¿Nació en Tucumán o en Salta? ¿Fue amante de Julio Argentino Roca o él solamente fue un admirador, amigo de su padre y promotor de su obra? ¿Sucumbió al amor de un empleado del Congreso bastante más joven que ella en una época donde este tipo de transgresiones eran aún más castigadas que hoy? ¿Por qué sus esculturas fueron desplazadas de su emplazamiento original e incluso vandalizadas por mentes pacatas? Estas y muchas otras preguntas atraviesan la biografía de la primera escultora Argentina, Dolores Candelaria Mora Vega, más conocida como Lola Mora (1867-1936). Una artista genial halagada y discutida cuya producción -que es lo que verdaderamente importa, su propósito y legado-, se puede rastrear a lo ancho y largo del país trazando una ruta artístico-turística de esta escultora de los últimos años del siglo XIX y comienzos del XX cuyo nacimiento dio lugar al día del escultor.
"Podemos encontrar obra y sitios relacionados con Lola Mora en ocho provincias más la capital porteña", explica Pablo Chiesa, licenciado en museología y miembro de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos.
Audaz, talentosa y bella
Sobre la vida de Lola Mora se han dicho y escrito muchas cosas y no todas coinciden. Hasta hay una película dirigida por Javier Torre, actuada por Leonor Benedetto y un documental del Canal Encuentro realizado por Gabriel di Meglio, entre otros cortometrajes, notas periodísticas y libros recomendables como Lola Mora, una biografía, de los tucumanos Carlos Páez de la Torre (h.) y Celia Terán (Planeta, 1997), o Lola, el poder del mármol, de Patricia Corsani (Vestales, 2009), entre muchos otros.
Una foto la muestra joven con un vestido de encaje negro entallado, la mirada decidida con una belleza singular y misteriosa. Dolores nació en el campo y a los 11 años se mudó con su familia a San Miguel de Tucumán. A los 18 años murieron sus dos padres; entonces ella quedó a cargo del marido de su hermana mayor. Comenzó a estudiar dibujo, pintura y retrato con Santiago Falcucci, un maestro italiano que había llegado a la ciudad en 1887, el primero en inculcarle su estilo neoclásico italiano, que luego perfeccionó en Roma a través de una beca para estudiar pintura obtenida del gobierno Nacional, de corte conservador. Tenía 29 años. Antes había logrado el favor del público local después de presentar las carbonillas de los gobernadores tucumanos desde 1853.
En Roma estudió dibujo con Francesco Paolo Michetti pero conoce al escultor Giulio Monteverde, considerado el nuevo Miguel Ángel de la época, y cambió el dibujo por la escultura para siempre. Vuelve unos años después y logró encargos varios del Estado Nacional, entre otros, el de la famosa Fuente de las Nereidas, para la cual volvió a Roma a realizar sus figuras junto con tres ayudantes: era un trabajo colectivo por su magnitud. Fue su época de máximo esplendor, vivía en un palacio y hasta la visitaban reinas y príncipes: una vida de aventuras habiendo salido de Tucumán con una beca para convertirse en una artista reconocida que vivía espléndidamente. La crítica internacional la halagaba y mimaba. Años después volvió a Buenos Aires con sus figuras para emplazar la famosa fontana, conocida hoy como fuente Lola Mora, uno de los pocos casos en que la obra se identifica de tal modo con su creadora. Las figuras desnudas escandalizan a la moral de la época que no creía que fueran dignas de emplazarse en la Plaza de Mayo frente a la Catedral Metropolitana. Ante esa afrenta por la fuente y sus desnudos ella responde en una carta: "No pretendo descender al terreno de la polémica; tampoco intento entrar en discusión con ese enemigo invisible y poderoso que es la maledicencia. Pero lamento profundamente que el espíritu de cierta gente, la impureza y el sensualismo hayan primado sobre el placer estético de contemplar un desnudo humano, la más maravillosa arquitectura que haya podido crear Dios".
Finalmente se instaló en la avenida Paseo Colón durante muchos años hasta que fue trasladada en 1917 a la Costanera Sur con la inauguración de este paseo. Tanto la instalación original como su traslado fue supervisado por ella.
A los 42 años se casó con Luis Hernández Otero, 17 años menor, hijo del ex gobernador de la provincia de Entre Ríos. Lo había conocido en el Congreso Nacional donde era empleado cuando la escultora trabajaba en su fachada e incluso habría sido su alumno. Unos años más tarde se separaron; se sumaron más miradas críticas, la familia de él nunca aprobó esa unión.
En la biografía de Lola Mora realizada por el historiador Gabriel Di Meglio para el Canal Encuentro, el sobrino bisnieto y biógrafo de Lola Mora, el profesor Pablo Solá, desmiente que la artista haya tenido alguna relación amorosa con el "Zorro" tucumano así como también que la familia haya quemado sus escritos y documentación al final de su vida. "Es absolutamente falso –sostiene-. Roca era amigo del padre de Lola y ella tenía relación con muchos conservadores de la época, como Bartolomé Mitre y Dardo Rocha. Jamás fueron amantes".
