Los cinco goles (turísticos) de Islandia
Géiseres, vikingos y bastante más en un territorio pequeño con mucho para explorar
1. El Círculo Dorado
Gullni Hringurinn es el Círculo Dorado en islandés. No es el título de una obra wagneriana ni de alguna nueva serie televisiva con vikingos sino un tour por tres lugares cerca de la capital, Reikiavik. La primera parada es en el Parque Nacional de Thingvellir, Patrimonio Mundial de la Unesco. En verano las praderas son bien verdes, el lago azul y una bandera flamea delante de una capilla de paredes blancas.
Pero lo más interesante está entre las rocas de la meseta volcánica que domina el bucólico paisaje. La falla que abre como un paso entre la lava es la prueba más visible de la separación de las placas tectónicas de América del Norte y Europa. Caminando por la brecha, uno puede pensar que tiene un pie sobre cada continente. Los vikingos no lo sabían, pero habían elegido este lugar por su acústica y su singular geografía. Cada verano se reunían para administrar justicia y debatir de leyes durante una asamblea considerada como el ancestro de los parlamentos actuales.
Además de caminar, se puede bucear de un continente a otro en la laguna de la fisura de Silfra. Una opción para quienes tienen alma de vikingo porque las aguas son muy -muy- frías. El Círculo Dorado sigue hasta Geysir, sitio que dio su nombre a todos los demás chorros de agua caliente naturales. Ahí, el Strokkur escupe agua a 20 metros de altura cada cinco a diez minutos. En el mismo predio hay varias fuentes geotermales y las más frías se mezclan en superficie con otras que están en ebullición. La vuelta termina en Gulfoss, a una hora y media de ruta de la ciudad, la mayor catarata de agua de Islandia.
El Círculo Dorado se visita todo el año. En verano se puede hacer por cuenta propia. En invierno es mejor sumarse a una excursión; las rutas son difíciles, con nieve y hielo. Cuesta unos US$100 por persona. Para bucear en Sifra, prever tres a cuatro horas adicionales y más de US$170 por persona.
2. Vikingos en serie
Reikiavik es una de las capitales más pequeñas del mundo. Durante el día sus imperativos turísticos son la catedral, de diseño modernoso, la estatua de Leifr Erikson (el vikingo islandés que condujo la expedición que descubrió América del Norte) y el local del "mejor hot-dog de Europa". Bill Clinton puede dar fe, ya que pidió ir expresadamente cuando estuvo allí.
Por la noche, la visita se orienta hacia bares que compensan, con el calor de las charlas y la música ((Islandia es la patria de Sugarcubes, Gus-Gus, Björk y Sigur-Rós) en vivo, el frío que hace afuera. Los fanáticos de la serie Vikings tienen su circuito, empezando por el Saga Museum, con personajes de cera y ambientaciones. Al final de la visita, los aprendices de bárbaros se sacan fotos con atuendos idóneos.
En la Casa de la Cultura se pueden ver manuscritos de las famosas sagas islandesas, principal fuente de información sobre los tiempos vikingos. En las afueras de la ciudad, el recorrido llega a Árbaerm, museo al aire libre donde fue reconstituido un pueblo tradicional, con casas originales traídas de varios lugares de Islandia. Son construcciones de madera semienterradas, con techos cubiertos de una gruesa capa de césped.
Finalmente, cerca de Keflavik (donde está el aeropuerto internacional, a unos 50 kilómetros) se levanta el Viking World, donde se exhibe el drakkar Íslendingur. Esta réplica navegó de Islandia a Nueva York en el 2000, copia de los barcos que llevaron a Leifr hacia Terranova hace un milenio.
El Saga Museum abre de 10 a 18 todos los días. Está en Grandagardhur 2. Entrada, US$22. La Casa de la Cultura abre de 10 a 17, en Hverisgata 15. Entrada, US$10. El museo de Árbaer abre de junio a agosto, de 10 a 17. La entrada cuesta US$15. El puesto de hot-dogs se llama Baejarins Beztu Pilsur. Abrió varias sucursales, pero el original está en Tryggvagata 1.
3. Bananas bajo el círculo polar
Islandia es el país del hielo y del fuego, todo junto. Los volcanes y los glaciares son moneda corriente. A 50 kilómetros de Reikiavik, en un pequeño valle, luego de cruzar un gran campo de lava , se encuentra el pueblito de Hveragerdhi (jardines calientes, en islandés). Un terremoto en 2008 dejó marcas, pero fueron aprovechadas con fines turísticos por los vecinos, con un museo y un sendero hasta fumarolas que salen literalmente de las entrañas de la tierra.
Pero lo que todos quieren ver son los invernaderos donde crecen las bananas del polo norte. El pueblo está rodeado por invernaderos, calefaccionados por surgentes cálidas, donde se producen tomates y otros cultivos de climas más soleados.
Turismo en Hveragerdhi: www.hveragerdi.is
4. Conexión marciana
En el norte de Islandia, Akureyri es la segunda ciudad más poblada del país. Aunque en un territorio tan chico ser la segunda no es sinónimo de muchedumbre (19.000 habitantes). La ciudad aparece regularmente en las páginas de las novelas negras y en la obra de Arni Thorarinsson. Queda en un exótico norte para los habitantes de Reikiavik del sur, en tanto para los turistas es la puerta de entrada al lago Myvatn, uno de los paisajes más increíbles en un país donde abundan los paisajes increíbles, paraíso para la observación de aves, especialmente en verano.
La especie más emblemática es un pato de plumaje blanco y negro, el porrón islándico. El héroe de saga Víga-Skúta vivió en la granja Skutustadhir, a orillas del lago, lugar conocido por sus extrañas formas geológicas que por su pasado literario: allí quedan los seudocráteres, formaciones que parecen pequeños volcanes pero se formaron en realidad cuando explotaron bolsones de vapor en la lava, al contacto con el agua fría del lago.
Los astrónomos piensan que el mismo proceso se produjo en la superficie de Marte y avistaron conos similares sobre el planeta rojo.
Turismo en Myvatn: prever una hora en auto desde Akureyri. Llevar repelente en verano porque -como su nombre indica- Myvatn es el lago de las Moscas. Hay varios servicios alrededor del lago (taxi, mercadito, alquiler de vehículos, banco). El centro de información abre de 8 a 18, en verano únicamente. En invierno la región del lago es el mejor apostadero de Islandia para ver auroras boreales. www.visitmyvatn.is
5. Como en las sagas
Nadie puede pretender haber conocido Islandia si no ha hecho alguna travesía a caballo. Una única raza de equinos vive en la isla, descendiente de los que trajeron los vikingos a fines del primer milenio. Son pequeñas monturas muy resistentes que tienen un andar muy confortable gracias a sus cinco pasos. El deporte nacional de los islandeses, más que el fútbol, es la equitación.
Además de campeonatos, montan sus caballos para paseos y expediciones por el interior, como hacían sus ancestros vikingos cuando viajaban de una punta a otra de la isla. Los citadinos también arman este tipo de expedición, como una manera de mantener un vínculo con su historia. El circuito más popular entre las travesías que se comercializan a los extranjeros es por el Landmannalaugar, un gran valle desértico en el sur.
El paisaje es tan increíble que parece haber caído desde algún exoplaneta: un río tentacular de aguas calientes corre entre montañas de colores intensos y alimenta lagunas de tonos azules metálicos.
Para recorrer el Landmannalaugar, hay que dedicarle 6 a 7 días. Con toda la logística incluida, a partir de US$2000 por persona, con pernoctes en refugios, varias monturas por día, paradas en piletas termales naturales. Solo de mediados de junio a mediados de septiembre.