Comenzó sus operaciones en Avellaneda en 1885 y llegó a ser una importante marca de alimentos, que incluía la edición de un recetario, y una planta modelo en la localidad de Cuatreros, cerca de Bahía Blanca.
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Su origen no es norteamericano ni inglés –como Swift, Armour, Bovril o Anglo– sino vasco-francés. Gastón Sansinena transformó, en 1885, la firma La Francesa en la Compañía Sansinena de Carnes Congeladas, más conocida como el frigorífico La Negra. Aunque hoy sea políticamente muy incorrecto, se convirtió en un nombre, y un logo de altísima pregnancia y recordación entre los argentinos.
Tuvo mucho más que carne y carnicerías: conservas de frutas y verduras, óleo palmitina, sucursales en Londres, París, Liverpool, Santos, Le Havre y Dunkerque, y hasta un tango para piano (sin letra) que compuso Enrique Delfino para difusión de la marca. Todo –las latas, los recetarios, los camiones– venían con el característico logo de la negra de perfil con su cabello atado (que se transformaría en un pañuelo rojo de lunares blancos más adelante) con un gran aro con la letra S de Sansinena colgado de la oreja.
Desde finales del siglo XIX, con las nuevas tecnologías y la posibilidad de enfriar las carnes en los barcos de ultramar, Sansinena logró dar vuelta una página y concebir otra etapa para sus saladeros y su compañía de sebo al crear la Compañía Sansinena de Carnes Congeladas. Ubicada a orillas del Riachuelo, comenzó a exportar con éxito y logró tener un gran stand en la Exposición Universal de París en 1889.
La crisis de 1890, sin embargo, lo golpeó duramente y en 1891 dejó de ser una sociedad familiar para convertirse en una sociedad anónima: se incorporaron entonces Pedro Luro y Ernesto Tornquist (que ya eran socios en el Hotel Bristol de Mar del Plata). Agustina, la hija de Luro, además, estaba casada con su hijo Francisco Sansinena.
Con Tornquist como presidente de la compañía, se construyó la planta de Cuatreros (hoy General Cerri), en las afueras de Bahía Blanca, donde el magnate tenía grandes extensiones. La dotó de muelle propio y un ramal ferroviario que llegaba hasta el puerto. De la obra participó el ingeniero Huergo.
El complejo frigorífico tenía también una amplia playa de faena para vacunos y ovinos, corrales de encierre y bretes de clasificación de tropas, saladero de cueros, graserías, preparación de las menudencias, procesamiento de tripas, una sección para elaboración de jabón marca Aguará, muy prestigiosa.
En 1906, las ventas se expandieron en el mercado sudafricano mediante la compra de una empresa de Cape Twon que disponía de 44 locales de carnicerías. En base a esa experiencia, se formaron varias sociedades en Europa. La Compagnie Française Sansinena de Viandes Congelées (1917) en Francia, la Compagnie Belge (1923) que adquirió al año siguiente la Fleisch Einfuhr Gesselscahft de Alemania. Durante la presidencia de Marcelo T de Alvear, el frigorífico fue visitado en 1924 por el príncipe heredero del trono de Italia, Humberto de Saboya; y en 1925 por el príncipe de Gales, Eduardo de Windsor, por entonces heredero de la corona británica
Hacia entonces, en el mercado local el frigorífico producía 40 clases de fiambres y cortes porcinos, 25 clases de embutidos, conservas enlatadas, harinas de carne hueso y la exportación mensual de 40.000 reses ovinas y 20.000 de reses vacunas. Ya para fines de los años 30, contaba con 200 sucursales en Capital Federal, Gran Buenos Aires y otras ciudades argentinas.
Por esos años, la firma Sansinena alquiló sus instalaciones de frío a la empresa A.F.D. (Argentine Fruit Distributors), para refrigeración y embarque de frutas prevenientes del Valle de Río Negro, creándose una división que elaboraba dulces, mermeladas y frutas al natural enlatadas para consumo interno y para exportación.
En 1947, La Negra regresó a la producción y exportación de carnes y atendió la alta demanda de la Europa de posguerra.
En 1952 la planta de Cuatreros fue adquirida por la Corporación Argentina de Productores de Carnes (CAP), que había nacido en 1935, tras el álgido debate por el tema del monopolio británico en la comercialización de la carne. Aquel episodio en la Cámara de Senadores, encabezado por Lisandro de la Torre, terminó con la muerte de su colega Enzo Bordabehere.
A mediados de los 70, la CAP, intervenida por el Estado Nacional, y mientras perdía varios de sus activos en todo el país, tomó una decisión que benefició a la planta de Cuatreros, al cerrar el frigorífico La Negra de Avellaneda (donde en 1986 se montó el Shopping Sur, el primero del país, y en 1997 se instaló Carrefour que aún conserva el arco del primer La Negra), y el Yuquerí de Concordia. Se incorporó a la planta de Cerri la fabricación de latas de corned beef, paté de foie, picadillo de carne y jamón del diablo, entre otros.
En 1996 la firma, bastante desmantelada, fue adquirida por la paraguaya Translink que presentó quiebra en 2000. En 2001, Miguel Pío Uriburu registró la marca, que había quedado en el aire sin que nadie la reclamara. La transferencia se realizó ese año, pero la nueva firma empezó a operar recién en 2004 porque, según cuentan los herederos de Uriburu (fallecido en 2020 a causa del Covid), uno de los dueños de CAP le pidió por favor que le devolviera la marca. “Fue tal la insistencia del hombre, que Uriburu terminó pagándole con dólares una marca que legalmente ya era de él”, explicaron. La marca sigue en operación constante desde el 2004 hasta la fecha. Además de La Negra, operan las marcas de conservas La Mère Michelle y Changuito.
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