Alejado y protegido, este archipiélago nordestino atrae tanto por sus magníficas playas como por sus exóticas profundidades, palabras mayores en materia de buceo.Para quienes buscan aventuras en el viejo mapamundi, Noronha es un punto en el océano Atlántico cuyo nombre resuena misterioso. Si tuviste la oportunidad de llegar hasta este recóndito destino, contanos tu experiencia.
Para los acólitos de Google Earth, es una serie de manchas negras que se tornan verdes y luminosas a medida que el zoom del satélite se acerca. Para los conocedores, es un recóndito archipiélago nordestino que promete una versión agreste de las soñadas playas brasileñas. Para los literatos, es el conjunto de oscuros peñascos cortados a pico que avistara Antoine de Saint-Exupéry en sus vuelos para la Générale Aeropostale (hay quien dice que se inspiró en ellos para algunas ilustraciones de El principito). Para los iniciados, es la Meca de los buceadores de todo el mundo (los expertos comparan un mergulho en estas aguas, que van del azul al esmeralda y el violeta profundo, con una inmersión en los prodigios del Mar Caribe o las Islas Maldivas). Para nosotros, ni bien aterrizamos, es el lugar donde embaten con furia los vientos alisios llegados, como antes los barcos, desde las no tan lejanas costas de África. En suma y a primera vista, Noronha es un grupo abigarrado de islas pequeñas que emergen de las aguas como menhires y que además tiene una larga y concurrida historia. Charles Darwin pasó por aquí circa 1832 en su célebre travesía a bordo del HMS Beagle. Pero no fue el único. Muchísimo antes, en 1503, el navegante y cartógrafo Américo Vespucio había desembarcado en la isla principal durante su primer viaje al Nuevo Mundo. Y tanto se enamoró de sus maravillas naturales -que al año siguiente serían otorgadas al ignoto hidalgo portugués Fernão de Loronha- que trazó mapas y planos y escribió, a pluma alzada, unas extraordinarias descripciones. Que a su vez inspiraron a Thomas More (o Tomás Moro) al escribir su Utopía (1516). Parece cosa de fábula o leyenda, pero no. Esa "tierra de ninguna parte" que imaginó Moro tuvo su correlato en el "mundo real" precisamente en este archipiélago que ahora, en la segunda década del siglo XXI, muchos equiparan a un paraíso reencontrado. Hay que tener en cuenta que, para preservar el idilio humano con la naturaleza, es necesario tener a raya a los "predadores": la superpoblación, la explotación indiscriminada de los recursos, el turismo no responsable y otras variantes de la época. Por eso no es fácil llegar a Noronha, ni tampoco quedarse. Sólo tienen permitido ingresar 420 personas por día, previo pago de una tasa que aumenta después de los primeros siete días de estadía, por si alguno quisiera enviciarse. El 70% de la isla es PARNAMAR (Parque Nacional Marino) y el 30% del archipiélago es APA (Área de Preservación Ambiental): eso quiere decir que uno no puede andar por allí a su antojo. Tampoco hay muchos pobladores, apenas mil habitantes nativos, y 3800 en total. Es más, desde el año 2003 ha dejado de funcionar la sala de partos del hospital y las futuras madres deben trasladarse a la vecina Natal para dar a luz, más o menos hacia el séptimo mes de gestación. Por lo tanto, dentro de unas cuantas generaciones ya no habrá noronhenses nativos. Para rematar, no se pueden comprar o vender propiedades inmuebles. Pero tanto los nativos como los noronhenses por adopción están convencidos de que esta es la única manera de preservar el estilo de vida de la isla y su indómito paisaje. La intérprete ambiental Patrícia Roelandt lo advierte al recibirnos: Noronha, antes que un lugar de descanso donde tomarse unas merecidas vacaciones, es un centro de fitness. Aquí resulta imposible no tener los abductores marcados y unas pantorrillas perfectas, como talladas con cincel: el trekking permanente es el santo y seña de la isla. Las playas son extensas, casi siempre desiertas. Un lugar donde las lanchas de excursión, los restaurantes, los cursos intensivos de buceo, el snorkel, la hotelería están al servicio de la naturaleza.
Museu dos Tubarões - Projeto NAVI
Vale la pena visitarlo porque Noronha es un centro de buceo y porque en sus aguas plácidas también circulan tiburones, en seis de las 20 especies hasta ahora identificadas en el mundo: tigre, martillo, ballena, de arrecife, lija y limón. Pero no hay que asustarse. Es cierto que las playas de la vecina Recife están punteadas por carteles que intimidan. Y es cierto que suelen patrullar las costas al acecho de nadadores incautos. Pero aquí no: porque en Noronha todos los animales respetan la cadena de alimentación natural, incluidos ellos.
