Fin de semana XL. Cinco propuestas para desconectarse a un paso de Buenos Aires
Uribelarrea, Luján, Tigre, Ingeniero Maschwitz y Villa Lía, las opciones cercanas para los que deciden una escapada por el día (o por un poco más) para cambiar de aire
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El fin de semana extra largo entre el 8 y el 11 de octubre, se presenta como una nueva oportunidad para salir a la ruta. Desde Uribelarrea hasta Luján, Tigre, Ingeniero Maschwitz o Villa Lía, estas son algunas opciones para desconectarse cerca de la Ciudad.
Uribelarrea
A 82 kilómetros, antiguamente fue un importante polo lechero que tuvo su esplendor en los años 30 y 40, cuando contaba con más de 50 tambos manuales y varias queserías, hasta que los tambos cerraron y el pueblo se volcó a la actividad turística. Entre casas centenarias y el ritmo pausado de sus costumbres, Uribe es un pequeño poblado de apenas 1500 habitantes. Un buen programa para disfrutar del campo y la buena comida, con muchos lugares para descubrir y para pasar un fin de semana distinto.
Su principal atractivo se concentra en los alrededores de la plaza, la iglesia y el caserío que perdura intacto desde 1890, al que se suma una variada oferta gastronómica que se destaca por las picadas, los fiambres y la cerveza artesanal.
La plaza principal de Uribelarrea fue diseñada en 1889 por el Arquitecto Pedro Benoit. Tiene un raro diseño octogonal, de estilo francés, desde donde parten cuatro diagonales. Alrededor de la plaza se conserva el primitivo núcleo urbano.
Entre los edificios históricos se destaca El Palenque, un almacén construido hacia 1890, que también funcionó como depósito de sal para los saladeros de la zona. Actualmente es un bar y casa de comidas. También en este sector se encuentra la Iglesia Nuestra Señora de Luján, de estilo neo gótico, inaugurada el 18 de diciembre de 1890, donde aún pueden apreciarse los vitraux originales.
El pueblo fue elegido como set de filmación para escenas de la película Juan Moreyra, de Leonardo Favio, y Evita, de Alan Parker.
En el acceso se encuentra la estación ferroviaria donde se ubica el Museo de Herramientas Leopoldo Rizzi, y al cruzar la calle se accede a un complejo gastronómico con diferentes propuestas de parrilla, restaurante a la carta, pastas y comidas al horno de barro. También se pueden alquilar bicicletas y visitar la Escuela Salesiana agrotécnica Don Bosco, donde se pueden comprar productos elaborados en el lugar como quesos, dulces y chacinados.
Cómo llegar: Por autopistas Riccheri y Ezeiza-Cañuelas y RN 205 hasta el Km 82,5.
Luján
Ciudad de peregrinos, la primera postal de este destino es sin dudas la Basílica monumental, que demoró 45 años en construirse, desde 1890 hasta 1935.
En plan de turista puede visitarse el Museo del Transporte, ubicado sobre un lateral de la gran explanada donde se exhiben piezas como la locomotora de La Porteña o el hidroavión Plus Ultra que unió España con Buenos Aires por primera vez en 1926. El museo integra el Complejo Museográfico Provincial Enrique Udaondo (Lavalle 917), que funciona en los edificios históricos más antiguos de toda la provincia de Buenos Aires y se remontan hasta mediados del siglo XVIII: el Cabildo y la Casa del Virrey.
Con la llegada de la primavera, el río Lujan es una buena salida para disfrutar de la naturaleza y actividades al aire libre muy cerca del casco histórico. Hay paseos en catamaranes por el río y se puede recorrer la ribera que rodea el Parque Florentino Ameghino, diseñado por el paisajista Carlos Thays. Desde allí también se puede acceder a La Cúpula, espacio cultural construido por los arquitectos Escasany y Noel en la década del ´30, donde funciona la Dirección de Cultura y Turismo de esta ciudad.
Otras opciones para visitar son la Reserva Natural Quinta Cigordia, una hermosa reserva forestal de 15 hectáreas recostada sobre el río, a sólo un kilómetro del centro histórico, con especies de árboles como acacias, álamos, cedros y cipreses.
Por último, ubicado en el Km. 58 del Acceso Oeste, el Zoo de Luján es un predio de 15 hectáreas donde antiguamente funcionaba una estancia de la región. Dentro del zoo puede visitarse un museo de tractores antiguos y automóviles de época. Se permite realizar camping.
Cómo llegar: Por Av. General Paz y Acceso Oeste/ RN 7.
Tigre
Puerta de entrada al Delta del Paraná, la ciudad de Tigre ofrece muchas opciones para recorrerla entre las dársenas del Puerto de Frutos y el casco histórico, los clubes de remo y las antiguas residencias que dan cuenta de su época de mayor esplendor, entre fines del siglo XIX y mediados del XX.
Inaugurado en 1938, el Puerto de Frutos es sin dudas uno los grandes atractivos, con sus dársenas repletas de madera, frutas, junco, mimbre, cañas y otros productos que periódicamente descargan las chatas isleñas. Es un mercado a cielo abierto donde también se ofrecen prendas de cuero y talabartería, velas y sahumerios, encurtidos y fiambre, antigüedades y muebles de diseño.
Hace unos años la actividad turística se extendió más hacia el lado del Boulevard Sáenz Peña, un paseo renovado por artistas donde funciona un pequeño polo gastronómico donde los objetos de mimbre y de diseño se combinan con bistrós y barcitos gourmet.
Por su parte, el casco histórico es una invitación a recorrer algunos de los 14 clubes de remo que hicieron historia, como el Tigre Boat Club, el Bowing Club Argentino, el Canottieri Italiani, el Hispano Argentino y el Regatas La Marina, reconocido como el primer club de remo en la zona insular.
