Son de otra época, pero lograron actualizarse y llegar airosos al siglo XXI. Varios de ellos (el Correntoso, el Llao Llao y el Termas de Reyes, por lo menos) estuvieron largos años cerrados hasta que encontraron inversores. El Termas de Rosario de la Frontera (Salta), por su parte, está siendo remozado en la actualidad.Son unos pocos entre tantos que cerraron . Estos tuvieron la fortuna de su lado y lograron sortear tembladerales climáticos, económicos y familiares. Y mantienen estoicos y orgullosos con sus años e historias a cuestas.
Hotel Correntoso
El histórico de Villa La Angostura
En 1917 instaló en la zona del Correntoso el italiano Primo Capraro un emprendimiento de explotación forestal, y su esposa, la pensión de Doña Rosa, sencillísimo preludio de lo que luego sería el hotel Correntoso. En él se alojaban quienes realizaban el camino a Chile por trabajo. Ya para 1929 el establecimiento se amplió a 20 habitaciones y un gran salón comedor, y los pasajeros llegaban en plan turismo: fueron los pioneros en realizar paseos lacustres, caminatas, cabalgatas y el primer esquí en el Cerro Dormilón. Luego vino el edificio de mampostería y la fama internacional en manos de Francisco Capraro y su mujer Emma: el servicio era elegante y en la boca del río más corto del mundo se pescaban las famosas truchas. Capraro lo vendió al Banco de Intercambio Regional, funcionó luego un casino de la provincia del Neuquén, y había caído en un profundo abandono, cuando Alex Laurence lo compró en 1997 y lo reinauguró como Correntoso Lake & River Hotel en 2003.
Llao Llao
La obra cumbre de Bustillo
La llegada del ferrocarril y la Ley de Parques Nacionales de 1934 estuvieron íntimamente ligados a la historia del hotelLlao Llao. Lo que buscó desde el inicio Exequiel Bustillo, presidente de la Administración de Parques Nacionales fue plantar soberanía a través del turismo, y eligió para ello junto a un selecto grupo la colina sobre Puerto Pañuelo entre los lagos Nahuel Huapi y Moreno. Allí inauguraron en 1938 el hotel de 132 habitaciones que fue un gran emblema: a 25 km de Bariloche, tenía telégrafo, oficina postal propia, una sucursal del Banco Nación, y farmacia. Menos de dos años después un incendio incierto lo destruyó todo, pero los sueños no se quedaron allí. Luego de la catástrofe, el Gran Hotel Llao Llao fue reinaugurado en 1940 y cerró casi cuatro décadas después. Quince años estuvo tristemente cerrado hasta que en 1993 el viejo orgullo de Bariloche abrió finalmente como Llao Llao Hotel & Resort.
Termas de Reyes
De hotel de yunga a hogar de Evita
Fue construido como hotel y casino por las autoridades jujeñas, que supieron ver los beneficios de sus aguas termales. Se inauguró en 1938. Recostado en forma de media luna sobre la quebrada del río Reyes, contaba con 50 habitaciones lujosamente amobladas por la afamada casa de muebles Nordisca de Buenos Aires, una confitería y comedor. Funcionó sólo cuatro años. A partir de 1946, durante el gobierno peronista, fue tomado por la fundación de Eva Perón y operó como albergue escuela, al que asistían unos 300 niños.
Con la Revolución Libertadora, las autoridades de turismo se hicieron cargo nuevamente, y en 1958 fue su segunda inauguración. Funcionó normalmente hasta 1975, en que volvió a entrar en un pase de manos (militares, estado nacional, provincial y municipal) hasta que cerró. Estaba abandonado a finales de los 90 cuando fue adquirido por la familia Pederiva. "Quincho", el nuevo propietario, conoció Reyes a finales de los 40, cuando era niño. Su padre lo llevó a conocer a Evita. Atesoraba ese recuerdo y por eso se decidió a recuperar el hotel y devolverle su esplendor.
Termas de Cacheuta
Un clásico a los pies de la cordillera
Está en pie desde 1910, cuando abrió con 152 habitaciones, cada una con su baño termal. El hotel Termas de Cacheuta contaba con dos torres con ascensores, uno que comunicaba un andén exclusivo del tren que llegaba al lobby, y el otro trasladaba a los pasajeros desde el hotel hacia los baños termales. El 10 de enero de 1934 fue un día negro en su destino. Todo comenzó cuando el glaciar del río Plomo obstruyó la quebrada del cerro homónimo, haciendo una represa natural, que durante años fue acumulando agua y formando una gran laguna. Ese fatídico 10 de enero, el glaciar no soportó más la presión y colapsó. El agua bajó destruyendo todo a su paso. Cuando llegó a Cacheuta era una ola de siete metros que avanzaba a 35 km por hora y chocó contra uno de los costados del hotel, inundando por completo los baños termales y destruyendo una buena parte de las instalaciones. Allí comenzó su decadencia, que terminó con su clausura a mediados de los 70. Sufrió varios saqueos, hasta que fue concesionado y reabrió en 1986. Se mantienen la torre histórica original, la capilla, la piscina, algunas paredes y la hermosa balaustrada.
