La historia de Kitty Mrache es muy parecida a la de muchos: sus hijos crecieron, se fueron de casa y una habitación quedó sin uso. Algunos la convierten en un estudio y otros, como ella, la ponen en alquiler. En el caso de esta anfitriona de California, su nido vacío la convirtió en la más exitosa de Airbnb gracias al encanto de su Mushroom Dome y de su hospitalidad , claro.
Junto a su marido Michael, Kitty recibe huéspedes hace diez años (4500 en total) y ya acumuló 1300 reseñas de personas de todas partes del mundo que se hospedaron en su pequeño hogar de 30 metros cuadrados. Fueron pioneros en la plataforma y hoy la publicación del domo recibe 230.000 visitas por mes. El lugar es tan emblemático para la plataforma de alquileres y experiencias que en sus oficinas de San Francisco construyeron una réplica del 80% del domo que es usada como sala de reuniones.
"Descubrí Airbnb por accidente en julio de 2009, subí mi espacio a la plataforma y en dos semanas se reservó al 100%. En un principio, la mayoría de nuestros huéspedes eran del área de la Bahía de San Francisco", cuenta Kitty a LA NACION. Uno de los factores por los cuales atrae tanto es la locación: queda cerca de la Bahía de Monterrey en una zona playera tranquila, en Aptos.
Parece una casa del árbol y tiene un ventanal que acerca la naturaleza al interior. Entran tres personas y el deck suele ser visitado por pájaros. La decoración es hogareña, se nota que se eligió cada pieza y los toques de Kitty están por todos lados.
El domo viajero
La particular construcción parece haber nacido para la era de Instagram, pero es bastante anterior. Lo fabricó una amiga de ella que no tenía dónde vivir y se instaló durante nueve años con sus dos hijas. Cuando se casó, lo puso a la venta y la pareja californiana lo compró. "Lo trasladamos entero con una grúa. Tardé casi cinco años en remodelarlo con el objetivo de que se convierta en un hogar para mis hijos adultos", recuerda Kitty que al poco tiempo se dio cuenta de que no le daban el uso que merecía: sus hijos no los visitaban tan seguido.
Así, encontraron Airbnb y se animaron a publicarlo. Después de una década, sigue dedicándole un rato a cada huésped para conocerlo y conectar. Explica: "Los anfitriones más exitosos son los "Nido vacío", es decir, aquellos que criaron hijos y entienden las necesidades de otras personas". ¿Su consejo para los viajeros? Ser amables. En sus palabras: "Es un privilegio quedarse con sus anfitriones, no un derecho".
Sus tres máximas para los anfitriones
- Recomiendo que los nuevos anfitriones pasen tiempo en su hogar para vivirlo como si lo hiciera un huésped; eso les dará ideas sobre cómo mejorar su alojamiento.
- Sugiero que sean realmente claros en la descripción de sus publicaciones: es mejor tener huéspedes que sepan qué esperar y cumplir sus expectativas, a recibir viajeros con expectativas altas y, por lo tanto, insatisfechas, que desembarquen en una mala reseña.
- Si un anfitrión se vuelve exitoso pero se siente abrumado, es importante que sepan que pueden compartir la responsabilidad con otras personas como un co anfitrión o alguien encargado de la limpieza.