Por las calles de Malta en busca de joyas históricas
El siguiente relato fue enviado a lanacion.com por Graciela Schisano. Si querés compartir tu propia experiencia de viaje inolvidable, podés mandarnos textos de hasta 5000 caracteres y fotos a LNturismo@lanacion.com.ar
En 1965 descubrí un libro de Dashiell Hammett, escritor norteamericano afiliado al partido comunista que por ser incluido en las listas negras de su país, colapsó su carrera de precursor de novelas policiales. Con su lectura recordé una película que había visto tiempo atrás en blanco y negro: con el argumento basado en el engaño, Humphrey Bogart inauguraba el rol de detective. Personajes sin escrúpulos no se habrían detenido hasta conseguir una joya histórica, una pequeña escultura de un halcón hecha de oro macizo y piedras preciosas que Los Caballeros de la Orden de Malta habían obsequiado al Emperador Carlos V. Se trataba de la película El Halcón maltés, basado en el libro de Hammett.
La existencia de la estatuilla resultó cierta: los Primeros Cruzados habían creado en Jerusalén la Orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan para asistir a los peregrinos que concurrían a Tierra Santa. La reconquista turca obligó a los Caballeros a trasladarse a Rodas y más tarde a la por entonces española isla de Malta. Por conveniencia estratégica, el Emperador cedió la isla a los Caballeros exigiéndoles un particular tributo: le entregarían todos los años un halcón adiestrado para la cetrería.
Para congraciarse con la corona, en el primer envío la Orden preparó una estatuilla de oro macizo y piedras preciosas que nunca llegaría a España: el barco habría sido saqueado por los piratas turcos. Hasta aquí, la hoy República Isleña de Malta sería un destino impensado.
Viajé a Malta en septiembre. El primer contacto visual con La Valeta fue de amor a primera vista. La pequeñísima capital de Malta se alza con su característico color dorado de piedra caliza sobre un promontorio, el Sceberras Hill, contenido entre dos mares, los puertos de Grand Harbor y Marsamxett, con imponentes murallas y bastiones que culminan en el Fuerte St. Elmo. La ciudad, que es delicadamente refinada y tiene aires de nobleza británica, nos ofreció agradables días soleados. El inglés es la lengua oficial, pero se habla también italiano y un dialecto, el maltés.
Reliquias en la catedral
Las calles bajan suavemente y sin fatiga hacia el mar y desde el aloja-miento en la calle Saint John caminamos hasta el centro de la ciudad para conocer la Co-Catedral de San Juan el Bautista, construida por los Caballeros en 1577.
La fachada es austera con dos campanarios a cada lado, pero su interior es un alboroto de estilo barroco, columnas y paredes doradas coloridas de ángeles y flores. El suelo de mármol incrustado de símbolos heráldicos es un verdadero tesoro. Vimos en el oratorio de la Iglesia dos joyas de la pintura: los óleos del pintor italiano Caravaggio , La decapitación de Juan el Bautista, la única firmada por el artista y San Jerónimo escribiente.
La moderna City Gate es la nueva puerta de la ciudad, obra de Renzo Piano. Incluye la Plaza Libertad, el Parlamento y las ruinas de la Opera House. Entre floridos boulevares están las terminales de buses y el Monumento al Día de la Independencia, bronce de una mujer que mira hacia el futuro sosteniendo una bandera. La colonia se independizó del Reino Unido en 1964, clave del estilo británico de la isla: los ingleses colonizaban con el lema de "como en casa, lejos de casa".
El bus turístico nos llevó a Mosta, con su Catedral salvada milagrosamente de una bomba que no explotó durante la guerra. La siguiente parada fue de Mdina (Imdina o Medina), la vieja capital de Malta, llamada la "Ciudad del Silencio". Totalmente fortificada, accedimos atravesando el puente sobre el fosado y nos encontramos con una fascinante joya histórica: callecitas estrechas flanqueadas por hermosas fachadas medievales y barrocas, todo en piedra caliza, la hermosa Catedral de San Pablo y una espléndida vista desde los bastiones hacia toda la isla. La compra de una estatuita del halcón en terracota será testigo de esta visita inolvidable.
La ubicación del Fuerte St. Elmo, es estratégica para la guerra y gloriosa por su panorama. Allí visitamos el Museo de la Segunda Guerra Mundial, testimonio de la participación de la Malta inglesa durante el conflicto. Pasando por el Hospital de los Caballeros llegamos al Monumento de la Campana del Assedio ubicado en la Baracca Inferior que recuerda los caídos durante la Segunda Guerra Mundial. Es emocionante cuando la campana suena al mediodía.
Recorrimos Jardines de la Barraca Superior para luego bajar en un elevador a nivel del mar y tomar el ferry que nos llevó a Cospicua, una de las Tres Ciudades Victoriosas donde se establecieron los Caballeros a su llegada.
Visitamos la Iglesia Anglicana de San Pablo, cuya enorme cúpula parece dominar el cielo de la ciudad y el Teatro Manoel de 1731, considerado el más antiguo de Europa.
Pancartas pasacalles adornaban la atiborrada calle Repúbblika. La Valeta era una fiesta ese 21 de septiembre. Presenciamos el desfile de la Banda del Ejército y, al compás de otras marchas, también se escuchó el emotivo Ciao Bella ciao". Cerraba el desfile un grupo de ingleses con el sonido heroico de sus gaitas, vestidos con la tradicional falda escocesa: Conmemoraban el Día de la independencia. Recordé que al final de la película, el policía que encarcela a los estafadores pregunta: "De qué material está hecha la estatuita" y el detective (Bogart) le responde: "Está hecha con el mismo material que se construyen los sueños".
¿Vacaciones con un giro inesperado? ¿Una aventura que marcó tu vida? ¿Un encuentro con un personaje memorable? En Turismo, queremos conocer esa gran historia que siempre recordás de un viaje. Y compartirla con la comunidad de lectores-viajeros. Envianos tu relato a LNturismo@lanacion.com.ar. Se sugieren una extensión de 5000 caracteres y, en lo posible, fotos de hasta 3 MB.