El lado B de las agencias de viaje
Aunque todavía son apenas un puñado, las empresas de triple impacto empiezan a dejar su huella
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El turismo lentamente le sigue abriendo las puertas al concepto sostenibilidad para generar el mínimo impacto y aportar su granito de arena para evitar el cambio climático. Además de hoteles con ecoetiquetas, que certifican sus procesos y prácticas respetuosas con el medioambiente, también despuntan las agencias de viaje de triple impacto. Así como las empresas que venden productos, el mundo de los servicios turísticos también se puede certificar. Las empresas de triple impacto se definen como rentables económicamente pero además persiguen objetivos relacionados con lo social y el medioambiente en las comunidades en donde se desarrollan y pueden medir el impacto que generan.
“Tratamos de armar viajes que impacten lo menos posible y también medimos el impacto de cada uno. Cada pasajero se lleva una carpeta con su impacto, medimos la huella de cada uno, según el tipo de viaje que realiza y de qué manera puede compensarlo o reducirlo. A veces se pueden evitar traslados o escalas, por ejemplo. Hay muchos viajeros que tomaron conciencia del cambio climático, especialmente en Alemania y España y demandan estos servicios”, explica Bettina González, directora de Boomerang Viajes, una de las agencias pioneras en sostenibilidad. Nació hace 22 años orientada al turismo solidario, con la misión de ofrecer viajes diferentes, alternativas para ayudar a generar empleo en las comunidades locales, con propuestas fuera de los circuitos clásicos y con una fuerte mirada sociocultural. “Después se sumó la discusión ambiental, empezamos a ordenar nuestros procesos, a poder medirlos, porque es imposible corregir lo que no se mide y en 2019 nos certificamos en Sistema B y ahora hicimos la recertificación, que es mucho más exigente. Fuimos la primera empresa de viajes. Esto es una elección, siempre tuve este delirio. Nos comprometimos para 2030 en ser carbono neutral, creo que si no tomamos conciencia en un futuro no va a poder viajar nadie”, reflexiona González. Además de viajes sustentables al exterior, ofrecen visitas a comunidades locales.
Las agencias de viaje que lograron certificarse, tanto por etiquetas locales como internacionales son pocas en el país; apenas unas semillas en un campo que se espera fértil para luchar contra el cambio climático, aunque todavía hay una deuda pendiente.
En la Argentina hay solamente 11 agencias de viaje que certificaron en Sistema B, la organización sin fines de lucro que promueve y guía el proceso; la certificación de Empresa B es entregada por B Lab, una entidad estadounidense. Además, hay una agencia certificada en el exterior, otra pendiente y un puñado que está iniciando el camino.
“Acá nos estamos despertando. El turismo sustentable está empezando a visibilizarse más, los viajeros tienen más conciencia a la hora del consumo. La pandemia aceleró los procesos de toma de conciencia sobre el cambio climático”, explica Virginia Landetcheverry, responsable de Mater Sustentable. Su agencia nació hace 10 años con la mirada puesta en el medioambiente y logró tres certificaciones como empresa de triple impacto: entre ellas una en Sistema B Argentina.
“Acá nos estamos despertando. El turismo sustentable está empezando a visibilizarse más, los viajeros tienen más conciencia a la hora del consumo. La pandemia aceleró los procesos de toma de conciencia sobre el cambio climático”, explica Virginia Landetcheverry
Virginia considera que lo importante en un viaje sustentable es detenerse: “Son viajes que nos interpelan. Hay que darse permiso para disfrutar del presente”, resume. La agencia ofrece principalmente circuitos a comunidades en pueblos de Catamarca, Jujuy y Salta, que contemplan alojamiento en la comunidad y encuentros con los habitantes, talleres de artesanías tradicionales y dan la posibilidad de participar en la cotidianidad de esa sociedad.
“El 99.9% de los pasajeros son extranjeros, principalmente de Francia, Suiza y Canadá. Casi no hay argentinos, todavía estamos lejos, pero el turismo que no sea viable y sostenible, debe ser considerado mala praxis”, sostiene Landetcheverry.
Para certificarse, las empresas necesitan poder medir aspectos relacionados con el uso del agua, el aire, la luz, la gobernanza, la comunidad y el entorno al que pertenecen y los proveedores con los que se trabaja, entre otros ítems.
González considera que el gran desafío que enfrenta su empresa es el trabajo con la cadena de suministros, para que también estén alineados con esos principios, por los que lucha y da constantes capacitaciones: “Después de cada viaje le pedimos a los pasajeros que nos cuenten su experiencia. Viajeros internacionales, por ejemplo, se han quejado porque el auto que los trasladaba hasta las pasarelas del glaciar Perito Moreno lo esperó un buen rato con el motor en marcha y la calefacción fuerte. Consideran que fue contaminar innecesariamente. Prefieren que el auto se vaya calentando sobre la marcha. Otros pasajeros, en este caso argentinos, nos comentaron que en el hotel les cambiaban todas las toallas todos los días, a pesar que solo dejaban en el piso las que necesitan cambio. Es estar atentos a esos pequeños detalles”, finaliza.