Hay un cambio notable en la capital chilena: sus habitantes tienden a revalorizarla, la quieren y la mejoran. Lo que sigue es una guía con las últimas novedades sobre arte, cocina y todo lo demás.
De un lado de la fachada, la imagen de Buda sostiene el ícono de wifi; del otro, Frida Kahlo chatea por celular. Adentro, cuatro galerías de arte ocupan este edificio bajo del barrio Las Condes que tiene sus días contados: en diciembre lo van a demoler para construir uno mucho más grande. Este Proyecto de Arte Transitorio se llama FARO y está ubicado frente al faro del Apumanque, el primer centro comercial estilo mall de Santiago, de 1981. "Aquí todo es transitorio", dice René Muñoz, santiaguino que a sus 66 años ya vivió tres grandes terremotos, el último en 2010. Bajo esta premisa de transitoriedad Santiago se desarrolla, se transforma y expande a una velocidad vertiginosa. Hace menos de 20 años, se veía la ciudad entera desde la terraza de un edificio céntrico de cinco pisos; hoy hay que subir hasta el piso 62. El Sky Costanera, en el Costanera Center, ofrece esa posibilidad: ver Santiago desde los 300 metros de altura.
En los últimos dos años se inauguraron dos líneas de metro totalmente automatizadas, ya ni siquiera los trenes tienen conductor. En 2018 empezaron a circular cien autobuses eléctricos y este año sumarán otros cien. También hay taxis eléctricos; la primera flota se la adjudicó la empresa Transvip, especializada en traslados al aeropuerto. La idea es reducir al máximo lo que aqueja este gran valle: la polución, que se agrava entre mayo y agosto. A esta apuesta se suman las bicicletas de uso compartido Mobike, que se alquilan por una aplicación y al terminar el recorrido pueden dejarse donde uno quiera, y los monopatines eléctricos Lime, que funcionan como las bicis, en las comunas La Reina y Las Condes.
El año pasado Santiago tuvo al Papa Francisco y un revuelo histórico que cambió para siempre la institución eclesiástica nacional: más de cien imputados por abusos sexuales. Después ganaron el Oscar con Una Mujer fantástica, protagonizada por la actriz transgénero Daniela Vega. Dos meses más tarde, miles de estudiantes universitarias marcharon para protestar por casos de abusos de académicos y violencia de género. Para Gino Falcone, creador del restaurante Sarita Colonia, que hace cocina peruana travesti, "sabores peruanos vestidos de otras cocinas", Santiago también es una ciudad travestida, una ciudad bien loca que se viste de traje y corbata. Una ciudad que los santiaguinos están aprendiendo a amar. Para el periodista Rodrigo Guendelman, fundador de @Santiagoadicto, "no es que la gente quiera las ciudades porque sean bellas, las ciudades son bellas cuando la gente las quiere."
Yungay a pie
"En la quinta siempre hay cinco grados menos que en la casa", le dice un señor a su señora, bajo la sombra de un alcornoque centenario. La Quinta Normal es el primer parque público de Santiago –de 1841– y adentro hay cinco museos. Afuera, sobre la calle Matucana, otros tres lugares interesantes: el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, que muestra magistralmente los estragos de 16 años de dictadura; La Corporación Cultural Matucana 100, con muy buena programación; y el Museo de Arte Contemporáneo, dedicado al arte experimental nacional. Todos gratis.
El barrio Yungay está al frente de la Quinta, y a los pocos minutos de caminata ya se ven los murales que adornan casi todas las cuadras. Caiozzama, el artista visual que hizo el Buda con el ícono del wifi, dice que el primer lugar al que llevaría a un amigo extranjero es a Yungay, por los murales y la arquitectura. El pasaje Adriana Cousiño, de 1920, con su propio boulevard de palmeras entre las casas de tres pisos enfrentadas, ya vale la visita. Más adelante, en el pasaje Hurtado Rodríguez, cada casa hace espejo con la de enfrente y llevan firmas de arquitectos como Cruz Montt, Larraín Bravo, Garrafulic, los top de los años 20. En la esquina, la Peluquería Francesa resplandece a pesar de sus 151 años gracias al bisnieto del fundador, Cristián Lavaud, que además de la barbería comanda un restaurante en el mismo edificio, repleto de objetos históricos y a la venta. Siguiendo por Libertad hacia la plaza Yungay está la picada Fuente Mardoqueo, donde los tradicionales sánguches chilenos son gigantes y con harta mayonesa.