Audacia y estilo personal hasta para vestirse (usaba pantalones babucha, estilo bombachas de campo en una época que las mujeres usaban faldas y vestidos, para trabajar más cómoda) e ideas claras sobre qué quería lograr -dinero para poder financiar su obra-, le valieron amigos y enemigos en igual cantidad: fue amada y odiada. Cuando el poder conservador se eclipsó, ya nada fue igual para ella. Vendió todo y se fue a Salta a buscar petróleo, empresa que resultó un profundo fracaso. Sus últimos años los pasó en Buenos Aires en casa de sus sobrinas en la Avenida Santa Fe al 3000, "una casa muy modesta de dos habitaciones con un espacio para un jardincito que no estaba hecho", según el periodista José Armagno Cosentino citado en el mencionado libro Lola Mora, una biografía. Casi no tenía dinero. Antes había tenido un derrame cerebral: caminaba con dificultad y de a ratos perdía la memoria.
Su obra dispersa, aquí, allá y en todas partes
Quien conozca las estatuas La Justicia, La Paz, La Libertad y El Progreso en los jardines que rodean a la Casa de Gobierno de la ciudad de Jujuy, o los altorrelieves en bronce en el patio del Museo Casa Histórica de la Independencia en Tucumán, representando uno la Junta de Gobierno del 25 de Mayo de 1810 y el otro la Declaración de la Independencia del 9 de Julio de 1816, realizados en 1904, no podrá más que conmoverse con la fuerza sensual y transgresora una obra monumental, mayormente desconocida y subestimada por el público en general.
Dichas esculturas fueron originalmente realizadas para la fachada principal del Palacio del Congreso Nacional en Buenos Aires a través de un contrato firmado con el Gobierno Nacional en 1903 y que finalmente colocó en sus pedestales a mediados de 1907. "Lamentablemente en 1921 los presidentes de ambas cámaras del Congreso resolvieron arbitrariamente retirarlas argumentando ‘razones de estética y perspectiva’. Entonces se decidió donarlas a la provincia de Jujuy adonde la propia artista viajó en 1922 para determinar su nuevo emplazamiento, resignificando de este modo su propia obra", cuenta Pablo Chiessa, que trabajó en 2012 con el equipo de la senadora nacional Liliana Fellner por la provincia de Jujuy en el proyecto de producir réplicas para la fachada del edificio del Congreso con el objeto de recuperar su aspecto primigenio y de este modo reivindicar a la figura de Lola Mora.Los calcos, emplazados entre 2012 y 2014, se pueden apreciar en la capital porteña, aunque la cercanía y el cariño que se siente por la escultora en Jujuy resulta una experiencia mucho más conmovedora: las obras no se pueden tocar pero casi, y la emoción que embarga al viajero al mirarlas en su esplendor es indescriptible. Allí existe una gran identificación con la obra de Lola y sus esculturas que se siente a flor de piel, siendo valoradas y preservadas con orgullo por los jujeños además de haber sido declaradas Monumento Histórico Nacional.
"Creo que Lola Mora, además de haber sido una de nuestras primeras escultoras nacionales, fue una mujer muy segura de sí misma y desenvuelta socialmente lo que, además de su gran habilidad artística, le aseguró encargos por parte del estado argentino como así también de particulares. Esto evidentemente generó recelos en los artistas que no corrían con la misma suerte, como así también el prejuicio de otros por ser una mujer independiente y exitosa", concluyó Chiesa.
Para reflejar su temple, basta citar un fragmento de la entrevista que el periodista Juan José de Soiza Reilly le hizo a Lola Mora para la revista Caras y Caretas en 1930:
…Sin embargo, la calumnia, a semejanza de la hora del amor, nunca vuelve hacia atrás. El "venticello" andaba en el espacio. La noble artista sintió que sobre ella se desplomaba el mundo como un techo. Viéndola caída, hasta le pegaron en el suelo. ¿Defenderse? ¿Quejarse? No conocéis, sin duda, a Lola Mora. Era demasiado altiva para eso… Soportó su desdicha con orgullo. ¡Tucumana valiente! Yo me acerqué brindándole mi pluma. Me respondió con ternura, irguiendo su cabeza leonina: -Gracias, hijito. No quiero que nadie me defienda. ¡Para eso están mis obras!...
En 1935 cuando Lola Mora aún estaba bien desapareció una tarde y fue caminando a mirar su fuente más famosa. Se largó un chaparrón y ella siguió allí, mirándola. Se hizo de noche. La noticia de su desaparición salió en los diarios vespertinos hasta que un policía la encontró y acompañó a su casa. Esa fue la última vez que ella vio su obra cúlmine.
