En tiempos de pandemia y desde el río Támesis, las escenas cotidianas y las sensaciones de Gabriela Szulman, una artista plástica argentina que tiene 60 años y vive en Londres desde los veinte.
"Acá la cuarentena nunca fue total. Empezó una semana después que en Argentina. Solo rige una recomendación de no salir para la gente de más de 70 años. Pero el resto podemos salir a correr o andar en bici una vez al día. Yo salgo todos los días a caminar. Tengo amigos en Argentina que me cuentan que no salen hace tres semanas. Hoy fue el primer día que vi policías. No hay tantos controles. Los londinenses son de acatar la norma"
"Hice vida normal hasta último momento. Cuando en Argentina ya estaban en cuarentena, yo fui a ver la exposición de Andy Warhol en la Tate Gallery y tres veces en una semana al cine. Las salas estaban prácticamente vacías, pero estaban. El mensaje era contradictorio. No había orden de cerrar pubs ni restaurantes, pero el idiota de nuestro primer ministro (Boris Johnson) le sugería a la gente que no fuera. Entonces los comerciantes se enojaban. A esa altura, Italia y España ya tenían muchos casos y estaba en cuarentena. De hecho, el primer ministro dijo que ‘se debían contagiar todos y que lamentablemente muchas familias iban a perder seres queridos antes de tiempo’".
"Ahora yo debería estar en Sudáfrica. Tenía un viaje programado con mi hermana y mi padre, que vive en Argentina. Él fue el primero en decir que no lo iba a hacer. Mi hermana y yo estábamos en la duda, pero tres días después de que mi padre se bajara, se cancelaron todos los vuelos".
"Llegué a Londres en 1977 para perfeccionar mi inglés, después de terminar el secundario. Me quedé a estudiar psicología y trabajé varios años en salud mental. Sin embargo, mi vocación era artística, así que me formé en diseño en cerámica en la escuela Camberwell de la Universidad de las Artes de Londres. Después estudié grabado e hice un master en la Universidad de Brighton. Me dedicaba al arte, pero en paralelo siempre tenía un trabajo estable. Estos últimos años me dediqué al papel y la tela, con técnica mixta. Hago pintura, collage y decoupage. Tengo una web www.gabrielaszulman.com "
"Doy clases en un estudio que funciona en mi casa. Tuve que dejar de hacerlo en persona. Hago contenido digital. Trabajo con una chica que está en otro barrio. Yo aporto la capacidad artística y ella, la técnica. Pero no es fácil. Tardo tres veces más de lo que sería personalmente. Además, uso una plataforma colaborativa (tipo Airbnb) que se queda con una comisión de las clases que vendo. Si son presenciales, mis clases duran siete horas, que es lo que lleva aprender a hacer un mueble en dos días. De manera virtual, es imposible sostener una clase tan larga. Entonces la hago de un par de horas y no puedo cobrar lo mismo. Mi economía se está viendo bastante afectada".
"Hace veinte años que vivo en el barrio de Brixton. Mi casa queda a dos kilómetros y medio del Támesis. Estoy en el borde de zona 1 y zona 2. Ir a caminar al río es un placer. Ves el Londres de los dos lados. Hay mucha movida cultural, pequeñas galerías, espacios de arte y gastronomía. Es zona vibrante. Hay un mercado de comida que se llama Borough Market y suele estar hasta el moño. Ahora hay gente, pero nada comparado con hace tres meses".
"Hace cinco años que estoy en esta casa, que se encuentra dentro de un complejo cerrado. Varios de mis vecinos son amigos. Vivo sola. Un vecino que no conozco tuvo el virus, pero no tengo a nadie más cercano que lo haya tenido. Mi casa es la 6 y él vive en la 15. Sin embargo, tengo amigos a los que se les ha muerto gente querida. Hay mucha incertidumbre. Con mis vecinos armamos un grupo de whatsapp por si alguien necesita algo. Al que estuvo enfermo le compraban comida aquellos que estaban más cerca".
"Acá las escuelas están abiertas para los hijos de los trabajadores esenciales de salud, alimentos, seguridad y transporte. La usan tipo guardería, pero los chicos no se escolarizan demasiado que digamos. La sociedad siente y expresa mucho agradecimiento por quienes cumplen con las tareas esenciales. Pero el sistema de salud está siendo maltratado desde hace ya varios años y faltan insumos. Murieron varios médicos".
"El desabastecimiento se nota mucho. Hacer las compras se convierte en una excursión de caza y quizás uno termine yendo a varios lugares para conseguir todo. Yo no frecuento los grandes supermercados. No los soporto nunca, y menos ahora, con las colas eternas".
"La desaparición del turismo afecta no solo a los hoteles, sino que también a muchos londinenses que, al igual que yo, ofrecían alojamiento Airbnb en sus casas. Para mí era una entrada regular e importante. Tengo varios amigos que están en la misma situación. Yo recibía no sólo turistas, sino también académicos, artistas o personal de salud que venían a hacer entrenamientos a un hospital universitario que está muy cerca de casa".
"Aquí el 'do it yourself' es una parte importante de la idiosincrasia. La gente hace arreglos y mejoras de la casa por su cuenta. Ahora, más que nunca. Los comercios que venden pintura, empapelados y tela, no dan abasto. Tengo amigos que han construido los baños por su cuenta: colocan sus propios azulejos".
"La reina Isabel dio un mensaje al principio de la pandemia y la gente lo recibió bien. Habló de nuevo por el 75 aniversario de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Pero en general, la gente que yo conozco no suele estar tan atenta a lo que dice la familia real británica".
FOTOPERIODISMO REMOTO: ¿CÓMO SE HIZO?
Para hacer esta nota, se seleccionó un entrevistado (Gabriela Szulman) y una ciudad del mundo (Londres). La entrevistada delimitó en Google Maps un recorrido con rincones atractivos. Lo compartió con la fotógrafa, que lo recorrió con Street View para observar el espacio y determinar posibles tomas. Pactaron un día y horario para que la entrevistada hiciera el recorrido de manera presencial y la fotógrafa, las tomas de manera remota. Fue un jueves a las 5 de la mañana hora argentina y 9, de Londres. Cada vez que la entrevistada llegaba a los puntos previamente delimitados, se conectaba a Facetime y ponía la cámara frontal. Entonces, la fotógrafa disparaba después de guiar a la entrevistada en cuestiones de luz, encuadre y perspectiva, para buscar la mejor composición. Si hacía falta, la entrevistada pedía permiso a los transeúntes para tomarles la foto. Pero por tener la cámara frontal no sabía que era lo que estaba disparando la fotógrafa. El resultado es una construcción colaborativa. El oficio de la fotógrafa se nutrió de la mirada de la entrevistada. El trabajo quedó plasmado en una serie de fotos panorámicas -el formato que permite Facetime- que editó la fotógrafa. Y, finalmente, la periodista llamó por teléfono a la entrevistada para la construcción del texto a modo de declaraciones.