Yungay fue el primer barrio planificado de Santiago, con un pasado aristocrático y un presente mezclado; muchos de los miles de haitianos, peruanos, colombianos y venezolanos que migraron a Chile en los últimos tres años, pagan caro por vivir amontonados en espacios minúsculos. En la plaza Yungay, la estatua del roto chileno –en honor a los campesinos que lucharon en la guerra del Perú– es testigo de las transformaciones de la zona, incluso las de la parroquia de enfrente que, a pesar de llamarse como el patrono de los terremotos –San Saturnino– no soportó los azotes del último.
En lo alto de Santiago
El edificio de la Cámara Chilena de la Construcción tiene su propio patrono antiterremoto, un péndulo de acero de 150 toneladas –equivalente a cinco elefantes– que cuelga en el piso 22 y funciona como un amortiguador de masa sintonizada: ante un sismo reduce la vibración del predio un 30 por ciento. Desde la azotea se ve cómo la ciudad trepa cada vez más alto; tanto, que fue visto un cóndor en el patio de una casa de Las Condes y un puma en otro patio de Lo Barnechea.
Pasó un siglo desde que las familias más acomodadas se trasladaron de Yungay a la precordillera y muy poco desde que los chicos de Chancha Javali, que hacían cenas clandestinas en un caserón del pasaje Cousiño, en Yungay, se mudaron al barrio El Golf. "Las cenas se hicieron demasiado conocidas para seguir siendo secretas", dice Felipe Benvenuto, socio y amigo de infancia del chef Josué Prado. Ahora también sirven almuerzo en un departamento con patio que es como un oasis muy amable entre tanta torre espejada.
Los árboles del Parque Bicentenario, que acompaña el curso del río Mapocho y fue inaugurado en 2010, ya dan buena sombra. La gente toma sol en reposeras de madera, gentileza de una marca de telefonía. La imagen podría ser de algún país europeo. La sensación sigue en Casacostanera, un mall muy elegante que, por sus espacios abiertos, no se siente como un mall. Aquí, el H&M está vacío (en otros centros comerciales es preciso hacer fila para probarse y pagar), los envidiables cochecitos de bebé son de uso gratuito y hay marcas como Bimba Y Lola, Polo Ralph Lauren, L’Occitane, las zapatillas Superga o los bolsos Kipling.
Las marcas de lujo que estaban en la avenida Alonso de Córdova se mudaron al Distrito de Lujo del mall Parque Arauco, donde convergen Ermenegildo Zegna, Omega y Dolce & Gabbana, entre otros, y en el mismo piso abrió Muu Steak, que sólo sirve cortes Angus Beef certificados y a las brasas, a precio justo.
En Vitacura, a la vuelta del hotel Hyatt Place, con trece pisos y piscina climatizada con vista a las montañas, otro buen lugar para comer es Bidasoa. En medio de una decoración nórdico-tropical fabulosa se impone una carta vegana que incluye la hamburguesa del futuro, desarrollada por Bill Gates y Leonardo Di Caprio, dos veganos obstinados.
En la avenida Nueva Costanera están Boragó –que sigue entre los mejores 50 restaurantes del mundo–; el nuevo La Calma, dedicado a pescados y mariscos, y el recién mudado Osaka. Su pequeña terraza no anticipa lo que viene después: el submundo de Ciro Watanabe. Al bajar las escaleras, se abre un amplio salón de tonos tierra; es martes y está lleno. Ciro viene a la mesa a presentar sus platos, habla con un dulce acento peruano y se ríe siempre. Hay varios Osaka, pero el suyo es tan suyo que no se parece a ninguno. Anotá estos nombres del menú: Hotate Truffle, Sake Foie, Shiromi Brasa. Cada bocado es una fiesta inolvidable.
