Autopistas, latinos y homeless. Estrellas de cine, surfistas y cultores de la vida sana. L.A no será apta para peatones, pero tiene luz verde para quienes se acerquen dispuestos a conocerla como es: ecléctica, moderna, pujante y muy cool.
El glamour de los Oscar y su alfombra roja, el ocaso de Norma Desmond en Sunset Boulevard, las casas modernas de Richard Neutra y Rudolph Schindler, la elegancia de Rodeo Drive y las mansiones de Beverly Hills, las palmeras, el surf, el culto al automóvil y la arquitectura googie –futurista–; todo eso se arremolina en la mente ante la idea de ir a Los Ángeles.
Las estadísticas no ayuda a calmar la ansiedad. California es el estado más poblado de los Estados Unidos y su economía regional representa la quinta del mundo, más poderosa que la del Reino Unido. El crecimiento sostenido se atribuye a su diversificación, ya que han sabido superar el modelo ganadero extensivo de los ranchos y rodeos, y reemplazarlo por otro agroproductor, al que se sumaron la industria del cine, el turismo, los astilleros, y hasta Silicon Valley.
Los Ángeles fue fundada en 1781, cuando el gobierno de Nueva España estableció una serie de misiones franciscanas desde San Diego hasta San Francisco, separadas por jornadas de un día a caballo. Recibió en nombre de El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles. Una cruz de madera da cuenta de ese acto en la actual Olvera Street. Al barrio se lo conoce como también El Pueblo, y es un epicentro chicano –uno de los tantos– de esta ciudad donde se estima que la mitad de la población es latina (descendiente de hispano-parlantes, principalmente mexicanos).
En la actualidad, el gran Los Ángeles reúne a unos 18 millones de personas; cuesta creer que hacia 1900 apenas eran 100.000. El ingeniero William Mullholland aún no había logrado completar el acueducto que traería el agua del río Owens a lo largo de las colinas de Sierra Nevada y a través del desierto de Mojave. Inaugurado en 1913, fue el puntapié inicial para el crecimiento explosivo que estalló con el descubrimiento de petróleo.
En los años 20 llegaron más de 650.000 inmigrantes. La mayoría eran de Nebraska y Iowa. Long Beach recibió el apodo de Iowa by the Sea, por la cantidad de nuevos residentes, la mayoría blancos protestantes que llegaban con la postal de las flamantes plantaciones de cítricos en la mano: era un nuevo horizonte, una promesa de trabajo bajo el sol, algo que el Midwest americano estaba lejos de poder ofrecer.
El estereotipo de Los Ángeles como tierra de automóviles comienza en esta época, cuando medio millón de autos –más de 800.000 en 1930– ruedan en la región: es un promedio per cápita mucho más alto que en el resto del país. Acompañan esa demanda las compañías de neumáticos (Goodyear, Firestone, US Rubber, Goodrich y Samson) y las automotrices.
En ese plan, Uber calzó perfecto en Los Ángeles. No sólo los turistas lo adoptaron, también los angelenos. A los primeros, con su flexibilidad, Uber les permite pasar por el Walk of Fame a sacarle una foto a su estrella favorita de camino a Beverly Hills, o compartir viaje con dos adolescentes que van a una fiesta en una mansión en Mullholand Drive, igualita a la que se ve en la peli de David Lynch.
NACE UNA ESTRELLA
Primero lo primero. ¿Por qué Hollywood es lo que es? La clave está en Edison. Thomas Alva, el inventor de la bombita de luz, el fonógrafo, el mimeógrafo y el kinetoscopio –un predecesor de la cámara de filmación– entre otras mil patentes registradas dentro de los Estados Unidos, también lideró la Motion Picture Patents Company (MPPC), más conocida como Edison Trust, que mantenía un monopolio sobre la producción, rodaje y distribución de las películas allí donde se filmaban a comienzos del siglo pasado: New Jersey.
El sur de California ofrecía buen clima todo el año, y una variedad de escenarios naturales muy útiles como sets. Montañas, desiertos, playas, bosques, muy poca lluvia y grandes extensiones de tierra a precios económicos; bien lejos de Edison y su amplia red de protección patrimonial. En efecto, más allá de la presión que ejercía legalmente a través de los tribunales por las regalías de sus patentes, los historiadores del cine aseguran que el gran inventor no tenía remilgos en enviar a la mafia a hacer ajustes de cuenta si los productores independientes olvidaban, por un momento, que se le debía pleitesía.
Ante este panorama, Hollywood resultó un horizonte más que prometedor. No sólo presentaba los beneficios del sol y las palmeras, sino que la presión de jueces y matones era inversamente proporcional con las grandes distancias.
Y tiempo era todo lo que los nuevos estudios precisaban. Hacia 1913 –cuando ya existían Paramount y Universal– algunas de las patentes de Edison comenzaban a expirar, a la vez que empezaron a llegar a la corte los primeros casos antitrust.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Hollywood se consolidó como la cuna de la industria cinematográfica mundial.
Downtown
No es el distrito con más prensa, pero esquivarlo sería un error fundamental. En el centro están The Broad –el fabuloso museo de arte contemporáneo inaugurado en 2015–, el MOCA (Museo de Arte Contemporáneo) y el Walt Disney Concert Hall, hogar de la Filarmónica de Los Ángeles diseñado en acero por Frank Gehry. En plan flâneur, o para matizar los museos, vale apuntarse un paseo en el primer funicular de la ciudad, el Angel’s Flight, que data de 1901, y el merodeo por los puestos del Grand Central Market.
