Entre nostalgia y encanto, los 75 años del mítico tren La Trochita
El ya mítico Expreso Patagónico La Trochita, uno de los atractivos turísticos más representativos de la Patagonia, cumplió 75 años. Exactamente, el 25 de mayo de 1945, tras 23 años de la construcción de 402 kilómetros de vías, el emblemático tren se echó a andar, dejando a su paso una icónica estela humeante.
La historia de La Trochita está ligada a un faraónico proyecto que desde principios del siglo XX pretendía expandir la red ferroviaria nacional hacia la Patagonia, con un trayecto que anhelaba llegar al sur del sur, uniendo el Atlántico con la Cordillera de los Andes, concebido por el entonces ministro Ezequiel Ramos Mejía.
En esa época, el Ferrocarril del Sur (luego llamado Ferrocarril General Roca) llegaba a Bahía Blanca y de allí a Neuquén. En Chubut, los colonos galeses habían construido el Ferrocarril Central del Chubut, entre Puerto Madryn y Trelew. Pero la idea era crear una red que los uniese, vinculando puntos tan distantes como San Carlos de Bariloche, Comodoro Rivadavia y Puerto Deseado.
El arribo del tren a Ingeniero Jacobacci, en Río Negro, en 1917, fue el primer antecedente. Cinco años después, se contaba con la locomotora y los vagones. Pero no fue sino hasta 1945, que la traza completó los 402 kilómetros necesarios para llegar a Esquel, en un majestuoso trayecto de 600 curvas, entre la estepa y la montaña.
Este tendido se realizó a lo largo de casi tres décadas sin maquinaria, a fuerza de trabajo humano con pico, pala y explosivos
En sus primeros cinco años de vida, el Expreso Patagónico La Trochita transportaba cueros, lana y madera. Los productores hasta ese momento tardaban meses en hacer llegar los envíos a la costa de Chubut para luego embarcarlos hacia Buenos Aires.
Recién en 1950, La Trochita empezó a llevar pasajeros, constituyéndose en el medio de transporte principal de los habitantes del noroeste de la provincia de Chubut. Entre los años 60 y 70, ocupó un lugar central en la vida de los pueblos de la zona.
La reconversión
La posterior proliferación del transporte automotor, principalmente con los camiones y los colectivos, junto a la apertura de los nuevos caminos, fueron apagando su magia y volviéndolo prescindente como medio de transporte de carga y de pasajeros.
Tras el cierre masivo de los ferrocarriles del país durante la última década del Siglo XX, Río Negro y Chubut lucharon para no dejarla morir y se reconvirtió como patrimonio histórico, sosteniendo parte de su recorrido como medio turístico.
Es así que su historia se fue convirtiendo en un atractivo ineludible para los que visitan Esquel: participar de un viaje a bordo de sus vagones es una experiencia que une generaciones y conecta relatos de antaño y viejas fotografías, con los nuevos paisajes humanos.
Historia viva
Sus míticas locomotoras de vapor, en su mayoría de la marca alemana Henschel, fabricadas en 1922 y aún en uso, son consideradas piezas históricas.
En Esquel hay un galpón donde se le realizan las reparaciones primarias y en El Maitén está el taller donde se hacen las reparaciones más importantes e incluso la fabricación de sus piezas. Viejos y valiosos planos permiten reproducirlas sin inconvenientes, ya que no hay lugar en el mundo que pueda proveer repuestos de un vehículo tan antiguo.
Otro dato significativo que vuelve pintoresca a "La Trochita" es el tamaño del tren, tanto de la formación como de las construcciones. Se trata de un medio de trocha supereconómica: entre riel y riel hay tan sólo 0,75 centímetros.
El vapor disparado al cielo desde la chimenea de La Trochita, sus vagones de madera, la salamandra encendida y ese andar entre candoroso y cansino, son historia viva, que sigue marchando, 75 años después.
El recorrido habitual que ofrecía antes de la pandemia era desde la Estación Esquel hasta el paraje Nahuel Pan, entre los faldeos de los cerros que enmarcan a la ciudad y atraviesa el valle ubicado al pie del Cerro NahuelPan, en un circuito de 36 kilómetros entre ida y vuelta y casi tres horas de duración.