De La Vega a la Moneda + Bandera
En el mercado La Vega Central se respira verano. "Diez choclos a luca", dice un cartelito. Luca son mil pesos chilenos, 55 argentinos. Hay montañas de porotos granados, arándanos, sandías, chuchoca (un maíz andino que nombraba anoche Watanabe), y hay actores famosos: Marcial Tagle, que actúa en Bala Loca, serie escrita por el guionista de Una mujer fantástica –disponible en Netflix–, compra frutillas. Y también puestos de arepas y patacones. La presencia gastronómica de Perú en Chile tiene varios años, pero la colombiana y venezolana han entrado con todo en estos últimos tres, junto con la inmigración masiva. El puesto imperdible es Café Altura, café de grano con denominación de origen. De regreso hacia el río Mapocho y después de dejar atrás puestos de plantillas de cobre, ungüentos de cannabis y esquivando quiltros (perros callejeros chilenos que son amados y cuidados por todos), está La Vega Chica, lleno de cocinerías para comer bien y barato.
Pocas plazas tienen tantos bancos y tan largos como la Plaza de Armas, todos ocupados por personas de diferentes países. En la esquina de Paseo Ahumada había un kiosco donde, desde 1970, funcionaba una cerrajería, pero con la remodelación del centro que está haciendo la Alcaldía, lo mudaron a la calle Agustinas. "Lo quieren todo blanco y negro", dijo la cerrajera, enojada. De hecho, los bares de completos –el pancho chileno– que se alinean dentro del Portal Fernández Concha, ahora tienen sus nombres en carteles negros, todos iguales. El Paseo Bandera, en cambio, calle que estuvo cerrada durante cinco años por una obra del metro, reabrió como peatonal pintada de colores, con mobiliario urbano e instalaciones artísticas.
Al centro hay que atravesarlo por dentro, literalmente, por las antiguas galerías comerciales que conectan, en general, las cuatro calles de la manzana. La Crillon, en Agustinas 1035, es la más linda y queda cerca del Centro Cultural La Moneda, al que, a partir enero, se puede ingresar gratis a las exposiciones principales desde las tres de la tarde. Por ejemplo, a la muestra sobre el barrio Franklin La máquina de coser y el paraguas. Franklin 1962-2018, del fotógrafo Marcelo Montecino.
La reina de Franklin
Así se llama la nueva novela de canal 13 que está ambientada en el barrio Franklin y refleja la realidad actual: la zona pasa por un proceso transformador a partir de la revalorización inmobiliaria, fomentada por la llegada del metro –estación Bío Bío de la línea 6. Las casas desaparecen para dar lugar a edificios gigantes y la protagonista de la novela lucha por la identidad barrial.
El sector comenzó a urbanizarse en 1847 con la construcción del matadero municipal. En novelas como La mala estrella de Perucho González, de Alberto Romero, o Hijuna, de Carlos Sepúlveda Leyton, puede apreciarse el carácter popular de la zona, dominada por los matarifes que trabajaban en el matadero, bien pagos, buenos para el cuchillo y aficionados a la bohemia. Todo termina en los 70, cuando clausuran el matadero y lo trasladan fuera de Santiago. Los espacios abandonados comienzan a ser ocupados para el comercio hasta convertirse en el mercado más importante de la ciudad: el Persa Bío Bío. Cualquier cosa puede encontrarse en este zoco, desde una válvula a una serigrafía del artista Mono González, autor del mural del metro Parque Bustamante.
Son cada vez más los galpones con venta de antigüedades, ropa vintage, historietas chilenas, vinilos, bicicletas, letreros fileteados a pedido, cargadores de celular, cremas a base de miel, miel de la mejor calidad y un largo etcétera. La mayoría de los puestos y tiendas abre los fines de semana y feriados, cierra a las cinco y sólo se acepta efectivo.
El lugar es un laberinto. Para ordenar un poco, hay mucho que ver en los galpones que están entre las calles Bío Bío, Placer, Víctor Manuel y Santa Rosa. La Galería Taller del Mono está en el Galpón Víctor Manuel. La zapatería Nativa, con lindos diseños en cuero, en el Galpón 4, sobre Víctor Manuel. La apícola Lonquén, en Santa Rosa 2260. Sobre esta calle, en la antigua Fábrica de Tejidos Musalem se localizan El Club Matadero –centro cultural dedicado a la cueca brava, un baile picarón– y Factoría Santa Rosa, galería de arte creada por los hijos de Musalem.
