En el solar de Moreno 550 se encontraron una gran cisterna y centenares de objetos, muchos intactos, que permiten reconstruir cómo fue la vida a lo largo del tiempo; el lugar se puede visitar
- 8 minutos de lectura'
Entre 1979 y 2017, quienes circulaban frente al solar de Moreno 550 , en el corazón de Monserrat y a metros de la Plaza de Mayo, apenas distinguían una cubierta de hormigón que funcionaba como playa de estacionamiento. Sin embargo, hace pocos años la propiedad fue adquirida por un grupo de inversores para construir un edificio de viviendas y oficinas. Dado que se proyectaba la construcción de dos niveles de estacionamiento subterráneo, enseguida comenzaron las excavaciones. Fue allí cuando personal de la obra dio con una importante cisterna, una construcción subterránea que hasta fines del siglo XIX se llenaba con agua de lluvia para luego extraerse con un balde a través de un aljibe. La estructura mide unos 7 metros de diámetro, con paredes de 55 centímetros y tiene una capacidad de 220 mil litros de agua.
Nada en la superficie del antiguo estacionamiento hacía suponer la riqueza patrimonial que escondían las entrañas del terreno, una auténtica cápsula del tiempo, donde alguna vez hubo una casona célebre, en la que vivió durante más de 40 años Juan Manuel de Rosas.
De esta forma, se iniciaba una de las tareas de relevamiento más intensas en uno de los sitios con mayor superficie abierta de todos los investigados por la arqueología histórica de Buenos Aires. Frente a la aparición de la cisterna y la necesidad de preservarla, todo un sector del proyecto inicial de obra fue modificado y se potenció el desarrollo de un gran espacio del tipo “plaza cubierta”, abierto al público y con espacios dedicados al museo de sitio, actividades culturales y locales dedicados a gastronomía que planean inaugurar en octubre: El Paseo de la Cisterna.
Hallazgo y relevamiento
El hallazgo impuso la interrupción de las obras, y la decisión de realizar un relevamiento detallado del potencial arqueológico del predio antes de dar continuidad a la excavación. El trabajo estuvo a cargo del equipo dirigido por la Dra. Ana Igareta, investigadora Conicet por el Instituto de Investigación, Historia, Teoría y Praxis de la Arquitectura y la Ciudad de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional de La Plata.
Nada en la superficie del antiguo estacionamiento hacía suponer la riqueza patrimonial que escondían las entrañas del terreno, una auténtica cápsula del tiempo, donde alguna vez hubo una casona célebre, en la que vivió durante más de 40 años Juan Manuel de Rosas.
A medida que el equipo avanzaba en el trabajo, detectó también otras varias estructuras subterráneas, incluyendo 2 cisternas, 4 pozos de balde, 5 pozos ciegos, 1 letrina, 3 pozos de basura con material arqueológico y 1 olla de descarte, que fueron excavadas hasta una profundidad máxima de 6.50 metros. También dieron con centenares de objetos casi intactos y miles de fragmentos de objetos que permiten reconstruir cómo fue la vida a lo largo del tiempo en el solar de Moreno 550, desde cubiertos, cerámica ordinaria, loza sanitaria, vajilla de mesa, vestimenta y calzado; frascos y botellas, herrajes, huesos de animales, adornos, objetos de uso personal, herramientas y monedas de distintas épocas, entre muchas otras cosas.
“Nos convocaron un 15 de marzo y el 17 ya estábamos trabajando. Nosotros teníamos ya bastante experiencia trabajando en obras en construcción con restos arqueológicos, muy diferente a los que es la dinámica en otros sitios. Desde un principio el planteo fue que el trabajo arqueológico tenía que convivir con la obra sin que nos molestáramos mutuamente, y si podíamos ayudarnos mejor, ya que la obra dependía de la presencia del equipo arqueológico para continuar habilitada”, cuenta la investigadora Conicet.
En principio el equipo de arqueología fue convocado para trabajar dos meses, pero con la aparición de sucesivos elementos arqueológicos terminó instalándose en el lugar para hacer un trabajo de corrido de casi 8 meses mientras la obra seguía avanzando. El equipo multidisciplinario estaba integrado por 14 profesionales, entre arqueólogos historiadores, arquitectos y biólogos de la Universidad Nacional de La Plata, de la UBA y de la Universidad Nacional de Rosario.
Si bien el hallazgo de la enorme cisterna fue sin dudas el rasgo más llamativo de todo el sitio, desde el inicio del trabajo fue evidente que todo el solar era un área rica en registro histórico. Al darse por terminada la intervención arqueológica, el equipo había excavado 1506,62 metros2, el 65,8 por ciento de la superficie del lote, y entregó a la constructora y a la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico 22 informes, 41 planos, 23 plantas y 25 cortes / vistas.
