En la Puna, Yavi revive el espíritu colonial
Próximo a La Quiaca, este pueblo es más que sus siestas
YAVI.- Las llamas del Altiplano se detienen curiosas en el borde de la ruta para ver pasar a los viajeros que van camino a Yavi. Pocos saben que este antiguo pueblito, que no alcanza a los 300 habitantes, enclavado a 3500 metros de altura en la Puna jujeña, fue centro administrativo de una encomienda y del Marquesado del Valle de Tojo, el más grande feudo virreinal a ambos lados de la frontera argentino-boliviana.
Si llegó hasta la ciudad de La Quiaca, no dude en recorrer 16 kilómetros más por la ruta provincial 5 hacia el Este, para conocer este villorrio.
Aquí en Yavi vivió y gobernó hasta la Guerra de la Independencia la familia española de Obando Campero y Herrera. Desde su fundación, en 1667, la singular historia de Yavi ha hecho de él uno de los puntos turísticos menos conocidos y, sin embargo, muy interesante de descubrir.
Toda la Puna argentina y hasta la ciudad de Tarija, en el sur boliviano, abarcó en el pasado virreinal este feudo otorgado al marqués por el rey Felipe V. En Yavi aún se puede visitar la que fue la casa del gobernador, con su patio colonial de 120 metros cuadrados rodeado por las 20 habitaciones destinadas a la familia, a sus aborígenes sirvientes y a los huéspedes que pernoctaban allí en camino al Alto Perú.
Tres marqueses administraron desde Yavi el inmenso feudo: desde 1676 hasta 1810. El último marqués (Juan José Feliciano y Pérez de Uriondo) fue partidario de la independencia nacional, y a causa de eso, fue tomado prisionero y deportado a Jamaica, donde murió diez años después. Yavi fue testigo de combates contra las fuerzas realistas, en épocas en las que se luchaba por la Independencia.
Con herencia monárquica
Próxima a la residencia, a su izquierda, se encuentra la joya más preciada de Yavi: la iglesia de Nuestra Señora del Rosario y San Francisco. Construida durante el siglo XVII, fue en diversas etapas reformada y enriquecida por los diferentes monarcas.
Como una exquisita expresión del barroco colonial, sus retablos, el púlpito, los altares (realzados por una cubierta de oro a la hoja), y los cuadros y esculturas que la adornan magnifican la riqueza religiosa de la capilla. Se sabe que, como ha ocurrido con otras iglesias y museos del país, ésta también fue saqueada por delicuentes ajenos a la población estable de Yavi. En los antiguos inventarios figura una importante colección de pinturas y objetos de plata, hoy desaparecidas.
Petroglifos y procesiones
Después de visitar los lugares señalados, hay posibilidades de hacer un alto a orillas del río Yavi. Se puede almorzar en un sitio acondicionado especialmente con mesas y asadores, y sombreado por árboles de porte.
Es probable que algún vecino se ofrezca por una pequeña retribución, para guiar al turista hasta el sitio donde se encuentra un pequeño yacimiento de petroglifos y pinturas rupestres.
Durante la caminata se podrán observar los corrales y huertos pertenecientes a la casa del marqués y, más allá, el histórico molino harinero.
En Yavi la religión ocupa un gran espacio en la vida de su gente. La evocación de la Semana Santa se transforma en la más importante festividad religiosa del pueblo.
En los 90.000 km2 que aproximadamente ocupa la Puna, muchas ciudades españolas y pueblos indígenas se levantaron en este suelo árido, pero de aire puro y cielo diáfano. Y Yavi es uno de ellos porque, como en aquellos días, la historia y sus costumbres ancestrales se mantienen en pie.
Cómo llegar
Yavi se encuentra a 314 kilómetros de la capital jujeña y a sólo 16 de La Quiaca. Cuenta con un solo alojamiento, el Hostal de Yavi, donde también funciona un comedor para almuerzos y cenas, y un camping municipal, vecino a la Casa del Marqués.
El teléfono de la Dirección de Cultura de Yavi es 0388-49-1138. Para mayor información en Buenos Aires, dirigirse a la Casa de la Provincia de Jujuy: avenida Santa Fe 967; 4393-6096.