Patio Franklin es uno de los galpones nuevos, con varias opciones para comer. Algunas recomendaciones: Donde Chile, la mejor picada de Franklin. Lai Thai, comida tailandesa auténtica.Selfish, en el Galpón Cordillera, sirve pescado frito fresco. Y la pizzería Mal de Diógenes, decorada con partes de autos y otros cachureos (cosas viejas) del persa.
Viñas metropolitanas
El cielo nublado torna el paisaje un poco monocromático. Parece invierno en pleno enero. Entre noviembre y marzo jamás llueve en Santiago, pero últimamente todo puede pasar. Avanzamos por una autopista hacia el sur en una espléndida camioneta. El que maneja es Fernando Fernández quien, con su mujer, Daniela Arriagada, armaron la agencia Day Off, especializada en rutas vitivinícolas. Ambos son chilenos, jóvenes, viajeros, ingenieros y amantes del vino. En una hora llegamos a la viña Pérez Cruz, al pie de la montaña, en el valle del Maipo. No hace tanto que los viñedos dejaron de integrar el paisaje urbano; 40 años atrás, fuera del centro, donde hoy hay edificios había uvas. Una de las viñas que resiste es la de Cousiño Macul, en la comuna de Peñalolén, que se puede ver desde la línea 4 del metro.
En 1968, Pablo Pérez compró el campo para sus once hijos, hizo construir una casa de veraneo y falleció en el 94. Sus hijos, los Pérez Cruz, se hicieron cargo de las 590 hectáreas de la propiedad, casi la mitad ocupada por la Vitis vinífera; lo demás, almendros y caballos. La bodega, como una inmensa barrica, es toda de madera de pino; las paredes, las columnas curvas, las vigas, los aleros, el techo. "Apenas la base es de cemento y está cubierta de piedra para que no se caliente", cuenta María José Mena, relaciones públicas del viñedo. Aquí elaboran doce tipos de vino –tinto solamente– de uvas propias; en total, cien mil cajas por cosecha que venden en 22 países. En el valle del Maipo la temperatura promedio es de 33 °C diurnos y 10 °C nocturnos. Ese salto térmico hace que las hojas de la vid detengan su actividad, la fruta no concentre azúcar de más y pueda desarrollar la acidez justa que incidirá, para bien, en la calidad final del vino.
Probamos un Liguai 2014, un corte de Syrah, Cabernet Sauvignon y Carménère, esa cepa que por años los chilenos pensaron que era Merlot hasta que, a finales de los 90, un enólogo francés les reveló su verdadera identidad: Carménère, una variedad que se creyó extinta. Liguai quiere decir "adivino" en mapudungún, y es el nombre del fundo donde está ubicada la bodega. Es un vino con un final largo y persistente. Combina muy bien con "carnecitas y guisitos", dicho así, a la chilena: en diminutivo, como si de esta manera la comida engordara menos.
Lastarria es bacán
El museo Violeta Parra no está en el barrio Lastarria, pero sí muy cerca. Y hay que ir a abrazar los árboles que suenan con sus canciones, a ver sus óleos, sus arpilleras bordadas, incluso la que hizo para inaugurar su primera exposición, nada menos que en el Louvre. Después hay que pasar por el Parque San Borja, donde los fines de semana grupos de adolescentes practican K-Pop, un baile coreano. Al lado del parque está Japón, con un sushi supremo.
Para recorrer Lastarria se puede empezar por el GAM, Centro Cultural Gabriela Mistral. El edificio, que surgió como sede de una conferencia de Naciones Unidas, fue construido durante el gobierno de Allende en 275 días; se logró con la ayuda de obreros y voluntarios que hacían turnos de doce horas. Cuando se le vino la noche de la dictadura, se cerró, se le cambió el nombre, soportó un incendio y renació de sus cenizas en 2010. Hoy el GAM es un espacio abierto dedicado al arte en todas sus formas. Cada diciembre, tiene lugar La Furia del Libro, feria con bellísimas publicaciones de editoriales independientes, como Amanuta, con libros infantiles increíbles o Hueders, que publicó Mira tú, guía para perderse en Chile. Al salir hacia la calle José Ramón hay puestos que venden desde libretas Leuchtturm1917 hasta cámaras Polaroid.
