La atrapante historia del explorador noruego Roald Amundsen que logró llegar primero al Polo Sur
Con una sólida formación como marino y una singular destreza para la supervivencia, el explorador noruego Roald Engebrecht Amundsen estuvo al frente de la expedición a la Antártida que por primera vez alcanzó el Polo Sur geográfico, entre otras importantes proezas que tuvieron como escenario a las regiones polares. En condiciones extremas, Amundsen y sus cuatro compañeros, todos esquiadores expertos, lograron la gran hazaña el 14 de diciembre de 1911, cuando alcanzaron los 90° de latitud Sur, el punto austral del eje geográfico de la Tierra.
Considerado uno de los exploradores más famosos de la historia de la humanidad,fue el ganador de la carrera al Polo Sur en la que se impuso al equipo británico liderado por el capitán Robert Falcon Scott, un quinteto de exploradores que llegó 34 días después, el 17 de enero de 1912 y de regreso pereció trágicamente en el hielo. Scott y sus hombres murieron en una tormenta durante el trayecto de 1280 km de regreso del Polo, refugiados en una carpa que se encontraba, como luego se supo, a apenas 17,6 km de un depósito clave de provisiones.
En un mundo de grandes conquistas, donde todavía quedaban territorios por explorar y grandes hazañas por cumplirse, Amundsen había ganado reputación como explorador tiempo antes de llegar al Polo Sur, luego de convertirse en el primer explorador en navegar del Atlántico al Pacífico por el legendario Paso del Noroeste, la ruta marítima que bordea América del Norte por el norte, atravesando el océano Ártico y conectando el estrecho de Davis y el estrecho de Bering.
Si no era el Polo Norte, sería el Polo Sur
Había decidido intentar la gran hazaña de llegar al Polo Sur, al otro lado del globo, luego de que el explorador Robert Peary se le adelantara en llegar al Polo Norte. Este hecho hizo que Amundsen, en secreto, alterara radicalmente sus planes: usó el Fram, barco que le había cedido el expedicionario Fridtjot Nansen, junto al dinero que le había dado el gobierno noruego, y puso rumbo al Sur.
Fue entonces cuando comenzó la carrera desenfrenada con la Expedición Antártica Británica liderada por el comandante Scott, que ya venía trabajando en el mismo objetivo meses atrás. Los preparativos de aquella expedición alteraron los planes de Amundsen e impulsaron al noruego a adelantar su partida. Así las cosas, el noruego y sus expedicionarios partieron hacia su objetivo antes de que llegara la primavera polar el 19 de octubre de 1911, con cuatro trineos y 52 perros de raza groenlandesa.
Los cuidados preparativos
Claro que a pesar del apremio por llegar primero, no fue una expedición improvisada, sino todo lo contrario. Dedicaron largos meses a los preparativos. La experiencia como veterano polar que Amundsen había acumulado en sus 38 años de vida fue fundamental para la elección del equipo, el abrigo y las provisiones, que fueron seleccionados estratégicamente. Sabían que la vida dependía de cada decisión y tomaron todos los recaudos para no fallar: ropas flojas de piel de reno que proporcionaban calor y ventilación; botas de pelo de animal, trineos tirados por perros, raquetas de nieve, cuevas de hielo, iglúes. Sabía que si quería tener éxito en su empresa debía ser extremadamente perspicaz y muy cuidadoso, puesto que con un movimiento en falso podría perderse todo.
La expedición noruega instaló el campo base en la Bahía de las Ballenas en enero de 1911, donde comenzaron a acumular provisiones y el abrigo necesario para un viaje extremo de 1300 kilómetros. Una período que les permitiría probar las condiciones del lugar, el funcionamiento de los equipos y disminuir significativamente el peso de los trineos.
Por fin el 20 de octubre, el equipo integrado por los noruegos Roald Amundsen, Olav Bjaaland, Helmer Hanssen, Sverre Hassel y Oscar Wisting partió sobre los esquíes detrás de cuatro trineos tirado por perros, cada uno de ellos con una carga de 400 kilos. Luego de varios días de travesía, el 15 de noviembre llegaron a los pies de los montes Transantárticos, y después de una semana de duro ascenso accedieron a la Meseta Polar, que ellos bautizaron como Meseta del Rey Haakon VII.
Fue en este punto donde la estrategia y la experiencia del gran explorador hizo una importante diferencia con la de su competidor Scott, cuando se detuvo para organizar un nuevo campamento que bautizaron La Carnicería. Allí fueron sacrificados 24 perros, que servirían como alimento para lo que restaba de la travesía hasta el objetivo final y también para abastecerse de regreso, a la vez que descargaron parte de las provisiones para aligerar la carga. Finalmente, después de una caminata extenuante por un territorio desolado y hostil, a través de grietas glaciares, abismos y el hielo de las montañas, el 14 de diciembre de 1911 la expedición liderada por el noruego se convirtió en la primera en la historia de la humanidad en pisar el Polo Sur geográfico. Los noruegos llegaron a su destino en tiempo y forma según lo habían planificado y clavaron su bandera en "el fondo del mundo".
La estrategia de Amundsen
Amundsen y Scott diseñaron distintas estrategias para alcanzar su meta, y en el acierto en sus decisiones estuvo la clave del éxito del noruego. El británico partió desde la isla de Ross, en la base de la península antártica, para repetir el camino del irlandés Ernest Shackleton, que en 1908 había alcanzado los 88°, a sólo 160 kilómetros del Polo Sur. Amundsen, en cambio, cruzaría también la plataforma de hielo de Ross pero desde la Bahía de las Ballenas.
Esa primera diferencia le dio a Amundsen otra ventaja importante, ya que si bien aún lo ignoraba, la ruta que había escogido tenía una meteorología más favorable que la del británico. Otra diferencia fundamental fue metodológica. Amundsen, experimentado expedicionario polar, había convivido dos temporadas con los esquimales inuit en el gélido norte canadiense. Esa experiencia, sumado a su consumado uso de los esquíes y a la apuesta al uso de los perros para tirar de los trineos le garantizaron una rápida travesía por los hielos, en la que llegó a hacer 50 kilómetros por jornada. Le tomó 99 días ir al Polo Sur y regresar a su base junto al mar de Ross. Scott, por su parte, se valió de ponis manchurianos que no paraban de resbalar en el hielo y de trineos de motor que, avanzados en el terreno, se hundían en la nieve.
Según se consignó en los diarios de la expedición, una vez consumada la gran hazaña, Amundsen y su equipo levantaron un campamento y permanecieron tres días allí marcando el polo y realizando observaciones para determinar su ubicación exacta. Al partir dejaron una tienda de campaña donde flameaba una pequeña bandera noruega y en su interior Amundsen dejó dos cartas, una de las cuales estaba dirigida a su competidor británico: "Querido comandante Scott: como usted será probablemente el primero en llegar aquí después de nosotros, ¿puedo pedirle que envíe la carta adjunta al Rey Haakon VII de Noruega? Si los equipos que hemos dejado en la tienda pueden serle de alguna utilidad, no dude en llevárselos. Con mis mejores votos. Le deseo un feliz regreso. Sinceramente suyo. Roald Amundsen". De esa manera aseguraba dejar testimonio del logro alcanzado en caso de que su equipo no consiguiera regresar con éxito y a la vez era una manera distinguida de decirle: "Scott, hemos llegado primero".