Dicen los que cuentan que en las noches de lluvia se puede presentir su espíritu caminando por la Costanera Sur cerca de su fuente, secando afanosamente los rostros de las estatuas…
Plan de ruta para conocer a fondo la obra de Lola Mora.
- Tucumán: En la ciudad de San Miguel de Tucumán el Monumento a Juan Bautista Alberdi ubicado en la plaza homónima (1904); la escultura alegórica de La Libertad emplazada en la Plaza Independencia (1904); el Museo Histórico Provincial Presidente Nicolás Avellaneda donde se pueden ver los veintitrés retratos de los gobernadores provinciales realizados con carbonilla por la artista en 1894; en el Museo Casa Histórica de la Independencia se hallan los dos monumentales altorrelieves en bronce representando uno la Junta de Gobierno del 25 de Mayo de 1810 y el otro la Declaración de la Independencia el 9 de Julio de 1816 (1904); y finalmente en el Cementerio del Oeste se puede visitar la sepultura de la artista.
- Ciudad Autónoma de Buenos Aires:La fuente de las Nereidas emplazada en la Costanera Sur (1903); se pueden ver en la Avenida Entre Ríos, situados a ambos lados de la escalinata principal del Congreso Nacional, los calcos de los dos grupos escultóricos representando la Libertad, el Comercio, la Fuerza, la Paz, el Trabajo y la Justicia (los originales de 1907 hoy en San Salvador de Jujuy, los calcos de 2014), en la Casa Rosada se exhibe el busto del presidente Luis Saénz Peña (1905) y el tintero de bronce realizado originalmente para la presidencia del Senado de la Nación (1906), ambas obras se pueden ver durante las visitas guiadas; la escultura El Eco (1906) en el ex Zoo actual Ecoparque, que formaba parte del monumento a Aristóbulo del Valle situado originalmente en los Bosques de Palermo; y finalmente las esculturas realizadas para el mausoleo de la Familia López Lecube en el Cementerio de la Recoleta (1912).
- Provincia de Buenos Aires: En la ciudad de La Plata en el Palacio Municipal se halla el busto de Aristóbulo del Valle (1906), fragmento superior del monumento que se emplazó originalmente en los Bosques Palermo; en San Isidro, en el Museo Municipal Dr. Horacio Beccar Varela emplazado en la antigua Quinta Los Ombúes, se exhibe una figura representando a una mujer quitándose el calzado (1907) como así también el busto de Mariano González (1909). En la ciudad de Avellaneda en la plaza Adolfo Alsina se encuentra el Monumento a Nicolás Avellaneda (1913); en la ciudad de Bahía Blanca frente a la Universidad Nacional del Sur se halla una fuente con dos figuras realizadas por la artista que se emplazaron originalmente en la residencia de la familia Paz-Anchorena en la Ciudad de Buenos Aires.
- Jujuy: En la ciudad de San Salvador de Jujuy, en los jardines de la Casa de Gobierno, se exhiben las esculturas la Libertad, la Justicia, el Progreso (antes el Comercio) y la Paz, emplazadas originalmente en la fachada principal del Palacio del Congreso Nacional en Buenos Aires (1907). En la plazoleta Maipú se encuentra la escultura el Trabajo que formaba parte de los grupos del Congreso; y finalmente en la Plaza Hipólito Yrigoyen del barrio Ciudad de Nieva se encuentran los leones representando la Fuerza, también parte de los grupos alegóricos del Congreso.
- Santa Fe: En la ciudad de Rosario, en el Pasaje Juramento, se hallan ocho grupos escultóricos del inacabado Monumento a la Bandera realizado por Lola Mora.
- Corrientes: En la ciudad de Corrientes en el acceso al puente interprovincial Manuel Belgrano se encuentra el Monumento al General Carlos de Alvear (1907), escultura emplazada originalmente en el Salón Azul del Palacio del Congreso Nacional.
- Córdoba: En la ciudad de Córdoba en la Plaza Rivadavia se halla el Monumento al Dr. Mariano Fragueiro (1907), escultura emplazada originalmente en el Salón Azul del Palacio del Congreso Nacional.
- San Juan: En la ciudad de San José de Jáchal, en la Plaza General San Martín, se encuentra el Monumento al Dr. Francisco N. Laprida (1907), escultura emplazada originalmente en el Salón Azul del Palacio del Congreso Nacional.
- Salta: En la ciudad de Salta en el Parque San Martín está el Monumento al Dr. Facundo Zuviría (1907), escultura emplazada originalmente en el Salón Azul del Palacio del Congreso Nacional. En la localidad de El Tala se halla la finca El Dátil (propiedad privada), sitio donde los salteños aseguran que nació Lola Mora (aunque ella expresó que era Tucumana).
(Fuente: Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y Bienes Históricos)