Hotel Termas
Las aguas curativas de Rosario de la Frontera
Su nombre está asociado a otra marca de agua mineral, la Palau. En 1878 el médico español Antonio Palau llegó a Salta atraído por la versión de las aguas curativas de Rosario de la Frontera. Arrendó unas pocas hectáreas de tierra y comenzó la construcción de un primitivo hotel. En 1892 las aguas termales rosarinas participaron de la Exposición Mundial de Chicago, en 1893 abrió un casino dentro del hotel y en 1904 comenzó a embotellarse el agua mineral Palau. Dos años más tarde murió Palau y, en 1914, la propiedad pasó a la sociedad Seguí & Tornquist. Fueron tiempos dorados. El hotel Termas fue decorado con estilo art nouveau y se convirtió en un símbolo de la Belle Époque. En 1921, bajo el gobierno de Irigoyen, se instaló la lujosa estación de ferrocarril Los Baños, a 2 km del balneario. Así, a lo largo de más de tres décadas, el hotel recibió turistas de todo el mundo, destacándose como la vedette del turismo nacional, junto a la surgente Mar del Plata y a Bariloche. Fue transferido, 34 años después, al Banco Provincial de Salta. Finalmente quedó en poder del gobierno de la provincia de Salta a fines de la década del 40. Comenzó ahí un período de decadencia y pases de jurisdicción –de la provincia al municipio– hasta que se inicia la etapa actual, en la que permanece abierto al público, mientras se avanza poco a poco en las obras de reacondicionamiento que finalizarán durante el primer trimestre del año próximo.
Viejo Hotel Ostende
La hazaña de los que domaron las dunas
Es obra de los pioneros Ferdinand Robette (belga) y Agustín Poli (italiano) que, motivados por la llegada del Ferrocarril del Sud en 1908 a este dominio de dunas, decidieron comprarle a José Guerrero un terreno de 14 km2. La construcción comenzó en 1913 y el hotel se inauguró en 1914. Llegar a Ostende era una hazaña. Había que tomar tren desde Constitución hasta la estación Juancho. El viaje proseguía en volantas hasta la estancia Colonia Tokio, donde comenzaban las dunas y se transbordaba a un pequeño tren de vías móviles (decauville). Contaba Carlos Gesell en 1931 que la primera vez que llegó al actual Viejo Hotel Ostende tuvo que ingresar al primer piso por una pasarela de tablones, ya que la arena tapaba completamente la planta baja y los alrededores. Sin embargo, el hotel seguía funcionando. Son muchos los que recuerdan haber entrado o salido por las ventanas, lo que le añadía un toque de diversión a la estadía, sobre todo para los niños. En los 70 fue adquirido por Abraham Salpeter, y hoy está al frente su hija Roxana.
Otros históricos
Hotel Plaza, Buenos Aires
El Plaza es el hotel emblema del empresario Ernesto Tornquist y uno de los edificios más tradicionales de Buenos Aires. Fue inaugurado en 1909 y un pionero en brindar servicios raros para la época como ascensor, agua caliente y "ropero americano", lo que hoy conocemos como placard. Se ha mantenido abierto ininterrumpidamente y ha sido varias veces remodelado, sin perder su aire belle époque. De 1995 a 2013 estuvo en manos de la cadena Marriott. Recientemente la familia Sutton, dueña del Alvear y del 50% del Llao Llao, adquirió la propiedad de manos de unos 60 herederos de los Tornquist. Está cerrado desde abril del año pasado por tareas de mantenimiento y se estima que reabrirá en 2020.
Hotel Alvear; Buenos Aires
Hoy es un referente de lujo en Buenos Aires y si bien nació como tal en 1932, no siempre fue así. En 1970 fue adquirido por el Barón Andreas von Wernitz zum Salm-Kyrburg quien, por mala administración, se vio obligado a vender las habitaciones para solventar los gastos. Para cuando los Sutton lo compraron, en 1986, hacía tiempo que el Alvear funcionaba como edificio de propiedad horizontal. Su recuperación es un ejemplo en toda la industria hotelera a nivel mundial.
Sierras Hotel; Alta Gracia
Su historia fue exitosa desde los comienzos, cuando el comerciante Guillermo Franchini lo fundó en diciembre de 1908. El Ferrocarril Central Argentino llegó a despachar hasta dos trenes charter por semana a Alta Gracia, con destino a vacaciones en el hotel. Alojó a varios presidentes, figuras de la cultura y la nobleza hasta que cerró en 1986. Reabrió en 2006, como Howard Johnson, con casino y sólo 26 habitaciones de las 120 originales.
Hotel Loma Bola; Loma Bola
Ubicado en el valle de Traslasierra, es obra del ingeniero alemán Adolfo Krütli, que lo inauguró en 1925. Gerenciado por su hijo Germán, el hotel se mantuvo en manos de la familia hasta 1975; para entonces ya no funcionaba el ferrocarril y las nuevas exigencias del turismo hacían indispensable una remodelación que no fue. Así fue pasando de mano en mano hasta que en 2001 –cuando el parque ya ni se distinguía, tapado por el monte y la vegetación silvestre–, la familia Stefanini adquirió el Hotel Loma Bola para devolverle su antiguo fasto. Hoy cuenta con 21 habitaciones y una gran piscina.
Hotel Yacanto; Yacanto
Histórico hotel golf de la localidad homónima, se inauguró en 1922. El Hotel Yacanto fue construido por la empresa inglesa del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, contribuyendo al inicio de la actividad turística que hoy caracteriza al valle de Traslasierra.