Con una tinta compuesta a base de agua y carbón extraído del hollín de las ollas, Whang Od es la última y más antigua mambabatok (tatuador tradicional de Kalinga) de una larga tradición, es considerada un tesoro nacional viviente.
Whang Od es oriunda de Buscalan, en la provincia filipina de Kalinga. Rodeado de campos de arroz, este pequeño pueblo de montaña, es un territorio de origen guerrero, montado hace miles de años a salvo de posibles ataques, al que para llegar hay que hacer un intenso trekking.
Fue su padre, Onggay, maestro tatuador de la región quien, cuando su hija tenía 15 años descubrió su talento y decidió romper con la tradición y enseñarle la técnica del batok. Y es que esta técnica que se remonta a más mil años y, hasta Whang Od, se transmitía por linaje solamente a los hombres de su comunidad.
La técnica batok es relativamente dolorosa en comparación con otras más modernas y convencionales y puede infectarse. La oscura mezcla con la que hace sus diseños se introduce en la piel a través del extremo de una espina de un árbol de calamansi atada a un palito de madera. Whang Do moja el punzón en la tinta y empieza a golpear el palito con otro palito: "tic tic tic tic tic" sobre la parte del cuerpo elegida.
Si bien no se conoce la fecha precisa de su nacimiento, se estima que la tatuadora tiene cerca de 103 años y desde su adolescencia hasta estos días, las cosas cambiaron mucho. Históricamente los tatuajes no se hacían por dinero ni por curiosidad. Las mujeres de la tribu se tatuaban en todo su cuerpo como símbolo de belleza (la propia Whang Od se hizo sus primeros tatuajes en la adolescencia, una escalera y un pitón que no tenían ningún significado particular más que adornar); los hombres en cambio, se los ganaban como un reconocimiento de honor y respeto cuando mataban a alguien y se convertían en "cazadores de cabezas" y verdaderos guerreros.
Había diferentes dibujos con distintos significados y era el tatuador quien decidía el diseño y en qué parte de cuerpo se impregnaba la tinta indeleble. El ritual incluía también cantos y adivinación sobre los significados simbólicos de los tatuajes. Pero aquellos valientes defensores del pueblo ya no existen y por su edad avanzada, Whang Do que el la última que queda viva, elige dibujos más simples y ya no canta.
Hoy los tatuajes son para los turistas de todas partes del mundo que llegan hasta Buscalan con el objetivo de llevarse en el cuerpo un recuerdo hecho por la artista de tatuajes más antigua del mundo. Ella se ríe de que los viajeros lleguen hasta allá arriba para tatuarse, le hace gracia que todo el mundo hoy tenga un tatuaje solo porque sí, pero también lo agradece porque dice que le dan sentido a su vida, los recibe en su casa y con lo que le pagan compra chanchos y gallinas.
Sus sucesoras
En su juventud tuvo un novio que murió durante la ocupación japonesa y después no volvió a enamorarse ni tuvo hijos con lo cual, no tiene sucesores directos a los que transmitirles sus conocimientos. Por eso y para seguir con la tradición de tatuadoras mujeres que nació con ella, eligió dos aprendices mujeres de su línea de sangre y su comunidad aceptó su decisión.
Desde 2017, empezó a entrenar a Grace Palicas, su sobrina nieta, y a Ilyang Wigan, otra sucesora de la línea de sangre, para no dejar morir esta entrañable tradición; desde entonces también la firma de sus tatuajes está compuesta por tres puntos. Éstos representan a sus dos aprendices y a ella misma y simbolizan la continuación de este arte milenario. ¿Cuándo dejará de tatuar? Cuando sus ojos no se lo permitan más.