, mediodía hasta las 15, es el único que abre todo el año. T: (02964) 61-0198.
Puerto Pirata C: (02901) 15 60-6894. En temporada, todos los días al mediodía.
Oveja Verde T: (02901) 64-0334.