La capital de Hungría atrae a los viajeros del mundo porque combina elegancia y un talante atrevido que la ha situado a la cabeza de la fiesta nocturna europea.
De las capitales imperiales europeas, Budapest destaca por aunar la belleza señorial que las caracteriza a todas con un aire exótico único. La grandeza del imperio austrohúngaro que se desarrolló desde 1867 hasta 1919, combinada con el espíritu magiar (grupo étnico de Europa del este) de un pueblo cuyo origen aún continúa siendo motivo de controversia, dan como resultado una mezcla explosiva. Hoy, la distinción de su pasado regio se une a una corriente juvenil renovadora que se traduce en una ciudad llena de energía, con una de las escenas nocturnas europeas más interesantes (y casi subversiva) para salir a bailar. A ello se le añade una cocina exquisita, tradicional o más moderna, y ciertas peculiaridades como los balnearios termales. Estos bellísimos espacios acogen personajes pintorescos que charlan apasionadamente sobre política o juegan con suma concentración al ajedrez metidos siempre, eso sí, en sus cálidas aguas reconstituyentes. La capital de Hungría puede rivalizar con París en su refinada belleza, pero nunca deja de sorprender por su singularidad.
LOS SPARTIES DE Széchenyi
Szécheny es uno de los tradicionales centros termales donde los ajedrecistas disfrutan de las partidas mientras se bañan. Incluso se puede jugar con ellos, siempre que uno se lo tome en serio ya que el ajedrez es una venerada pasión nacional. Muchos sábados se celebran en este balneario las “sparties” (mezcla de spa y party), invento local en el que reconocidos DJ de música electro, trip-hop, hip-hop, el funk o el trance, acompañados de impresionantes espectáculos visuales, transforman el balneario en una mega discoteca donde también es posible bailar dentro del agua. Son unas fiestas muy locas, sólo aptas para los más atrevidos, en las que se pone de manifiesto el ánimo juerguista de los húngaros, ése que los está convirtiendo en los reyes de la noche continental y que los lleva a crear propuestas nuevas y únicas en Europa.
#hungary #Budapest #thermalbaths #szechenyibaths ???????????? Outside temperature -9c ??
A video posted by Luis Urbina (@urbinamluis) on
La movida de los bares en ruinas
Popularmente se los llama "Ruin bars". Se trata de edificios enteros que estaban en desuso y que se han reconvertido en enormes pubs, con diversos espacios dedicados al ocio, la música y el arte. Con una decoración que a veces parece salida de una película de ciencia ficción estilo Blade Runner y que incluye viejos muebles, mucha imaginación e incluso alguna obra de arte, son lugares muy interesantes para ir a tomar algo, ver una exposición y escuchar algún grupo de la escena indie local o a algún Dj. El primero que se inauguró fue el Szimpla Kert que se encuentra en Pest y que, aunque muy masificado y bastante turístico, continúa siendo el mejor para una noche divertida.
DOS MIRADORES IMPERDIBLES EN BUDA
Aquí las noches son siempre impresionantes, ya que toda la ciudad e ilumina y es como si se convirtiera en otra. También es cuando su esplendor se hace más patente. Para quienes no tengan espíritu de fiesta pero sí contemplativo o romántico, estos son los puntos panorámicos para agendar.
El Puente de las Cadenas
Es el más pintoresco de los nueve que unen ambas orillas del Danubio y desde el que se pueden hacer las mejores panorámicas del castillo de Buda. A la colina donde se encuentra este edificio se puede subir en el funicular Budavári Sikló. Una vez en lo alto, se aprecia perfectamente la imagen de la ciudad partida en dos por el río.
El Bastión de los Pescadores
A photo posted by Yavuz Kurtulus (@yavuzkurtulus) on
Una explanada con varios balcones y siete torres representan las siete tribus magiares que en 896 llegaron a Buda para quedarse. Todo el conjunto está realizado en mármol de un blanco puro y desde esta enorme terraza se tienen las mejores vistas de Pest. Hacé coincidir la visita con el atardecer para asistir al encendido del alumbrado de la ciudad. Las vistas, en especial las del Parlamento y los puentes, son inolvidables.
Nota publicada en agosto de 2017.
Franciska Díaz
LA NACION