Enseguida aparece José Ramón 277, con una versión bien moderna de los sánguches chilenos. Ya en la calle Victorino Lastarria, que fue el escritor que le dio nombre al barrio, está todo: en Patio Lastarria, Nolita sirve un grandioso surtido de mariscos. Más adelante se instaló La Mensajería, con cocina chilena simple y rica. Le siguen dos imbatibles, frente al cine El Biógrafo: Bocanáriz, el primer restaurante wine bar de Chile, y Chipe Libre, especializado en piscos. El Lastarria Café está escondido al lado del MAVI, museo de Artes Visuales. A la derecha del MAVI hay una postal típica, una casa tomada por una enredadera feroz y al frente, arriba, se lee, en letras de neón: "Hay más futuro que pasado". Al caserón más lindo del barrio lo ocupó la nueva y majestuosa filial del Liguria, que empezó como un barsucho en los 90, cuando se volvía tímidamente a salir de noche, después de los años de toque de queda, y hoy es probable ver a los integrantes de Radiohead en una mesa.
De postre: la Tienda Nacional, en Merced 369. Hay libros de Bolaño y de Inti, el grafitero más famoso de Chile; imanes con receta de cola de mono –un trago local– y llaveros con la palabra "bacán", que se usa para decir que algo está muy bueno.
Providencia
El Cerro San Cristóbal es, a imagen de la comuna de Providencia, gigante. Cien años atrás lucía pelado, como todos los cerros que rodean la capital, e igual que el cerro Santa Lucía, en Lastarria, fue forestado por el intendente de la época. Hoy los dos cerros son los pulmones verdes de este Santiago cada vez más seco.
Dentro del San Cristóbal hay, entre otras cosas, dos piscinas, un jardín japonés que acaba de reabrir, un anfiteatro, el funicular que conecta con el barrio Bellavista y la Virgen María en la cumbre, a la que muchos llegan en bicicleta.
También se puede subir la bici en el teleférico, que estrenó sus modernas cabinas en 2016, contemplar la vista y bajar raudo hasta Pedro de Valdivia Norte. Por esta calle se llega al Parque de las Esculturas, a orillas del Mapocho. Aunque parezca ilusorio, este río andino de color chocolate y angosto puede crecer bruscamente; así lo hizo en 2016, e inundó incluso la galería Dos Caracoles, que está en la Av. Providencia. Las galerías en formato caracol o espiral eran los shoppings de los 70. Dos Providencias, en el metro Lyon, está llena de salones de belleza; Caracol Los Leones, frente al Costanera Center, se está tornando un centro cultural y en Dos Caracoles hay desde casas de cultivo de cannabis a barberías hipsters. Detrás se formó un polo gastronómico que reúne lugares como Baco, Piso Uno, Le Bistrot y Rivoli.
Las plazas son buenos lugares para ver el lado residencial de esta comuna que es de las más verdes de Santiago, a fuerza de mucho riego, y donde las casas desaparecen día tras día para dar lugar a edificios. La Plaza Uruguay, a una cuadra de El Bosque con Bilbao, tiene el arenero más grande. Aquí está la confitería El Ingenio, con un pie de limón riquísimo. Desde allí se puede caminar hasta la librería Lolita y seguir hacia Plaza Las Lilas, donde el primer domingo del mes se hace la feria gastronómica Echinuco.
