La ola coreana, un fenómeno mundial que sigue creciendo sin pausa
De la mano del K-pop, el K-drama y la gastronomía, el país asiático está perdiendo su exotismo
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La ola coreana o Hallyu está lejos de ser una moda pasajera. El K-pop, los K-drama (telenovelas y series), las películas reconocidas internacionalmente con Parasite como gran hito, la gastronomía y hasta los cosméticos coreanos, con las marcas Tony Moly y Skin 79, entre muchas otras, que todavía no desembarcaron en la Argentina, pero son furor en el mundo, llegaron para quedarse y ya no se miran con el exotismo de hace unos pocos años.
Corea del Sur, una pequeña península asiática rodeada de dos potentes y milenarias culturas como China y Japón, se las ingenió para abrirse paso, con un trabajo que tiene décadas sobre sus espaldas, y que dio sus frutos especialmente en los últimos tiempos. Puertas afuera su industria cultural se diseminó por el mundo y puertas adentro lograron duplicar la cantidad de visitantes extranjeros en su territorio en 10 años. En 2019, antes de la pandemia, Corea batió su propio récord: recibió 17,5 millones de viajeros en una superficie equivalente a Catamarca.
¿Cómo nació esta fascinación mundial por Corea, un fenómeno reciente, que sigue en franco aumento? Como muchos casos de éxito, tiene un comienzo con una buena cuota de mito, pero que refleja esa decisión política de conquistar el mundo de otra manera. “Corea viene impulsando desde hace algunas décadas su industria cultural de manera fuerte. Hay una anécdota que cuenta que al presidente Kim Young-Sam en 1993 le acercaron un informe que mostraba que las ventas al extranjero de la película Jurassic Park había generado ganancias iguales que las exportaciones de autos de Hyundai”, recuerda Moonhaeng Cho, director del Centro Cultural Coreano y agregado cultural de la Embajada de Corea. Con estos datos, que grafican la dimensión de la industria cultural, el gobierno coreano tomó nota que, sin movilizar una industria pesada, se pueden generar puestos de trabajo, exportaciones y ganancias muy importantes. “Esto influye en la marca país, para impulsar otros aspectos de Corea. Así empezó la política cultural, que se sostiene y se financia en el tiempo”, agrega el diplomático.
Por esos años surgieron las primeras bandas, que se podrían considerar los padres del K-pop como el trío Seotaiji & Boys. Desde entonces la maquinaria de generar ídolos, que pasan por muchos años de estudio antes de su lanzamiento, se puso en marcha, hasta detonar con PSY y su Gangnam Style y consolidarse con la banda BTS, fenómeno global que suele acaparar premios internacionales, como en los últimos MTV de Europa que se llevó 4 galardones. BTS también estuvo presente en la última asamblea de la ONU con un mensaje de ayuda a los niños afectados por la pandemia.
El gobierno coreano apoyó con políticas culturales fuertes, como subsidios al cine y exención de impuestos para emprendimientos culturales, pero sobre todo comenzó a generar políticas en el exterior, como el Centro Cultural Coreano, que se abrió en 2006. Hay 32 en el mundo
En paralelo floreció la nueva camada de directores coreanos con Bong Joon-ho (multipremiado por Parasite) y también con Park Chan-Wook y Lee Chang-Dong, entre otros, que se comenzaron a imponer en festivales de todo el mundo, y las series, con éxitos arrolladores primero en China y luego en el mundo.
“El gobierno coreano apoyó con políticas culturales fuertes, como subsidios al cine y exención de impuestos para emprendimientos culturales, pero sobre todo comenzó a generar políticas en el exterior, como el Centro Cultural Coreano, que se abrió en 2006. Hay 32 en el mundo; el de Buenos Aires, que fue el primero de América Latina, es la principal usina de cultura coreana”, agrega Moonhaeng Cho.
La ola coreana tiene un fuerte impulso en la Argentina, a pesar de que la inmigración tradicionalmente se mantuvo relativamente concentrada y aislada. El festival gastronómico Hansik, que finaliza hoy, y se realiza por séptima vez en Buenos Aires, entre presencial y virtual, continúa creciendo, con casi 30 restaurantes especializados en comida coreana, con nuevos salones que dejaron la zona de Flores y abrieron en otros barrios como Retiro y Palermo y con comensales ajenos a la comunidad coreana. El kimchi, el plato estrella tradicional, un fermentado de col asiática, empieza a poblar cartas de restaurantes que nada tienen que ver con la colectividad coreana. Hasta Claudia Villafañe se animó a preparar bindaetteok, una especie de panqueque en un episodio de K-Food Master, edición celebrity, que se transmitió por YouTube.
También creció el interés por aprender el idioma y otras expresiones artísticas coreanas: “En los cursos que damos de lengua coreana están todas las vacantes completas y en los que ofrece el CUI, es la lengua que registró el crecimiento más acelerado de la matrícula en los últimos años”, cuenta Gabriel Pressello, encargado de gestión cultural del Centro Cultural Coreano. El interés por estudiar coreano, viene según Pressello, de las fanáticas del K-pop, que en el país se cuentan de a miles y por las series, como Aterrizaje de emergencia en tu corazón, el último hit. “El 90 por ciento de los estudiantes es fanático de una banda o una serie, que funcionan como puerta de entrada y quiere saber más de la cultura coreana; es un país que moviliza a aprender”.