Pospandemia: cómo lograr que el turismo sea sustentable y se aleje de lo masivo
Los atentados del 11 de septiembre de 2001 fueron un game changer para la seguridad de los viajes y marcaron el verdadero punto de partida al siglo XXI. Dos décadas más tarde, la pandemia es otro acontecimiento disruptivo que provocará cambios duraderos. El mundo de los viajes que conocimos hasta ahora profundizó y aceleró lo que se venía haciendo desde el auge del consumo turístico masivo a partir de los años 60 y 70: a lo largo de las últimas décadas, el turismo creció más rápidamente que la economía mundial y llegó a representar -hasta marzo- la décima parte del empleo y la generación de riquezas en el planeta.
Este crecimiento vertiginoso no se hizo sin daños colaterales y hace años que escuchamos hablar del sobreturismo, de la creciente hostilidad de las poblaciones locales hacia los turistas en las ciudades más afectadas y de los efectos irracionales creados por las redes sociales (una foto viralizada atrae a cientos de miles de viajeros a un lugar no preparado para tal presión; como además las imágenes pueden estar excesivamente retocadas, a veces la realidad genera decepción).
Pero esto era hasta el estallido de la pandemia de Covid-9, que paralizó la casi totalidad del turismo mundial. Tanto o más que una guerra. Desde que comenzaron los cierres de fronteras y los confinamientos, hubo voces para pedir una reactivación sobre bases más sustentables que permitan mitigar los efectos negativos del turismo masivo, haciéndolo más participativo e integrado. Para reflexionar, acompañar e impulsar tales cambios, un grupo de profesionales del turismo de Francia -el principal destino del mundo por cantidad de visitantes- puso manos a la obra y está organizando el primer gran evento internacional de la era posCovid. Se llamará A World for Travel y se realizará en noviembre en Évora, una pequeña localidad del interior portugués, a 100 km de Lisboa.
El Davos del turismo
Analizar el impacto de la pandemia, pero sobre todo reflexionar sobre nuevas vías de desarrollo y detectar los problemas previos al derrumbe para reconstruir todo sobre bases más sanas y sustentables: a primera vista, el programa del foro parece utópico. El padre de la idea es Christian Delom, que tiene una extensa trayectoria en aerolíneas, organismos oficiales de turismo y agencias de viaje. No es el único que detectó hace rato los problemas generados por el modelo imperante, pero decidió pasar a la acción encargándose de la secretaría del grupo que organizará A World for Travel. "Queremos poner un marcha una suerte de Davos del turismo, un espacio donde compartir y adoptar ideas nuevas para beneficio de todos". Habrá logrado su apuesta si en unos años se habla del Évora del turismo.
¿Por qué Évora y por qué Portugal? El país es actualmente el tercero del Viejo Continente entre los preferidos por los viajeros europeos para este verano boreal. También fue el primero en crear Clean & Safe, un sello de seguridad sanitaria para su industria turística implementado ya desde el pasado abril.
"La pandemia está controlada en Europa, y como las fronteras y el tráfico aéreo fueron reactivados esperamos recibir viajeros. Los empresarios turísticos portugueses nos avisaron que las reservas van creciendo para los meses de julio, agosto y septiembre. Estamos listos y operativos", explica la ministra de Turismo de Portugal, Rita Marques, otra de las promotoras del foro.
La idea era muy anterior a la pandemia y su país se había comprometido a organizarlo ya en tiempos de su predecesora, Ana Mendez Godinho, que ocupó el cargo hasta octubre del año pasado. Marques asegura que "el gobierno portugués está enteramente comprometido con el foro The World for Travel en Évora. Pensamos que será el momento perfecto para reunir a todos los representantes de los sectores privados y públicos de la industria del turismo luego del estallido del Covid-19. Será el momento justo para prepararnos para los desafíos que se vienen en cuanto a sustentabilidad social, ambiental y económica; y también para las economías digital y circular. Nuestro mundo global tendrá nuevas normas y tenemos que preparar nuestra industria de cara a esta nueva era".
Se trata, sin embargo, de un reto complicado de implementar porque supone una reformulación total de los modelos existentes, con todos los costos que eso implica. Y porque depende de los grandes problemas del mundo actual, que la industria preCovid contemplaba con más o menos compromiso: el mayor de todos es el recalentamiento global y el trastorno ambiental que está provocando. Se están modificando los climas, los paisajes, las costas, las zonas naturales y la biodiversidad a una velocidad tal que nuestro planeta no lo puede procesar ni enfrentar. Delom comenta que "es toda la cadena turística que va a tener que reinventarse en torno a dos ejes mayores, uno social y otro ambiental".
Reinventar el turismo
Estudiando lo que pasa en los principales destinos del mundo, parece evidente que nada podrá volver a ser como antes. Un indicio entre muchos: el gobierno francés condicionó el rescate financiero de Air France al abandono de las rutas internas que el tren puede suplir con igual (cuando no mayor) eficiencia de tiempos. Pero no se trata solo de vuelos.