También se realizaron un total de 2650 fichas, copia de las cuales fueron entregadas en soporte digital a las autoridades de la DGPMyCH, junto a la totalidad del material arqueológico, que ocupó 117 cajones de 50 x 37 x 20 cm. “Literalmente encontramos miles de fragmentos y piezas, cientos de ellas enteras, intactas, perfectas. Como hubo muchos espacios de descarte intencional de basura, nos dio un registro fantástico de qué tipo de objetos se iban descartando a lo largo del tiempo en este espacio urbano, y el volumen es increíble. Hay pocos sitios en Buenos Aires que hayan tenido tanta recuperación de materiales en un único lote, y una vez terminada la excavación fueron meses de seguir limpiando, lavando, clasificando y fichando”, sigue Igareta.
Una casa con historia
La historia de la antigua residencia familiar se remonta a 1762, cuando un comerciante llamado Felipe D´Arguibel se casó con Andrea López de Cossio y se asentó junto a su familia en la casa, luego heredada por su hija mayor Teodora, quién en 1782 contrajo matrimonio con Juan Ignacio de Ezcurra. De este matrimonio nacieron varios hijos, entre ellos Encarnación, que se casó en 1813 con Juan Manuel Rosas. El matrimonio se radicó en la vivienda y allí nacieron sus hijos. Al morir Encarnación en 1838, Rosas se mudó al palacio que había hecho construir en San Benito de Palermo.
“Entiendo que Rosas es la figura que más llama la atención de la gente, pero también es una figura cuya trayectoria desde lo arqueológico ya era muy conocida. Para mí lo más interesante es todo lo que no tenía que ver con Rosas y apareció inesperadamente. Por supuesto, los platos hallados con la leyenda Federación o Muerte no dejan de ser una cosa totalmente impactante, pero sabíamos que habían existido. A su vez, los objetos domésticos de todas las personas que vivieron ahí como esclavos, como sirvientes, tienen un valor enorme. Recordemos que la familia de Rosas tuvo una importante cantidad de esclavos viviendo con ella durante todo el tiempo que estuvieron instalados en Moreno. Y la otra parte que me parece muy interesante es el registro institucional”, señala Igareta.
Rosas solía llevar las tareas de gobierno desde su casa, razón por la cual fue adquiriendo las propiedades linderas. Luego de la derrota de Caseros esas propiedades fueron expropiadas y los edificios que habían sido casa familiar e informalmente, casa de gobierno de la Provincia de Buenos Aires, pasaron a alojar diversas reparticiones oficiales.
Funcionaron allí en diferentes épocas y por distintos períodos la oficina de Papel Sellado de la Provincia, la Escribanía Mayor de Gobierno de la Provincia, la oficina de Patentes, la Corte de Justicia de la Nación y también el Correo, que fue trasladado en 1910, momento en que se construye el edificio de las Almacenes Raggio, y la Escuela Modelo de Catedral al Sur inaugurada en 1858.
Según información brindada por José Sellés-Martínez, presidente del Instituto de Investigaciones Históricas de la Manzana de las Luces, por decisión de la empresa constructora, además de conservar la cisterna, como exigió el Gobierno de la Ciudad, se proyectó la construcción de un Museo de Sitio, en el cual pudieran exhibirse los objetos hallados.
El proyecto de Museo se encuentra a cargo del Arq. Mederico Faivre y las obras se iniciarán apenas finalicen las tareas de consolidación del gran cilindro de la cisterna, un importante trabajo que asegura su preservación y que es llevado a cabo por el Arq. Guillermo Spagnuolo, especialista en este tipo de trabajo.
Rosas solía llevar las tareas de gobierno desde su casa, razón por la cual fue adquiriendo las propiedades linderas. Luego de la derrota de Caseros esas propiedades fueron expropiadas y los edificios que habían sido casa familiar e informalmente, casa de gobierno de la Provincia de Buenos Aires, pasaron a alojar diversas reparticiones oficiales.
“Decididamente en Buenos Aires puede haber otros sitios como este. La arqueología ha demostrado que si uno busca con cuidado y le presta atención a los rasgos, el pasado está ahí. No es un pasado que podamos ver sobre el nivel de suelo, pero tal vez podamos recuperarlo si empezamos a reunir las piezas. Y las piezas están. Lo más interesante del trabajo que hicimos fue que pudimos convivir con la obra en construcción y trabajar colaborativamente. Es fundamental que si se van a hacer edificios en espacios históricos en áreas protegidas, que esas intervenciones sean racionales y cuenten con el asesoramiento de equipos arqueológicos para que se pueda recuperar la información, y que como en este caso, terminen enriqueciendo el edificio, para terminar describir la historia de Buenos Aires que probablemente está muy escrita desde lo histórico pero la arqueología está encontrando todo el tiempo historias y pequeños detalles que no habían estado en el grueso del relato y que siempre son los más interesantes”, concluye Igareta.
Visitas guiadas
Se realizan los jueves a las 15 y los sábados a las 16, con inscripción previa al correo visitasycursos@gmail.com y de acuerdo a las normas protocolares vinculadas a la pandemia. Durante la visita también se exhibe un video con la descripción del proyecto, realizado por la empresa constructora. Duración. 45 minutos. Gratis.