Hazaña en la Patagonia: a casi 60 años de la memorable expedición al salto Vodudahue
En enero de 1961, un grupo de cuatro expedicionarios llegó al pico argentino del cerro Tronador, en Bariloche. Hacía poco se habían enterado que la cascada del Vodudahue era uno de los últimos misterios de la Patagonia y todavía en medio del fragor del descenso juramentaron: "En un año estaremos allí". Al llegar a Buenos Aires fueron al antiguo edificio de la Biblioteca Nacional para empezar a investigar la cuestión. "Allí decidimos que en enero siguiente íbamos a estar en medio de la selva valdiviana buscando la cascada", cuenta Francisco Tito Juárez en el documental Vodudahue, que retrata la osada expedición.
Integrada por cinco montañistas aficionados, pero con experiencia -Manolo Puente Blanco, Arnoldo Gramajo, Oscar Palacios, Enrique Busch y Juárez- y con el objetivo de redescubrir las cataratas del Vodudahue, en Chile, la aventura tenía previsto durar 14 días, pero se extendió a lo largo de 27. Entonces, no era posible dar avisos de vida ni enviar coordenadas para que los rescatistas entraran en acción. Lo que empezó como aventura, se desarrolló como peripecia y -afortunadamente- terminó con final feliz.
Salieron desde Playa Bonita, en Bariloche, con destino a Puerto Montt, en Chile, donde una lancha los aproximó, tras quince horas de navegación, a la desembocadura del río Vodudahue, punto en el que comenzó la marcha por la frondosa selva valdiviana, repleta de alerces y densa vegetación por franquear.
Lo que se proponían era repetir la hazaña del jesuita Fray Francisco Menéndez, que fue el primero en llegar a las cataratas, en busca de la ciudad de los Césares, a fines del siglo XVIII. También conocida como Ciudad encantada de la Patagonia, Ciudad errante o Trapalanda, la de los Césares es una ciudad mítica que se supone está ubicada en algún valle cordillerano de la Patagonia, entre la Argentina y Chile. Su fama se propagó durante la época colonial, cuando fue buscada intensamente porque se suponía que; fundada o por españoles náufragos o por mitimaes (expulsados) incas; estaba llena de riquezas, principalmente oro y plata.
Rescate épico
Los jóvenes, que se propusieron hacer un cruce que no se hacía desde 1786, llevaron 14 kilos de comida, lo suficiente para dos semanas. Los saltos los encontraron el día 14, justo cuando empezaban a quedarse sin provisiones. Emocionados, los rebautizaron: Cristina, en honor a dos de sus prometidas, y Ángelica, como la hermana de uno de ellos.
Sobre su carácter, imponente, Menéndez escribió en su diario: "Encontramos una ciénaga llena de alerces y cipreses pequeños y un río caudaloso que baja de una barranca en la cordillera y forma un salto que pone miedo. Este salto está en un recodo, y no se ve hasta que no se va acabando de vadear, pero se siente el ruido que hace". Según se sabe, los saltos se encuentran sobre el río Vidal Gormáz, de origen glaciar, y se componen de tres saltos que juntos suman una caída de 270 metros, aunque en épocas de grandes lluvias pueden convertirse en un único salto de casi 400 metros de altura.
Tras el redescubrimiento, que implicó dos semanas de marcha a lo largo de 28 kilómetros y nueve campamentos, los expedicionarios decidieron imitar a Menéndez y cruzar la cordillera para volver a nuestro país. Luego de nueve días más de caminata, exhaustos, perdidos y hambrientos, los jóvenes construyeron una balsa precaria para navegar hasta el lago Menéndez en el que un conductor de una lancha turística proveniente del Parque Nacional Los Alerces, a la que Juárez describió como "un lejano puntito blanco sobre las olas", los encontró.
A pesar de que en esta última etapa del viaje se deshicieron de los bártulos más pesados y prescindibles, los miembros de la expedición nunca accedieron a descartar el material visual que Antonio Gramajo estaba registrando, el mismo que conservó hasta su muerte y legó a su sobrina. En base a ese archivo audiovisual fue que Francisco Juárez y el productor y realizador cinematográfico Diego Sethson decidieron, 57 años después, producir un mediometraje documental sobre la experiencia.
De película
Sobre el proceso de trabajo, Sethson, cuenta: "El material de archivo era la película, editada por Francisco en su momento, que duraba casi una hora. El desafío era llevarlo a un corto documental de 26 minutos, pero buscando que la historia la cuenten sus protagonistas, lo cual hizo que también nos pusiéramos en contacto con ellos. Francisco es un periodista de la vieja escuela, de los que acopian material "por si algún día". Por eso, exhumó revistas de la época, fotos, y hasta la bandera que habían llevado en la expedición. Todo lo tenía en excelente estado".
La película de aquel entonces estaba en 16mm y era, debido al formato de la cámara, un registro solo visual insonoro. Por eso Juárez y Sethson debían aportar un relato para transmitir la historia. "Lo primero que hicimos fue recopilar todo el archivo que Francisco tenía guardado en su casa. Nos juntamos durante varios días para seleccionar lo que estaba de verdad en óptimas condiciones, y descartar -por más doloroso que era para nosotros- lo que visualmente no serviría para la película. A la vez, grababa a Francisco con un grabador de periodista para poder insertarlo como voz en off que relatara el documental". ¿El resultado? Un registro audiovisual sobre la aventura, narrado por uno de sus protagonistas e ilustrado con un material de archivo único, testigo fiel de la experiencia.
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