Así como en lejanas épocas, las ciudades tomaban el nombre de sus conquistadores o próceres –Filipópolis, Petrópolis, Bizancio– Astaná, la fulgurante capital futurista de Kazajstán, llevará desde ahora el nombre de quien la fundó.
Es una de las capitales más jóvenes del mundo. En el corazón del Asia Central, Astaná apenas llega a la mayoría de edad. Fue fundada por Nursultán Nazarbáyev, presidente de Kazajstán durante casi tres décadas, desde que el país se independizó de la URSS. Pero Nazarbáyev renunció el pasado martes 19 de marzo y la presidencia y el Congreso ya decidiron que, para homenajearlo, la capital será rebautizada "Nursultán". La decisión puede resultar sorprendente en pleno siglo XXI, pero la realidad es que el personalismo de Nazarbáyev siempre fue una presencia dominante en el país.
En Astaná no había estatuas de Lenín ni de otros próceres soviéticos, pero el nombre que resonaba era el de Nazarbáyev, figura omnipresente en el relato y la imagen desde el momento en que Kazajstán se independizó en 1991, tras el colapso soviético.
El traslado de la capital desde Almaty, en el sur, había sido idea suya; hacer una gran convocatoria internacional para el nuevo trazado, también. A cada paso que se daba en la ciudad aparecía la mano del mandatario. El edificio en la Av. de la República Nro. 1 era el Centro Cultural del Presidente y también estaban el Museo del Primer Presidente y un parque con el mismo nombre.
El personalismo no se agotaba en la nueva capital. En la vieja, Almaty, ya habían bautizado uno de los picos más altos de la cordillera del Tien Shan como "Nursultán" y en la plaza principal, en una serie de esculturas en hierro que contaba la historia del país, también estaba Nazarbáyev, de pie y con una mano sobre la Constitución.
"Muchas ideas tiene nuestro presidente", decía una joven guía turística, más joven que los años que Nazarbáyev llevaba en el poder, tratando de justificar ante la extranjera lo que incluso a ella ya le parecía un exceso.
Arquitectos internacionales
Al planificar la nueva capital, el presidente no se fijó en gastos y para ello organizó un gran concurso internacional al que se invitó a los principales estudios de arquitectura del mundo. Claro, no muchos le creyeron a pesar de que las arcas de Kazajstán –noveno país del mundo por su superficie y rico en petróleo y minerarles– podían hacer frente sin problemas al monumental proyecto.
El japonés Kisho Kurokawa compitió y se quedó con el master plan. Del estudio del inglés Norman Foster salieron algunos de los edificios más emblemáticos. Por ejemplo, el shopping Jan Shatir, que imita a las tiendas del desierto en las que vivía la antigua población nómade del país. El Jan Shatir es un centro comercial corriente en sus pisos inferiores y atípico en el cuarto, donde instalaron una playa con arena traída desde las islas Maldivas, en otra muestra de derroche en la construcción de la nueva capital.Distintos arquitectos aportaron el resto de los llamativos diseños que buscan atraer turismo a la ciudad. La Universidad de las Artes es una estructura azul, con forma de casco de caballo, en homenaje al animal emblemático del país. El Archivo General de la Nación tiene forma de huevo, el circo parece un ovni y la reproducción de "las siete hermanas" de Stalin, los clásicos edificios moscovitas, es un guiño al pasado soviético del país. Los edificios del aeropuerto rinden homenaje con sus cúpulas en color turquesa a la arquitectura timurí y, finalmente, la torre Baiterek, el ícono de la ciudad, representa el renacer en la mitología kazaja.
En su mirador, ubicado a los 97 metros de altura –por el año en que se fundó la ciudad–, se exhibe la impresión, en una placa oro, de una mano, que por supuesto es la de Nazarbáyev. Y ante ella hacen cola los kazajos para apoyar su mano en el molde de la de él y sacarse una foto.
Otra idea de Nazarbáyev fue la construcción del Palacio de la Paz y la Reconciliación (o de las Religiones) que concretó el estudio Foster como una pirámide de vidrio azulado. El edificio, que se construyó en 21 meses, pronto se convirtió en uno de los atractivos de la ciudad. En el tercio superior interno tiene un jardín tropical y más arriba una construcción circular, que pende desde el techo, con 60 butacas para reuniones especiales de alcurnia internacional. También cuenta con un ascensor de desplazamiento en diagonal, de los pocos que existen en el mundo.
A pesar del personalismo –o quizás a raíz de él– no hay dudas de que la principal herencia que dejará este ex presidente es haber refundado en un pequeño pueblo de provincia que languidecía, una ciudad que en 20 años llegó al millón de habitantes, es ambiciosa y dinámica y tiene todas las de ganar para transformarse en una gran capital asiática.