También pueden visitarse el Museo Naval y hacia el final del Paseo Victorica, acceder a dos edificios que reflejan sus mejores tiempos: el Tigre Club (1912-1033), donde hoy funciona el Museo de Arte Tigre (MAT), con una destacada colección de pintura argentina de los siglos XIX y XX y el Tigre Hotel (1890-1930).
Un poco más allá, el río Luján es el límite entre la tierra firme y las islas. Sobre la margen derecha puede visitarse el Parque de la Costa, inaugurado en 1996 como parte de un proyecto turístico que también incluyó la construcción del Tren de la Costa. En la estación fluvial puede tomarse una lancha y navegar hasta algún parador más o menos cercano para pasar el día y hospedarse.
Cómo llegar: Por Autopista Panamericana (Acceso Norte), Ramal Tigre.
Ingeniero Maschwitz
De pueblito siestero a polo gastronómico, la movida surgió alrededor del Paseo Mendoza, una galería a cielo abierto construida completamente en madera, vidrios y chapas acanaladas. Entre patios y galerías donde crecen árboles que parecen bosques, es un paseo para respirar la frescura del campo y los bálsamos de la madera.
El Paseo Mendoza se convirtió rápidamente en la calle de moda, donde se despliegan restaurantes de todo tipo, de cocina peruana, de sushi; de cocina mexicana; parrillas, trattorias, delis, vegetarianos y orgánicos hasta deliverys de comida árabe. También hay locales de anticuarios, de indumentaria, arte y diseño, todos con el sello ecológico y sustentable que es la marca de este pueblo.
Desde el Paseo Mendoza, basta caminar unos 50 metros para ingresar al Mercado de Maschwitz. No pasó mucho tiempo para que este flamante mercado, inaugurado en 2012, se convirtiera en el epicentro de la movida. Inspirado en los conventillos de La Boca, pero con aires campestres, es un paseo de dos plantas donde se puede comer y tomar unas copas entre antiguos vitreaux, puertas y ventanas recicladas, objetos vintage, carteles antiguos, herrajes y pisos de madera, en su mayoría materiales de demolición.
Otro de los paseos es Quo Container Center, que vino a sumarse a la filosofía sustentable del lugar con abastecimiento de electricidad por paneles solares, iluminación de bajo consumo de energía, equipos de iluminación LED y reducción en la emisión de calor. Construido completamente con 57 contenedores de transporte marítimo de 12 metros de largo cada uno, son tres pisos con oficinas y locales de distintos rubros, desde indumentaria hasta peluquería o tiendas de diseño.
Antes de partir, la recomendación es dar una vuelta por al área más antigua y tradicional de esta ciudad. Puede visitarse la estación del ferrocarril Mitre Central y un poco más adelante, sobre la calle Villanueva, acceder a la plaza principal y visitar la Iglesia Parroquial construida en 1912 en honor a San Antonio de Padua. Son unas 10 cuadras flanqueadas por antiguas casonas inglesas de fines del siglo XIX y principios del XX.
Cómo llegar: Se accede por Autopista Panamericana (Acceso Norte), km 44
Villa Lía
A 22 kilómetros de San Antonio de Areco (y 134 de Buenos Aires), Villa Lía es un poblado de poco más de 1200 habitantes y un puñado de manzanas. Basta caminar 800 metros hacia cualquier dirección para salirse del mapa. El pueblito tiene dos calles asfaltadas. La principal se llama San Martín y termina en la estación del ferrocarril. La otra es Tucumán y llega hasta la unidad sanitaria. Hace un tiempo que Villa Lía, junto con otros pueblos vecinos del pago como Duggan y Vagues, promete convertirse en parada alternativa al turismo rural que cada vez más se acerca a las tradiciones de Areco.
En 2012 abrió el boliche Lo Pascual, un restaurante de campo que ocupa la esquina de un antiguo almacén de ramos generales de 1923, completamente restaurado. Hasta hace poco despachaban combustible con un surtidor en la vereda.
A solo una cuadra del boliche de Pascual puede visitarse también la antigua casa de los Barnetche, una familia de vascos franceses que eran los carniceros del pueblo, hoy convertida en museo. La visita permite recorrer la antigua casa, desde el local donde funcionaba la carnicería hasta el interior de la vivienda, la cocina, los cuartos y la galería y diferentes objetos típicos de la vida rural entre 1870 y 1930. Además, tiene un anexo con una colección de 40 máquinas rurales, en el campo recreativo La Segunda.
La primera casa construida en el pueblo se remonta a 1910 y todavía está en pie en la esquina de Corrientes y San Martín, donde funcionaba otra antigua carnicería, Las dos Esther. La segunda casa se encuentra sobre la calle Mendoza 678, frente a la plaza, donde hoy funciona el segundo restaurante del pueblo: Las Argibay. Alrededor de la plaza, también se destaca el cuartel de los bomberos voluntarios y un viejo autobomba que se luce en la puerta: un Ford modelo 1938, el primero de Villa Lía.
Al final del recorrido, frente a la estación del ferrocarril, se accede a la antigua Casa Bellavista construida en 1928 por Mariano Ustáriz, un importante acopiador de cereales de principios del siglo pasado, muy ligado a los orígenes del pueblo, donde hoy funciona una hostería de campo.
Cómo llegar. Desde Buenos Aires se accede por Panamericana y Acceso Norte Ramal Pilar (Ruta 8) hasta el cruce con la 41 (rotonda). Luego hay Doblar por la 41 hacia la derecha en dirección a Baradero. A los 12 km se encuentra a mano derecha el acceso a Villa Lía.