En Chile la comida ocupa un lugar primordial. Y jóvenes como el chef Cristián Sierra –con 28 años y después de trabajar siete en Boragó, abrió su propio restaurante en Providencia– que confirman esta tendencia de rescatar tradiciones y hacerlas evolucionar. En un menú de nueve tiempos con maridaje de vinos nacionales, Sierra invita a dar un paseo por el largo mapa chileno. Más que nada por el campo, en honor a su padre que fue carnicero y comenzó sus labores en el matadero Franklin. Uno de los platos es conejo de Alhué (una región cerca de Santiago, donde los conejos andan libres) servido con galleta de alfalfa. No hay mozos, los propios cocineros y el sommelier atienden a los comensales. Y por el sommelier supe que al terreno de la viña Clos Quebrada de Macul, en Peñalolén, que también se ve por la línea 4 del metro y produce un apreciable Cabernet Sauvignon, lo está comprando una inmobiliaria. Santiago no para de crecer.
Si pensás viajar...
Barrio Italia se consolidó como zona del diseño de autor y el barrio de Bellavista está lleno de opciones nocturnas, ambos en la comuna de Providencia.
CÓMO MOVERSE
*En metro y en bus. Comprá la tarjeta Bip! en centros Bip! y boleterías de metro (CLP1.550) y cargala.
DÓNDE COMER
MUU STEAK . Av. Pte. Kennedy 5413, Parque Arauco, Las Condes. Nueva propuesta de carnes del Grupo Mil Sabores –que tiene Astrid & Gastón, Tanta, La Mar– a precios justos. Flat Iron Muu (250 gr de carne con ensalada de hojas de estación: CLP 7.800); para acompañar, pastelera de choclo (CLP 2.900), y de postre ¡torta de chocolate! (CLP 2.800).
FUENTE MARDOQUEO. Libertad 551, Yungay. Sánguches colosales desde 1989, en salones decorados con colecciones de radios, teléfonos y libros antiguos.
LA SANGUCHERA DEL BARRIO. Andrés Bello 2429, Providencia. Con sucursales en Parque Arauco y Costanera Center, llevaron el sánguche chileno a otro nivel. Desde CLP 6.990.
MUNDO RURAL. Centro Cultural La Moneda, Nivel 1, entrada Teatinos. Café abierto en 2018 con buena selección de productos de Agricultura Familiar Campesina. Hay orégano de Socoroma, sal de Cahuil, merkén (ají ahumado), mermeladas, infusiones.
PASEOS Y EXCURSIONES
SKY COSTANERA. Andrés Bello 2425, Costanera Center, Providencia. La torre más alta de Latinoamérica tiene la mejor visión 360º de Santiago. Adultos CLP 15.000, niños de 4 a 12 años CLP 10.000. Todos los días de 10 a 22.
TEMPLO BAHÁ’Í. Diagonal Las Torres 2000. Erigido en 2016 sobre la ladera de Peñalolén, con forma de flor de nueve pétalos, es el primer templo de la fe bahá’í en Sudamérica dedicado a la oración en silencio. El atardecer, la mejor hora. Ir con transporte público implica, después, subir 1.500 metros por un empinado camino privado y pavimentado. De martes a domingo de 9 a 19. Gratis.
MUSEO A CIELO ABIERTO DE SAN MIGUEL. Av. Departamental, a la salida de la estación de metro San Miguel. El vecindario donde crecieron los integrantes de la banda Los Prisioneros se convirtió en una manifestación de arte callejero con 60 murales de 85 m2 que ilustran los laterales de las viviendas sociales. Hay obras de Inti, Mono González –director del proyecto–, Caiozzama, Ekeko y Roa, entre otros.
STRAWBERRY TOURS. Bajo la premisa de "pague lo que cree que vale", esta empresa inglesa con sede en Santiago realiza, por ahora, tres recorridos guiados gratuitos, a pie y muy interesantes: Santiago de Siempre, por el barrio Yungay; Casco Histórico y Mercados.
COMPRAS
GALERÍA DRUGSTORE. Avenida Providencia 2124. Mochilas y bolsos Coyote, vasos reciclados de Green Glass, la ropa de Pez; cuencos de cobre y bufandas de alpaca en colores de Mercado de Oficios, cafés… y ¡seis librerías! Los sábados, mercados en la galería externa.
CASA IDEAS. Avda. Providencia 2266. Con varias sucursales, tiene objetos de decoración, utilitarios, juguetes, todo con diseño. A buenos precios.