Para amantes de la arquitectura, en pocas cuadras el downtown reúne una importante concentración de edificios Art Décó como el Jewerly Center o el Eastern Columbia, a los que se suman los teatros de South Broadway entre Third St y Olympic Blvd, que llegaron a ofrecer 17.000 butacas. Construidos entre 1910 y 1931, son doce salas que han encontrado derroteros diversos a lo largo de los años: algunos se conservan como eran, otros fueron reconvertidos en clubs nocturnos, templos y hasta hoteles.
El Eastern Columbia, por su parte, es una joya de 1929 toda revestida en azulejos verde agua, turquesa y oro, con motivos de plantas, patrones geométricos y rayos de sol. Obra de Claud Beelman para el empresario Adolf Sieroty, fue concebida como una tienda de departamentos y es característica la torre que remata con un reloj en cada uno de sus lados: de la aguja de uno de esos se colgaba Cybill Shepherd en el primer capítulo de Moonlighting en 1985. En 2005, un grupo inversor recicló por completo el edificio, al crear 147 lofts que combinan detalles de estilo originales con una deco bien osada. La apuesta dio sus frutos. En 2007 Johnny Depp compró cinco penthouses, de los cuales se fue desprendiendo tras su divorcio con Amber Heard, hasta que vendió el último el año pasado (todos entre u$s 1,5 y u$s 2,5 millones).
Son tantos los atractivos, que es probable que un solo día no alcance. Rodeado por Little Tokyo, Chinatown y Koreatown, un paseo por el centro debe incluir un merodeo por el Art District –con placentero alto en Manuela– y una visita a la Union Station. Se inauguró en 1939 (fue la última de las grandes estaciones americanas en construirse) en una combinación de estilo colonial español, con azulejos de diseños navajos (tribus nativas americanas de la zona de Arizona) y algunos toques de Art Décó, como las grandes butacas de la sala de espera que aún están a disposición de los viajeros.
SANTA MÓNICA Y MALIBU
Hasta el muelle de Santa Mónica, allí donde termina la histórica Ruta 66, llegó el personaje de Tom Hanks en su carrera por el mundo. Visitado por tres millones de personas por año, se trata del muelle no comercial más antiguo de la Costa Oeste. Construido entre 1909 y 1916 oficia de símbolo de una zona que los angelenos asocian con la seguridad, la calidad de vida en sintonía con el medio ambiente. Como Santa Mónica tiene su zona comercial a escasas tres cuadras –en la Third Street Promenade–, funciona como una pequeña ciudad dentro de la gran ciudad, y ofrece la posibilidad idílica de moverse sin auto.
Más allá, la cotizadísima Malibu fue un verdadero rancho aparte. Funcionó como Rancho Malibu desde 1887, cuando fue adquirido por Frederick H. Rindge hasta que él murió en 1905 y fue heredado por su viuda, May Rindge. "La reina de Malibu" –tal como la llamaban los medios locales– gastó fortunas defendiendo sus 40 km de costa, levantando alambrados e impidiendo que la Pacific Coast Highway avanzara por sus dominios. La batalla llegó a la Corte Suprema y May perdió. Para pagar parte de las costas, en 1926 fue obligada a lotear sus dominios. Entre los primeros nuevos vecinos figuraron Jack Warner, Clara Bow, Barbara Stanwyck y Dolores del Rio. Fueron los primeros pasos hacia la Malibu Movie Colony, la mayor concentración de figuras del espectáculo en el mundo, que en la actualidad comparten Pamela Anderson, Bon Jovi, Pierce Brosnan, Nicolas Cage, Jim Carrey, Mel Gibson, Leo DiCaprio, Madonna, Sting y Steven Spielberg, entre muchos otros.
Más adelante la densidad de mansiones merma y da paso a un entorno natural que hace las delicias de surfistas. Paradise Cove, Point Dume, Zuma Beach y la más escénica, El Matador, con sus formaciones rocosas a las que se accede por un sendero con escalera y pendiente.
WEST HOLLYWOOD
En la actualidad es reconocido como el barrio gay, pero su prosapia viene de otra época, y está relacionada con la noche. Hasta 1984 West Hollywood era parte del condado de Los Ángeles, pero no de la ciudad. Sus restricciones respecto del juego y el alcohol eran menores, y eso le permitió concentrar la vida nocturna de Hollywood en casinos ilegales, discos y bares que hicieron leyenda entre los años 30 y 40, tales como el Trocadero, Macombo o Ciro’s. Son sólo 2,7 km de Sunset Boulevard, desde Crescent Heights hasta Doheny Dr., con decenas de hot spots de la historia del cine y la música. Para conocerlos un muy buen plan es apuntarse a una de las caminatas de Dan Stowell, parte de las Experiencias de Airbnb, que ama su barrio y relata pormenorizadamente, metro a metro, todo aquello que pasó en esa histórica y larga milla de oro.
Desde los escándalos del Chateau Marmont (donde Helmut Newton pasó cada invierno de los últimos 25 años hasta que se mató al estrellar su Cadillac frente al hotel en 2004), pasando por los muebles que arrojó el baterista de Led Zeppelin en el Hyatt West Hollywood o la muerte de River Phoenix en la vereda del Vipers Room el día de Halloween de 1993, Dan no paraba de citar nombres y datos asombrosos. Nos señaló el Whisky a Go Go –donde tocaron desde Jimi Hendrix, los Doors, hasta Guns n’ Roses y Mötley Crüe–, saludó al barman del Rainbow, el lugar donde Joe DiMaggio conoció a Marilyn Monroe en una cita a ciegas, y se mostró convencido al afirmar que, aún hoy, si uno entra al Sunset Tower –el hotel que alojó a Errol Flyn, Clark Gable y Roger Moore– es muy probable que se cruce con una celebrity.
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