Delom advierte que "el modelo del turismo no podrá volver a ser el de un resort en México o el Mediterráneo. Tampoco creo que la mayoría de la gente espere eso de ahora en adelante. No está ni en su interés ni en sus expectativas de seguridad sanitaria. El turismo festivo será el sector que más dificultades tendrá para reiniciarse. Y en menor medida los viajes de negocios: durante la cuarentena lo virtual demostró que puede sustituirse en la mayoría de los casos".
"El modelo del turismo no podrá volver a ser el de un resort en México o el Mediterráneo. Tampoco creo que la mayoría de la gente espere eso de ahora en adelante", advierte Delom de A World for Travel
Las primeras tendencias del turismo en el hemisferio norte, donde ya arrancó la temporada de verano, parecen confirmar estos pronósticos. Apenas reabrieron los negocios, las agencias tuvieron pequeños picos de reservas y consultas: la gente no perdió el gusto ni las ganas de viajar, es solo que pide viajes distintos. Este año se privilegian vacaciones de cercanías y "verdes". La montaña y el campo les ganan ampliamente a las playas y el litoral. En España, por ejemplo, los profesionales de Cataluña notan un interés inédito por el interior de la región. En Aragón, al pie de los Pirineos, sus colegas reciben niveles de consultas que no hubieran imaginado hace solo un año.
Christian Delom aporta otro ejemplo: "Acabamos de recibir una excelente señal. El ministro tunecino del turismo quiere participar en nuestro foro porque tiene intención de transformar totalmente la isla de Yerba. Y cuando uno sabe lo que es Yerba para el turismo, nos consuela pensar que algo está cambiando de verdad y nuestras ideas van por buen camino". Vale recordar que la isla es uno de los destinos más masivos del sur del Mediterráneo, equivalente a ciertos balnearios de República Dominicana, México o Cuba en el Caribe.
América latina, justamente. ¿Están maduros los mercados para estas nuevas tendencias? Seguramente habrá que esperar un tiempo antes de que el flujo que viene del norte (Estados Unidos, Canadá, Europa Occidental, Rusia, Japón) vuelva a sus niveles previos a la pandemia. Cada país y región tendrá que reorientarse y redefinir sus públicos, especialmente las que viven del turismo internacional de largo alcance, como El Calafate en la Argentina o Machu Picchu en Perú.
Cambio de paradigma
El primer gran foro turístico de la era posCovid, al igual que su modelo de Davos, quiere concluir con acciones concretas para no permanecer en el campo del debate y las ideas. La agenda de dos días de intercambios estará repartida en 20 comisiones. Cada una terminará su sesión con compromisos específicos aplicables enseguida: y durante la reunión final se elegirán cinco de esos compromisos, que los organizadores seguirán a lo largo de 2021, con un nuevo encuentro posterior para comprobar sus resultados.
"Nuestros modos de vida evolucionan y el turismo empezaba a sufrir una contra importante (desde la hostilidad de vecinos de ciudades que sufren el sobreturismo hasta la "vergüenza de volar" que afectó las redes domésticas de varios países como Austria, Suecia e incluso Francia). Si esta contrariedad se profundiza, los daños en las sociedades y las relaciones internacionales serían enormes y afectarían a nuestros proyectos de civilización. Queremos tomar nota de las críticas al modelo de excesivos viajes para encontrar una nueva vía y proponer un turismo de mejor calidad", explica Delom .
Considera que el turismo tendrá que aportar sentido, descubrimiento y mayor inclusión con las poblaciones locales. "Quisiera que el foro vaya más allá del turismo de experiencia que empezó a desarrollarse hace unos años. Habíamos llegado a un modelo insostenible: los destinos más visitados atraían a más gente aún, ya fuera Venecia, Tailandia, Barcelona, Amsterdam. Se llegó a una situación artificial en la cual nadie consume local (el ejemplo más absurdo es la sopa china para turistas chinos en Venecia) y los códigos de los turistas suplantan a los locales. Tenemos que para frenar esto y empezar sobre una base nueva. Las experiencias son una pequeña solución a un problema gigantesco; hay que ir más allá. El turismo responsable a su vez nunca se masificó y quedó en un mercado de nicho, pero podría evolucionar", agrega.
Delom sostiene que el turismo llegó a un extremo tal que en muchos países la gente se sube al avión para aprovechar un fin de semana de descuentos en otro país. Sube sus compras a las redes y espera recibir muchos likes. "Las consecuencias son terribles desde antes del estallido del virus. La pandemia no cambió nada. Nos mostró las exageraciones a las que hemos llegado y nos da la posibilidad de arrancar en otras direcciones. Además, estoy convencido de que los efectos del Covid 19 van a ser duraderos, como lo fue el 11 de septiembre.