Si preguntamos rápidamente a nuestro alrededor dónde se encuentra el Flatiron Building, algunos quizás no tengan respuesta, pero la mayoría de quienes arriesguen responderá Nueva York. Hagan la prueba.Lo que muchos no saben es que Flatiron hay dos. Además del de La Gran Manzana hay otro, menos conocido y más al norte en Toronto, Canadá que, además fue construído antes.
El Gooderham Flatiron Building (1891) es un edificio triangular diseñado por David Roberts Jr., que recuerda al Flatiron Building neoyorquino. Lo cierto es que el de Toronto fue construido once años antes por encargo de la familia más rica de Ontario: los Gooderham, vinculados con bancos y medios de transporte. En 1837, William Gooderham funda junto con su cuñado, James Worts, la destilería Gooderham and Worts que, hacia 1875, producía un tercio de las bebidas espirituosas de Canadá y llegó a ser una de las más importantes del mundo. Pasó la I Guerra Mundial y en 1926 cambió de dueño. La imponente fábrica de ladrillos que había levantado el mismo arquitecto del Gooderham Flatiron Building quedó sumida en el olvido hasta 2001, cuando una empresa de real estate compró el predio y lo convirtió en un nuevo barrio: Distillery District. La impresionante construcción de estilo victoriano es hoy un espacio para recorrer a pie y espiar dentro de las inmensas salas de máquinas, que ahora alojan exclusivos cafés ?como Balzac?s?, casas de decoración, galerías de arte y restaurantes de autor.
El edificio triangular de Nueva York es el emblema del Flatiron Distric, así llamado tras el ícono de fachada de terracota y piedra caliza. Fue diseñado por el arquitecto Daniel H. Burnham y construído por George Fuller en 1902. Cuentan que, a comienzos de los años 20, las cuadras que rodean al edificio también conocido como Fuller Building, solían ser tan ventosas que los hombres se reunían allí para ver cómo el viento les volaba las polleras a las mujeres. Hoy, la reunión se trasladó al Madison Square Park, donde gente de todas las edades hace filas eternas para comprar una hamburguesa en Shake Shack, así llueva, nieve o el sol arda impiadoso. Dicen los que esperan que no saben qué tiene la salsa que le ponen pero que seguramente alguno de sus componentes es adictivo. SUs cheese fries son igual de adictivas.
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Nota publicada en septiembre de 2014.
LA NACION