Otra manera, menos esforzada, de conocer la impactante fauna marina del archipiélago es apuntarse en el Projeto NAVI (Natureza Viva): una fantástica hidronave con forma de pez y piso transparente diseñada durante el siglo pasado, para uso militar, por la marina soviética. Los turistas, cómodamente sentados en torno al óvalo translúcido, ven desfilar a sus pies una amistosa procesión de criaturas marinas: delfines rotadores, morenas verdes, rayas chitas, piraúnas, barracudas, cangulos pretos, tortugas de peine, tiburones de los arrecifes.
LAS PLAYAS
Aquí las hay de dos tipos : las del mar de Dentro en el litoral norte -miran al continente y suelen ser más calmas- y las del mar de Fora -ya sin mediación con el océano, más salvajes y ventosas-. "Las de afuera" son tres: Atalaia, frente a la Ilha do Frade, muy buscada por las rasas "piscinas naturales" que se forman durante la bajamar (sólo pueden visitarla 100 personas por día, en grupos de 25 y durante unos 20 minutos, pero vale la pena porque allí la fauna marina despliega toda su variedad, y en cantidad); Bahía do Sueste y Praia do Leão, donde llegan a desovar las tortugas marinas y pueden verse "géiseres" (con la marea alta, el agua entra a presión debajo de los arrecifes coralinos y luego es expulsada en chorros a través de las grietas). Praia do Sueste, en una bahía poco acentuada frente a las Ilhas do Chapéu y Cabeluda, donde se practica snorkel con chaleco salvavidas (hay que ponérselo sí o sí para poder flotar y no pisar los bancos de corales). Esta playa alberga el único manglar en isla oceánica del Atlántico y en sus costas encuentran refugio y alimento, además de las tortugas y el pássaro mergulhão (una saeta que se zambulle a velocidad increíble para pescar sardinas), las elegantes garzas de Cabo Verde (la misma especie que definiera Buffon en su Historia Natural).
Las "playas de adentro" suman doce, y las más famosas son Boldró (nombre heredado de los tiempos en que los norteamericanos tenían un puesto de observación de misiles cerca de la cumbre más alta de la isla, el Morro do Pico, al que llamaban "bold rock"), Cacimba do Padre y Bahía dos Porcos, situadas frente a las Ilhas Dois Irmãos (picos gemelos con leyenda autóctona), y la espectacular Bahía do Sancho, a la que sólo se accede por mar o a través de una escalera de caño entre altas paredes de roca. El descenso, de unos 50 metros, no da vértigo: sólo requiere un poco de concentración y estado físico.
Para bucear, los sectores más concurridos son Ponta da Sapata y, en el otro extremo, las islas secundarias.
En todas las playas de Noronha rige el mismo lema:
dónde alojarse
Hasta no hace mucho, Noronha no tenía hoteles de lujo y había muy pocas opciones para alojarse. Lo más común eran las así llamadas pousadas domiciliares: los pobladores habilitaban uno o varios cuartos en sus casas y se compartían la cocina y el cuarto de baño. Hoy la perspectiva ha cambiado de manera radical: desde la impactante Maravilha, pasando por la exclusiva y chic Beijupirá, hasta las igualmente lujosas y acogedoras Teju-Açu o Tribojú, la oferta es amplia y tentadora (incluso han aumentado y mejorado las posadas domiciliarias, calificadas según categoría de 1 a 3 delfines).
OTRAS POSADAS
Beco do Noronha. Alameda das Acácias, Nº 3, Floresta Nova | T: +55-81 3619-1568 | www.becodenoronha.com.br | Posada sustentable, de espíritu familiar, con seis habitaciones rústicas y cálidas ambientadas por su propietaria, Silvana Rondelli, que es artesana. Reciben a los huéspedes con un trago de bienvenida y un masaje en los pies con aromaterapia, en el jardín.
Triboju. Rua Amaro Preto 133 | T: +55-81 5399-0000 | www.pousadatriboju.com.br | Bungalows muy confortables con terraza, algunos con jacuzzi. Pileta y buen restaurante.
Zé Maria. Rua Nice Cordeiro 1, Floresta Velha | T: +55-81 3619-1258 | www.pousadazemaria.com.br | El carismático Zé María es el alma mater de este complejo de habitaciones y cabañas con balcón y hamacas + una pileta grande (inusual en la isla) con vista directa al Morro do Pico. Tiene un estilo rústico, pero muy confortable. Sauna a vapor, gimnasio, cabalgatas y el clásico festival gastronómico (con reserva previa), todos los miércoles y sábados.
Mar Aberto.www.pousadamaraberto.com.br | Ocho habitaciones coloridas con vista a un jardín, decorados con materiales reciclados por la artista Regina de Paula. Gracias a la energía solar, tiene aire acondicionado y wifi. También tiene pileta.
Nota publicada en septiembre de 2017.
LA NACION